«Lo más duro era ver a la gente despidiéndose de sus casas»
Psicóloga de la UME, ayudó a los palmeros en lo más difícil de la erupción y también a sus compañeros
La capitán Blanca Bashore Acero tiene solo 29 años, pero transmite una apabullante entereza y una personalidad más que consolidada. A la psicóloga de la Unidad Militar de Emergencias (UME) le ha tocado ‘el másdifícil todavía’: apoyar a la gente que iba a recoger los enseres de unas casas que, en la mayoría de los casos, no volverían a ver nunca más en sus vidas. «Nos dimos cuenta de lo importante que era el apoyo psicológico y por eso nos integramos con el resto del equipo para acompañar a la gente a evacuar. Ha habido momentos de mucha dureza», reconoce esta madrileña de padre estadounidense.
Su objetivo en La Palma fue diferente al resto de psicólogos. Los profesionales del Colegio de Psicólogos de Tenerife y de Cruz Roja ayudaban fuera de la zona de exclusión, pero ella estaba en la zona prohibida en los peores momentos. «Las situaciones se quedan todas en la mente, me acuerdo de todas las familias y si tuviese un mapa reconocería cada casa en la que estuve. Ha sido una tragedia que, en muchos casos, terminó de colmar el vaso», relata. ¿Por qué? Porque muchas personas traían en las espaldas un pasado de por sí duro. «No solo sufrían el drama de la pérdida de sus hogares sino también que mucha gente ya estaba en una situación de vulnerabilidad: fallecimientos por el Covid, dificultades económicas...», narra desde el acuartelamiento El Fuerte, donde recibe a ABC y vive con sus compañeros, a los que también presta ayuda psicológica si la precisan. De hecho, este lugar ubicado en Santa Cruz de La Palma, también cobijó a muchos desalojados.
Muchos militares no dudan en afirmar que lo peor que vivieron fue la pandemia de Covid, sobre todo la primera ola, pero ella habla desde el oficio y matiza que no hay peor sufrimiento que otro: «No me gusta comparar situaciones aunque sí es cierto que en este caso afortunadamente no ha habido muertes».Desde su punto de vista, lo peor que les tocó vivir a los palmeros fueron los 85 días de incertidumbre, algo que ahora empieza a desaparecer. «Es para ellos un momento de cierre, porque el volcán se ha apagado y ahora comienza una nueva etapa», explica.
Bloqueo emocional
Durante los meses que estuvo en La Palma (octubre y diciembre) Bashore Acero vio ataques de ansiedad, llantos y hasta personas que llegaban a casa a llevarse sus recuerdos y perdían la orientación. «Nuestra estrategia en esos momentos fue fomentar un rol activo para evitar el bloqueo emocional. Que la gente intentara ser consciente de lo que hacía y pudiera sacar sus recuerdos de casa», relata.