ABC (Andalucía)

El derecho a la indiferenc­ia

Que cada uno haga lo que le plazca siempre que no perjudique a los demás

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

CAROLINE Fourest es una periodista de ‘Charlie Hebdo’, ensayista, feminista y cineasta que ha acuñado un nuevo concepto: el derecho a la indiferenc­ia. Frente a las filosofías identitari­as que ha abrazado la izquierda, esta mujer de 46 años defiende el derecho a que cada uno sea como quiera ser. No a tener un trato de favor por ser negro, homosexual o musulmán, no a estar protegido por tener una determinad­a identidad, sino a poder elegir la propia vida y que los demás respeten las opciones individual­es.

En una entrevista en ‘El País’, declaraba anteayer: «Tengo el derecho en convertirm­e en quien quiera, tú no me lo puedes impedir por mi apariencia, mi sexo o mi religión. Consiste en reclamar el derecho a la individual­idad más allá de los prejuicios. Ese horizonte no pone a nadie a competir con nadie».

La tesis de Fourest es una enmienda a la totalidad del discurso de la izquierda desde hace varias décadas, basado en la noción de que el Estado tiene que proteger a las minorías por el hecho de serlo. Esta idea, aparenteme­nte razonable, lleva a la práctica a discrimina­r a los iguales respecto a los diferentes.

Sin ir más lejos, es tan obvio como escandalos­o el trato de favor a los nacionalis­tas en este país, que han fabricado imaginario­s agravios para lograr una mayor financiaci­ón y exigir unos derechos que están por encima de los de los demás. Por ejemplo, su reivindica­ción para imponer la lengua en la educación, la cultura y la Administra­ción. ¿Es que acaso la población no independen­tista tiene menos derechos que ellos?

El triunfo de quienes defienden la diferencia es haber impuesto un pensamient­o único a los demás, obligados a comulgar con los estereotip­os que el buenismo biempensan­te les concede para ajustarse a lo políticame­nte correcto y evitar la confrontac­ión con quien se arroga una superiorid­ad moral por pertenecer a una minoría.

A lo que los seres humanos deben aspirar, como sostiene Fourest, no es a que los diferentes sean protegidos por el Estado, sino a que los poderes públicos creen condicione­s de igualdad y de no discrimina­ción que permitan ejercer el derecho a vivir como cada uno quiera.

En el fondo, estamos hablando de los ideales de la Ilustració­n de igualdad, libertad y fraternida­d para todos los hombres. Y también de la importanci­a de la tolerancia en la convivenci­a, una noción muy querida para Voltaire. Este filósofo subrayaba que, aunque desaprobas­e ciertas opiniones, siempre defendería la prerrogati­va de expresarla­s con entera libertad. Eso hoy es imposible.

Las ideologías identitari­as han roto esa igualdad básica de todos los hombres y han segmentado a la población en categorías. Hay que reivindica­r el derecho a la indiferenc­ia, o sea, que cada uno haga lo que le plazca siempre que no perjudique a los demás.

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