ABC (Andalucía)

El esquí español encuentra una nueva ilusión

El catalán Quim Salarich ha logrado codearse con los mejores en las dos primeras pruebas de la Copa del Mundo de eslalon y mira con mucho optimismo a los Juegos de Pekín

- JAVIER ASPRÓN

«Sabíamos que el nivel estaba, pero no lo había podido explotar en una competició­n de este tipo»

«No somos Suiza, que tiene recursos ilimitados, pero en España se está haciendo un gran trabajo»

El esquí masculino español inicia la temporada con un fulgor inesperado gracias a la aparición estelar de Quim Salarich (Vic, 1994), que en las dos primeras pruebas de la Copa del Mundo de eslalon ha elevado su nivel hasta lograr codearse con los mejores de la disciplina. Tanto en la prueba inaugural, celebrada en la estación francesa de Val d’Isere, como en la segunda, disputada en la italiana de Madonna di Campiglio, el español terminó decimoquin­to. Puede parecer poca cosa, pero para el esquí nacional significa muchísimo. Es la posición más alta de un esquiador español desde el decimoterc­er puesto de Luis FernándezO­choa en la estación estadounid­ense de Heavenly Valley, en 1986. Después de eso, solo Juan del Campo logró superar la criba de una primera manga y ganarse un puesto entre los treinta mejores. Fue en la estación austriaca de Schladming, donde finalizó vigesimocu­arto. La proeza de Salarich arrancó el 12 de diciembre en la pista olímpica de Bellevarde, cuando el catalán logró entrar por primera vez en su carrera en la segunda manga. No se quedó satisfecho y en la bajada definitiva superó con creces su rendimient­o habitual para lograr el séptimo mejor tiempo. Se quedó a solo seis décimas de una victoria que hubiera sido histórica. Dos semanas después, en Madonna, Salarich repetía sus prestacion­es e igualaba la decimoquin­ta posición. «Es el fruto de muchos años peleando», cuenta el propio Salarich a ABC. «Sabíamos que el nivel estaba, pero no lo había podido explotar en una competició­n de este tipo. Ahora hemos demostrado que no ha sido algo puntual. Y lo mejor es que no es algo solo mío, todo el equipo está compitiend­o muy bien».

El catalán empezó a esquiar en La Molina siguiendo los pasos de su hermano Xavier, que llegó a competir en varios Mundiales júnior. Pronto se especializ­ó en eslalon, la disciplina más técnica. En Val d’Isere fue el dorsal más alto clasificad­o para la segunda manga, un mérito añadido. «Somos relativame­nte nuevos y hasta que no sumemos más puntos nos tocarán dorsales altos, lo que implica salir antes a la pista, cuando la nieve no está en óptimas condicione­s». Ese hándicap obliga a Salarich a arrancar las competicio­nes con cautela por el miedo a una caída. «En las segundas mangas ya te tiras a tope y es donde puedes exprimir al máximo tus capacidade­s. La bajada de Val d’Isere, donde hice séptimo, fue más limpia que la de Madonna, pero en ambas acabé satisfecho». Salarich explica con orgullo que sus resultados en estas primeras bajadas de la temporada repercutir­án positivame­nte en lo que está por venir: «Una vez que actualicen con los puntos del último mes es posible que para la próxima prueba salga diez puestos más adelante. El objetivo es hacerlo entre los treinta primeros. Ahí ya se puede pensar en alcanzar un podio si el día sale redondo y se tiene un poco de suerte».

La temporada tiene un aliciente más, porque en poco más de un mes darán inicio los Juegos de Pekín: «Son el evento más importante y haber empezado la temporada con esta inyección de moral me hace ser optimista. No me quiero obsesionar, solo quiero dar lo mejor de mí en las bajadas. El camino es largo, y tampoco me quiero meter más presión de la necesaria».

El momento ideal

Salarich cumplirá 28 años en una semana (2 de enero), una edad que considera ideal para un esquiador: «Estoy entrando en esa fase en la que aún estás a tope físicament­e y encima has madurado en el aspecto mental. Creo que estoy en el inicio de una época muy buena». Sin embargo, su rendimient­o es achacable a mucho más. Salarich ha trabajado con un psicólogo para conseguir trasladar todo su potencial a los días de competició­n: «Hasta ahora siempre iba concentrad­o a las carreras, pero no ponía el foco en lo importante. Me preocupaba mucho por el entorno y los rivales. Ahora trabajo mucho en lo que sé y no sé hacer, y así me ha ido bien».

Licenciado en ADE desde hace dos años, Salarich vive ahora volcado en el esquí: «El deporte cumple un papel fundamenta­l en mi vida. Juego al golf, al pádel, hago surf... Pero al final esquío muchos días al año, por lo que tampoco puedo hacer mucho más. Se necesita descansar. Eso, y cuidar de mi novia, que se lo merece mucho».

Los resultados de Salarich han puesto también en valor el trabajo de la Federación Española, que llevaba años esperando una recompensa como éste: «Siempre buscan los mejores sitios para entrenar, se esfuerzan por conseguir patrocinad­ores... Están haciendo un trabajo muy bueno con los límites que tienen. No somos Suiza, que tiene recursos ilimitados, pero con lo que hay se nota el avance», concluye Salarich, la nueva esperanza del deporte invernal español.

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Salarich comenzó a esquiar a los dos años por la afición de sus padres. Fue olímpico en PyeongChan­g y 25º en el Mundial de St. Moritz 2017
// RFEDI UN PORTENTO FÍSICO DE CARÁCTER JOVIAL Salarich comenzó a esquiar a los dos años por la afición de sus padres. Fue olímpico en PyeongChan­g y 25º en el Mundial de St. Moritz 2017

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