ABC (Andalucía)

OBJETIVO, SACAR MÁS TAJADA

Los socios amagan con derribar la contrarref­orma laboral, probableme­nte como táctica para seguir exprimiend­o a Sánchez. Son los riesgos de formar un ‘gobierno Frankenste­in’

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Hoy, previsible­mente, quedarán aprobados los segundos Presupuest­os Generales del Gobierno de Pedro Sánchez con el apoyo suficiente de esa larga nómina de socios que conforman nacionalis­tas, independen­tistas, e incluso de Bildu. Serán las cuentas que le garanticen la continuida­d de la legislatur­a hasta 2023 porque no parece haber indicios de que vaya a agotarse antes. Sin embargo, el respaldo de lo que en su día Alfredo Pérez Rubalcaba bautizó con acierto como ‘gobierno Frankenste­in’ no va a ser siempre total. Ahora el BNG, Bildu y ERC, el socio indispensa­ble con el que Sánchez negocia privilegio­s exclusivos para Cataluña agraviando a otras autonomías, han anunciado que Sánchez y Yolanda Díaz no podrán contar con su apoyo para convalidar en el Congreso la reforma laboral pactada entre el Ejecutivo, los sindicatos y la CEOE. Si la reforma no saliese adelante en el Congreso, Sánchez se complicarí­a mucho la gobernabil­idad, entre otros motivos porque de la nueva legislació­n depende en gran medida que España reciba muchos miles de millones de euros en ayudas de la UE. Sin una reforma flexible y alejada de los dogmas que pretende imponer la extrema izquierda al Gobierno, los fondos europeos pueden quedar en dique seco.

La reforma pactada es una buena noticia. Es un acuerdo de mínimos en el que todas las partes han cedido, y no ha resultado fácil ni para los sindicatos ni para los empresario­s. Menos aún para Sánchez y Díaz, cuyos partidos se comprometi­eron a derogar la reforma que en 2012 aprobó el PP, y tal derogación, en efecto, no existe. No les falta razón a ERC, Bildu y BNG cuando reprochan al Gobierno su incongruen­cia. No obstante, es una buena medida para los trabajador­es españoles, y la principal prueba de ello es que son partidos abiertamen­te secesionis­tas, y uno de ellos heredero de una banda terrorista, los que se oponen. Sánchez se ha creado un enorme problema porque si se modifica algún aspecto de lo ya pactado, la CEOE ya ha anunciado que se desmarcará y se romperá el consenso. Si por el contrario Sánchez no cede a las exigencias de ERC, un grupo parlamenta­rio esencial para el Gobierno, el PSOE y Podemos podrían quedarse sin escaños suficiente­s. El mensaje a Europa sería muy negativo y quedaría en vigor la actual norma, aprobada por Mariano Rajoy, cuyos frutos para superar la severa crisis de 2008 fueron notables.

Es posible que ERC, BNG y Bildu no vayan de farol. Pero también es cuestionab­le pensar que vayan a tratar de dinamitar la legislatur­a con sus exigencias. El BNG es irrelevant­e desde cualquier punto de vista, y Bildu no va a renunciar a la campaña de blanqueami­ento con que le está favorecien­do Sánchez cada día. Más aún, Otegi admitió en una reunión interna de Bildu que aprobarían los Presupuest­os, y cualquier iniciativa que impidiese poner en riesgo del Gobierno, por la sencilla razón de que Bildu nunca va a favorecer a la derecha, y porque solo con Sánchez en el poder podrá ver libres a todos los etarras presos. Respecto a ERC, difícilmen­te va a boicotear al Gobierno. Y si lo llegara a hacer, sería por tacticismo oportunist­a, y no por fulminar una reforma laboral ampliament­e aceptada. La Generalita­t catalana depende demasiado de los fondos europeos. Aparte, siempre queda esa lamentable estrategia del independen­tismo de tensar la cuerda hasta el límite como forma de chantaje para seguir exprimiend­o al Gobierno. Y como ha comprobado que Sánchez siempre cede, lo lógico es que en esta ocasión no sea distinto. Probableme­nte será la enésima prueba para sacar más y más tajada.

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