No mires arriba
Si levantas la vista en España es probable que veas el cometa Falcon
L Asátira es un género que murió cuando Quevedo le escribió a Góngora aquel soneto que hoy estaría prohibido por el frente monteril-garzoniano, convocante de huelgas de juguetes, juguetas y juguetos. La cumbre de la ironía está en el terceto final del pullazo quevedesco a su archienemigo literario: «éste, en quien hoy los pedos son sirenas, / éste es el culo, en Góngora y en culto, / que un bujarrón le conociera apenas». Lo siento, pero eso no se puede superar. Así que la película del meteorito del apocalipsis que tiene al personal en diatribas navajeras de montoyas y tarantos sobres si es muy buena o muy mala no es exactamente satírica. Si acaso es caricaturesca. Porque su fin es hacer una crítica a la imbecilidad contemporánea que iguale en la forma el grosor del fondo. El propio título es una metáfora imperativa. «No mires arriba». Ponte las vaquetas de las mulas de reata para que lo único que puedas contemplar es tu siguiente paso. Déjate guiar.
La película no es una burla de la clase política moderna, del periodismo basura, de las marabuntas lanares que creen antes a un youtuber que a un científico o del yugo de desinformación y forofismo al que nos someten las redes sociales. En eso es hiperrealista. Si hay algún pasaje cáustico, es el primer plano de la excara de Cate Blanchett, en cuyos pómulos ha entrado un chapista de polígono a enderezar su edad con alicates. Ese rostro, trabajado a medias por el imaginero de los ‘Simpsons de Castelldefels’ –si no los conoce, búsquelos en Google: le cambiarán la vida– y por la restauradora del ‘Ecce Homo’ de Borja, sí que tiene guasa. En la cirugía de escayolista de Blanchett está simbolizado el verdadero fin del mundo. El plástico contra la plástica.
Pero más allá de ese detalle de Gioconda pintada al gotelé, la película sirve al menos para alertar con sarcasmo a quienes tenemos presidentes peores que Meryl Streep. Aquí mismo, para qué ir más lejos, si miras arriba a lo mejor no ves venir el cometa Dibiasky, pero te puedes encontrar el cometa Falcon llevando a una boda a «éste, en quien hoy los pedos son sirenas».