Estado compuesto (y con novia)
Si tienes una fuga de agua no llames al seguro: te mandará fotógrafos en vez de fontaneros. Y si tienes una fuga de soberanía no llames al partido: te enviará arbitristas en vez de juristas
CON la bendición de Bildu en el Congreso y la coalición con los comunistas en el Ayuntamiento de Madrid, la derecha de Casado, que es la de Fraga, ya dispone de la pauta completa de vacunas para moverse en el alterne del Centro, que en política es siempre el Estado. ¿Qué Estado? El ‘Estado compuesto’ (y con novia).
El ‘Estado compuesto’ es un indigesto caldo de gallina angloalemán cocinado por H. G. Koenigsberger (Inglaterra y Alemania, con Rusia en cola, son las potencias más interesadas en completar la fragmentación de España) y servido por John H. Elliott, que es sir e hispanista, con lo cual, para los catetos que nos mandan, no hay más que hablar.
El ‘Estado compuesto’ es la solución de nuestros arbitristas al problema planteado por Ortega, de madrugada y con trancazo, en las Cortes de la República: los conceptos de autonomía y federalismo no son análogos, sino opuestos, pues no es lo mismo ensamblar las piezas de un puzle, para formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos, para crear un puzle; ni buscar más poder en la unión con otros países que desmembrar el territorio nacional en regiones independientes.
Si tienes una fuga de agua no llames al seguro: te mandará fotógrafos en vez de fontaneros. Y si tienes una fuga de soberanía no llames al partido: te enviará fontaneros en vez de juristas. ¡Figúrense lo que un Bolaños, que una vez aprobó unas oposiciones españolas, puede hacer con un ‘Estado compuesto’, que es como el biombo verde de Bartleby el escribiente.
En la derecha bendecida por Mertxe Aizpurúa (¡la novia era ella!) y municipalizada por el comunismo carmenitano de don Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, el Sobrinazo, los arbitristas son Enrique López, el Hamilton de Cacabelos, consejero de Ayuso, loco por una ley de pandemias, y Juan José González, el Madison de Ávila, expresidente del TC, que, como ‘las cosas están mal’, ofrece ‘consenso’, y con el consenso, ‘un Estado compuesto’, o sea, el final de la escapada.