Argyll vs. Argyll
Gran miniserie para la segunda temporada de ‘A Very British Scandal’
Lo más increíble es que no se hubiera llevado antes al cine o la televisión el sórdido divorcio de los duques de Argyll. ‘A Very English Scandal’ es en su segunda temporada ‘A Very British Scandal’ (hay ducado y castillo escocés).
No sé si era necesaria la mirada femenina de ahora porque si en los años 60 había quien llamaba puta a la duquesa a las puertas del juzgado, estoy segura de que ahora también se lo habrían llamado. La mirada femenina es la de la escritura de Sarah Phelps y la dirección de Anne Sewitsky. Y pintan muy bien (muy mal) ese divorcio.
Una perfecta Claire Foy (hasta en su tartamudez), la primera reina de ‘The Crown’, interpreta a la víctima de la escandalera. A una mujer rica, libre y muy sexual, cuyos secretos son revelados por el marido para obtener ventaja en el divorcio. Fotos y diarios robados de su casa. Son los años 60 en Gran Bretaña. Mucha Mary Quant, pero enseña una polaroid de la duquesa haciendo un ‘blow job’ a un hombre y verás la modernidad del país.
El caso Argyll también se llamó el ‘affaire’ del hombre sin cabeza porque la cabeza del tipo de la foto no se veía. La miniserie de la BBC se estrenó el 26 de diciembre en Gran Bretaña (al diablo con Dickens y Agatha Christie). Y el 29 en España (HBO Max). De tres, sólo hay un capítulo disponible. Y es extraordinario. Empieza en 1963 con los gritos de puta y va hacia atrás, al momento en que conoce a Ian Campbell, futuro duque de Argyll, un muerto de hambre con castillo al que financia.
El castillo de Inveraray no es el Pemberley que se encuentra Elizabeth Darcy. Ella es la hija única de un hombre muy rico y una mujer muy conocida. También por sus rollos con David Niven o Alí Khan, el de Rita Hayworth. El duque de Argyll (Paul Bettany) es un tipo de buena planta y cara de vicioso que muta a patán cruel y violento tras la boda.
Pero ella será la duquesa guarra (‘the dirty duchess’ para los periódicos). No sé si quienes no conocían el asunto van a convertir a Margaret en heroína de algún tipo de feminismo (no está por ningún sitio), pero qué bien que nos cuenten tan bien esta historia.