El Covid, nuestra guerra
Estamos a punto de concluir ya el segundo año de pandemia y cuando ya pensábamos que con las vacunas lo teníamos todo superado o casi superado llega Ómicron y dispara los contagios y nos pone de nuevo todo patas arriba. Parecía que habíamos aprendido la lección, pero volvemos a repetir los mismos errores. Como al principio, como en aquellas primeras semanas de 2020, cuando vimos que en otros países se disparaban los casos, decíamos que aquí no, porque aquí habíamos hecho mejor los deberes y estamos casi todos vacunados. Pero aquí sí. Los contagios se disparan de manera exponencial de un día para otro y aunque tanto el porcentaje de hospitalizados como el de letalidad es muy inferior al de las olas anteriores, al haber muchísimos más casos, no se puede descartar el riesgo de colapso de los servicios hospitalarios.
De nuevo el maldilto bicho vuelve a cambiar nuestros planes y vuelve a poner a prueba la capacidad de nuestros gobernantes y de nuestros científicos para responder a una situación de alarma sanitaria ya conocida, pero nueva.
Recuerdo algo que mi madre, que vivió de muy pequeñita la Guerra Civil y le tocó sufrir la posguerra, nos repetía con bastante frecuencia –a mi hermana y a mí primero, y más tarde a nuestros hijos–, cuando nos quejábamos de cualquier cosa, de la comida, de lo que teníamos o dejábamos de tener: «Vosotros quejaos. Ahora vivís muy bien, pero preparaos, toda generación tiene su guerra y vosotros también la tendréis». Nos reíamos y la tachábamos de exagerada y de agorera.
Ahora, recordando esas palabras, me pregunto si mi madre tenía razón, y el Covid es nuestra guerra. Una guerra a la que hay que combatir con las armas que tenemos a nuestro alcance: las vacunas, las mascarillas, el autocuidado y la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros en el cumplimiento de unas normas que coartan nuestra libertad pero que, por regla geral, lo hacen por un bien mayor. Y no valen las mismas medidas que cuando comenzó todo. La economía está tocada y nosotros y nuestro ánimo también. Hay que reinventarse y adaptarse a un virus que muta y ataca una y otra vez. No desesperemos, al final, ganaremos la guerra.