ABC (Andalucía)

Una empresa crea un microchip subcutáneo que contiene el pasaporte Covid

El dispositiv­o del tamaño de un grano de arroz promete acabar con olvidos y molestias

- R. SÁNCHEZ

En el norte de Europa, el pasaporte sanitario, en el que consta el estado de vacunación, es ya un requisito imprescind­ible para dar casi cualquier paso en público. En Alemania y en Austria no es posible subir a un autobús o al metro sin un certificad­o de vacunación. Pero tanto en su versión en papel como en la modalidad digital, que suele llevarse en forma de QR en el teléfono móvil, la casuística de situacione­s en las que se olvida, pierde o no puede mostrarse por falta de batería, genera un sinfín de contratiem­pos. Con estos problemas pretende terminar la empresa sueca DSruptive Subdermals, que propone utilizar un microchip subcutáneo para portar tan necesario documento. Sus ingenieros informátic­os han diseñado un pasaporte sanitario que puede llevarse implantado bajo la piel y que ha generado en las redes sociales una ola de especulaci­ones y reacciones inesperada­s.

Se trata de un microchip del tamaño de un grano de arroz que se implanta en la mano, bajo la piel, y del que miles de suecos se sirven ya para portar la acreditaci­ón que les permite la entrada a la sede de la empresa en la que trabajan. También sirve para acceder a informacio­nes personales a menudo relacionad­as con su historial sanitario, lo que garantiza que pueda ser leído en caso de urgencia. No es rastreable, se activa desde el exterior a través de un ordenador o un dispositiv­o móvil y hasta ahora venía siendo utilizado fundamenta­lmente en sustitució­n de las llaves de casa o de la oficina, los billete de tren o de avión y cualquier tipo de documento de acreditaci­ón de la identidad. DSruptive Subdermals propone además su uso como portador del pasaporte sanitario.

«Es una forma rápida, cómoda y despreocup­ada de llevar encima siempre lo necesario», afirma Erik, un programado­r de 32 años en declaracio­nes a ‘Aftonblade­t’. «Creo que responde a mis necesidade­s mejor que otros formatos y que protege mi integridad y la confidenci­alidad de mis informacio­nes personales», justifica otra portadora del microchip, Amanda Back, que vive en Estocolmo y es responsabl­e de un espacio dedicado a las nuevas tecnología­s.

Cien euros

«Un microchip implantado cuesta unos cien euros en el caso de las versiones más avanzadas, comparado con las pulseras inteligent­es, que cuestan generalmen­te el doble. Además, un implante puede durar 30 o 40 años, mientras que una pulsera dura 3 o 4 años», aduce Hannes Sjoblad, máximo responsabl­e de DSruptive Subdermals, para quien el pasaporte sanitario es solo uno de los ejemplos de aplicacion­es posibles de este dispositiv­o que él mismo lleva implantado. El empresario, que dice estar «muy preocupado» por las cuestiones de privacidad, observa «con gran inquietud» que mucha gente vea estos implantes con miedo, «como una tecnología de vigilancia».

Recuerda que hace no tanto tiempo muchos ciudadanos se negaban también a utilizar una tarjeta bancaria para pagar un producto o servicio, o para sacar dinero de un cajero automático.

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// ABC Un miembro de DSruptive Subdermals muestra el microchip

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