Un teatro que recuperó la respiración a cara cubierta (con mascarilla)
► ‘Una noche sin luna’ o ‘El bar que se tragó a todos los españoles’, entre las obras más destacadas del año en la cartelera madrileña
No están todas las que son, pero sí son todas las que están. No hay nada más injusto que una lista de ‘lo mejor del año’, y especialmente cuando se habla de arte y de algo tan subjetivo y tan inaprensible como es, en este caso, el teatro y las artes escénicas en general. Ya el ejercicio de supervivencia y el esfuerzo que han llevado a cabo a lo largo de los dos últimos años las compañías españolas de teatro, danza, zarzuela, etcétera, merece al menos un reconocimiento que sumar al mayor (y el único imprescindible) que de verdad importa: el aplauso del público. Durante 2021 éste siguió acudiendo a las salas como hizo en el último cuatrimestre de 2020, perdiendo progresivamente el miedo y mostrando a cara cubierta (con la mascarilla) su apetito de palabras, de historias, de cuerpos, de movimiento, de risa, de reflexión, de emociones, de conmociones... De esa verdad de mentira que es el teatro. Las diez obras que componen esta lista (cada lector, cada espectador, podrá hacer la suya, y será tan acertada o más que ésta) han puesto su grano de arena para recuperar esa respiración conjunta entre butacas que la pandemia nos hurtó.
Siempre Lorca
‘Una noche sin luna’ reunió de nuevo a Juan Diego Botto y Sergio Peris Mencheta, autor e intérprete el primero y director el segundo; lo hizo en torno a Federico García Lorca y con un montaje que llegó al Teatro Español casi al final de la temporada pasada. Profundamente conmovedor y removedor, brillantemente provocativo, ingenioso, inteligente y teatral, pero especialmente bello, dejó huella en los espectadores que llenaron diariamente el teatro. Botto se llevó por este trabajo el premio Nacional de Teatro.
‘El bar que se tragó a todos los españoles’ también cautivó al público madrileño, que agotó las entradas a principios del año 2021 y llevó a sus responsables a reprogramar la obra este año (nuevamente con la sala llena). Su autor y director, Alfredo Sanzol, responsable del Centro Dramático Nacional (CDN), en cuya programación se incluyó (de alguna manera jugaba con ventaja), partió de una novelesca historia familiar para trazar una ‘road-play’ –permítaseme el término– que mostraba varias obras y varios géneros en sí misma, siempre con el humor y la emoción como mascarón de proa.
También en el CDN se presentó ‘Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach’, de Marcel Borràs y Nao Albet; los dos consiguieron con ‘Mammón’ un triunfo incontestable y se convirtieron en un fenómeno por su desenfadada, libérrima e iconoclasta manera de entender el teatro. El surrealista y disparatado modo de narrar de los dos creadores e intérpretes, su sentido del humor y, más todavía, del exceso –hasta llegar incluso al empacho– conectó con los espectadores, y encontrar una entrada en sus últimas semanas de exhibición fue un auténtico triunfo.
La cuarta obra que integra este ránking –repito: injusto y subjetivo– está todavía en cartel en las Naves del Español. Se trata de ‘Infamia’, el espectáculo creado y dirigido por José Martret a partir del libro de Lydia Cacho. Es una función absolutamente magnética y desoladoramente hermosa sobre el secuestro ‘legal’ de una periodista, y permite ver una arrebatadora interpretación de Marta Nieto (a la que sustituirá en unos días Marina Salas).
Sergio Peris Mencheta sube de nuevo a esta lista con su montaje de ‘Castelvines y Monteses’, un texto poco frecuentado de Lope de Vega en el que nuestro Fénix de los Ingenios contaba –con mucho menos fortuna– la misma historia que William Shakespeare hizo en ‘Romeo y Julieta’. Peris Mencheta apostó por un musical con canciones italianas y logró un espectáculo contagioso, divertido y vitalista. ‘El hombre almohada’, de Martin McDonagh, con dirección de David Serrano, emocionaba por su historia cruda, dolorosa, verdaderamente incómoda –donde la violencia se convertía en motor y en causa de más violencia–, y por la interpretación comprometida de Belén Cuesta y Ricardo Gómez, especialmente.
‘En tierra extraña’ –también actualmente en cartel en el Teatro Español– es, sin embargo, una caricia dentro de la amargura que subyace en el texto de Juan Carlos Rubio (también su director). ‘Los Remedios’ es una obra de la compañía Exlímite que trata la amistad, las raíces y la identidad desde una conmovedora poesía. También la tiene, pero muy distinta, una obra tan removedora e interrogadora –sobre nuestros prejuicios y nuestros comportamientos– como es ‘La panadera’, escrita y dirigida por Sandra Ferrús. Y cierra esta lista el excelente espectáculo que abrió el Festival de Otoño madrileño, que volvió a conectar nuestros escenarios con la realidad de la escena internacional a través de varias propuestas extraordinarias. La que presentó la compañía belga Peeping Tom, una verdadera fiesta para los sentidos, posee una arrebatadora belleza y un magnetismo al que es imposible resistirse.