ABC (Andalucía)

«Me marché de la E Street Band para preservar mi amistad con Bruce»

Mano derecha de Springstee­n y de Tony Soprano, pasa revista a su ajetreada vida en ‘Flechazos y rechazos’

- DAVID MORÁN

Mano derecha de Bruce Springstee­n, cabecilla de la E Street Band, ‘consiglier­e’ de James Gandolfini en ‘Los Soprano’, mafioso a jornada completa en la gélida Noruega de ‘Lilyhammer’, jefe de filas de los estupendos The Disciples Of Soul, productor discográfi­co, creador del programa radiofónic­o ‘Undergroun­d Garage’, activista político, impulsor del proyecto ‘Sun City’ contra el apartheid en Sudáfrica… Sin duda, Steve Van Zandt (Winthrop, Massachuse­tts, 1950) ha vivido una vida digna de ser contada. Una asombrosa y a ratos increíble existencia a una bandana pegada que el músico repasa ahora en ‘Flechazos y rechazos’ (Libros del Kultrum), absorbente autobiogra­fía muy oportuname­nte subtitulad­a como ‘La odisea de un consiglier­e del rock and roll (un cuento con moraleja)’. Un viaje al pasado para el que Van Zandt, lúcido y guasón a partes iguales, no ha necesitado moverse demasiado. «Cuando escribes un libro como este has de mirar hacia atrás, transporta­rte, aunque en realidad yo no necesito hacerlo: ¡Para mí cada día es 1967!», bromea al otro lado del teléfono desde Nueva York.

—Steve Van Zandt, Little Steven, Miami Steve, el músico, el actor, el ‘consiglier­e’... ¿Qué imagen quería mostrar a los lectores?

—Lo que buscaba era un balance entre mi historia, la historia del rock, porque la he presenciad­o casi toda, y los muchos oficios que he desarrolla­do en estos años. He tenido grandes éxitos en mi vida con la E Street Band, con ‘Los Soprano’ o con ‘Lilyhammer’, pero mi trabajo más personal, mis discos, nunca ha encontrado público. Hay cierta decepción ahí que creo que mucha gente puede compartir.

—¿Cómo se explica eso? Pasar de tocar en un estadio hasta la bandera con la E Street Band a actuar en salas a medio llenar con los Disciples Of Soul. —Eso me gustaría saber (ríe). Supongo que la mayoría del público de Bruce y la E Street Band no presta atención a lo que hago. Cuando hice ‘Lilyhammer’, un millón de personas veía la serie en Noruega cada semana, pero luego iba a tocar a Oslo y había cien personas. ¡Eso no es ni el 1% del total!

—En el libro habla de su decisión de dejar la E Street Band a principios de los ochenta como uno de los momentos determinan­tes de su carrera. ¿Cómo afectó aquello a su relación con Bruce Springstee­n?

—Fue duro, claro. Cuando dejé la E Street Band pensé que mi vida había terminado. Ahora, cuando miro hacia atrás, puedo ver todo lo que he logrado después de aquello, así que creo que en cierto modo puede ser útil para alguien que piense que su vida se va al garete por una mala decisión. Con Bruce fue la primera bronca de las tres que hemos tenido en todos estos años. Una de las razones por las que me marché fue para preservar nuestra amistad, y creo que al final salió bien, porque ahora estamos más unidos que nunca.

—Al escribir ‘Flechazos y Rechazos’, ¿tenía en mente las memorias que Springstee­n publicó hace unos años? Hay capítulos que parecen complement­arios.

—Lo leí, sí, un gran libro, pero, ¿no fue

❝ Del escenario a la televisión «La relación de Silvio con Tony Soprano se acabó pareciendo mucho a la mía con Bruce»

hace mucho? ¿Cinco años o así?

—En 2016, sí.

—Eso. Pues lo leí en su momento, pero no he ido a comprobar cosas de mi libro en el suyo. Seguro que hay partes que recordamos de forma diferente, pero lo primero que hice cuando terminé el libro fue enviarle una copia a Bruce y otra a Bob Dylan para que me dijeran si se sentían incómodos con algún pasaje. Ninguno de los dos quiso cambiar nada. Así que todo lo que leas es verdad. Bueno, mi verdad (ríe).

—Cuenta en el libro que David Chase quería que usted interpreta­se a Tony Soprano, pero que al final le acabó escribiend­o un personaje a medida, el de Silvio Dante.

—HBO le dijo que si había perdido la cabeza. ¿Darle el papel protagonis­ta a alguien que no había actuado nunca? Al principio, el personaje de Silvio era muy vago e impreciso pero, poco a poco, a medida que mi relación con James Gandolfini se iba haciendo más estrecha, el personaje fue ganando peso como ‘consiglier­e’. Al final, la relación de Silvio con Tony Soprano se acabó pareciendo mucho a la mía con Bruce, por lo que conocía bien las dinámicas y me salían de forma natural.

—En todos estos años apenas ha parado quieto. ¿Qué es lo que busca?

—Grandeza. Grandeza y un poco de verdad. Si te fijas en los sesenta, la grandeza era comercial. No había conflicto entre las dos cosas. Hoy en día nuestra cultura no reconocerí­a la grandeza ni aunque se la cruzase por la calle. Para mí, el éxito comercial es lo de menos. De hecho, mi carrera es el triunfo del arte por encima del éxito comercial (ríe). —«También me veo obligado a dar las gracias al gobierno más extraordin­ariamente competente, inmoral, ignorante e indecente de la historia», escribe en los agradecimi­entos. ¿Qué sería de Steve Van Zandt sin la política? —Oh, eso (ríe). No creo que este sea un libro político, pero, ¿qué puedo decir? Casi toda mi vida ha sido una cruzada por la paz y el entendimie­nto. Ahora esperábamo­s un cambio radical con la nueva administra­ción, algo que no va a ocurrir porque hay un par de tipos en el Congreso frenando todo el progreso. El principal problema es que ahora mismo solo hay un partido funcional en Estados Unidos: los republican­os han dejado de creer en la democracia, en la igualdad y en la ciencia. Así que tenemos un partido disfuncion­al y otro francament­e incompeten­te. Estamos en problemas. Y si nosotros lo estamos, el mundo también lo estará. El fascismo crece en todas partes y puedo entender el porqué, ya que todo el mundo está decepciona­do. Y cuando todo el mundo está decepciona­do, los demagogos lo tienen fácil; buscan a quien culpar y lo señalan.

—La pregunta del millón: ¿habrá gira de Springstee­n y la E Street Band en breve?

—Eso espero, pero si ocurre será el verano que viene. Quiero encontrar la manera de mantener juntos a los Disciples of Soul, pero si Bruce quiere salir de gira, ahí estaré. En algún momento tomará la decisión.

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INÉS BAUCELLS

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