No fue una inocentada
A mí ya nada me sorprende; Pedro Sánchez vive desde hace tiempo en la mentira y se mantiene en el poder gracias a ella
HAY tres formas de mentir: negar la verdad, inventarse otra historia y con estadísticas. El presidente de Gobierno ha usado con profusión las dos primeras, hasta el punto de que a día de hoy casi nadie le cree y quienes lo hacen son cómplices de sus mentiras o creen que los niños vienen de París o Bruselas. Así que, para la última del año, que es también la más gorda, ha elegido la tercera opción, las estadísticas, ciencia que dominan pocos y la mayoría traga para no reconocer su ignorancia. Lo que hace suponer que se dejó asesorar por algún experto de su entorno, donde no faltan los ventajistas.
Se trata de camuflar su predicción de que, a fin de año, el recibo de la luz no sobrepase el de 2018, algo que parecía imposible dado que el megavatio hora costaba entonces la cuarta parte. La fórmula la ha revelado en ‘El País’, nada sospechoso de antisanchista, J.S. González en un riguroso análisis de las cuentas del Gobierno sobre el precio de la luz, que cito con mi felicitación. De entrada, lo atribuye a tres factores: el Gobierno hace la media de todos los hogares, los que tienen el precio regulado y los de tarifa libre, más volátil. Luego, descuenta la inflación de esos años, aparte de eliminar una serie de impuestos, empezando por el IVA y terminando por el de la electricidad, con los costes extrapeninsulares y la financiación de las energías renovables de por medio, que venían lastrando ese recibo, al tiempo que amplía el bono social eléctrico que lo aligera. Sin decir que 10,5 millones de familias no gozarán de esos descuentos al no tener derecho a ellos, e incluso tendrán que pagar más, calculándose que su última factura del año va a ser «la más cara de la historia». ¡Esa sí que es inocentada, y no la del que vendió un tranvía!
¿Les sorprende? A mí, no. No, porque este hombre vive en la mentira y se mantiene gracias a ella, como de los 38.400 millones de euros destinados a Cataluña, un 40 por ciento de la financiación extra a las autonomías, denunciados el lunes por ABC. Mientras, Madrid no recibe un céntimo e incluso intentan prohibirle las rebajas fiscales claves de su florecimiento económico. Por cierto, tampoco Galicia y Castilla y León, gobernadas por el PP, reciben un euro de esos fondos. Es como izquierdistas y separatistas entienden la igualdad y arruinan las naciones. Si se fijan, su primer objetivo es la quiebra del país que gobiernan; el segundo, eliminar las libertades y, ya con la población dedicada a ver cómo se las arregla para comer, eternizarse en sus poltronas. ¿Que exagero? Pregunten, si pueden, a un venezolano, cubano, nicaragüense y, si no pueden, a un polaco o húngaro. Pero nunca a un izquierdista español, que invocará el peligro nazi, cuando son ellos la mayor amenaza.