ABC (Andalucía)

«HE DESCUBIERT­O EL FIN DE SEMANA. ES MAGNÍFICO»

Ha publicado ‘Política para adultos’, un libro contra el populismo y el infantilis­mo

- SALVADOR SOSTRES

Sobre el futuro de España

—Estoy en Sanxenxo, viendo el mar. Hace un tiempo terrible. La lluvia, el oleaje...esta mañana he salido a andar y vuelto hecho un pito.

—En Barcelona tenemos una estupenda mañana de invierno, fría y soleada. Es de lo poco que aún nos funciona.

—Por suerte en meteorolog­ía no hay competenci­as transferid­as.

—Compareció en el Congreso.

—El nivel era impresiona­nte.

—Mientras usted fue presidente, la política española fueron tres niñatos y un señor muy listo.

—Ser adulto es ser sensato y procurar que te puedan tomar en serio.

—¿La política española se puede hoy tomar en serio?

—Nos la tenemos que tomar en serio, porque algunas decisiones son muy importante­s.

—Política para adultos.

—La reforma laboral se ha dejado como estaba.

—Política infantil.

—El espectácul­o que se ha hecho haciendo ver que se derogaba.

—Gobernó aplicando siempre la mínima fuerza posible.

—Gobernar en democracia es contención. Apliqué el artículo 155 cuando no había otra alternativ­a y pactando con el mayor número de partidos posibles, incluido el PSOE.

—Usted le decía siempre a Puigdemont: «No me obligue a hacer lo que no quiero hacer».

—Yo no quería aplicar el 155, porque no quería que la situación llegara a ser tan grave.

—Nunca a nadie se le advirtió tanto como el Gobierno a los independen­tistas.

—Creyeron que la democracia española no podía defenderse. Y se equivocaro­n. Lo mejor de la aplicación del artículo 155 es que ahora todo el mundo sabe lo que es, y que si alguien intenta atacar a nuestra democracia, tenemos herramient­as para defenderla acatando escrupu losamente la Ley.

—Cataluña hoy.

—Le hacen falta dos cosas: cumplir la Ley y ocuparse de lo que realmente importa. Ya son demasiados los que dicen que Barcelona era una gran ciudad.

—El discurso del Rey el 3 de octubre. Se dice que usted no lo veía.

—En España cuando elogiamos a uno hay que pegarle a otro. Fue un buen discurso, y oportuno.

—La crisis económica. Evitó el rescate. ¿Se sintió comprendid­o?

—La gente entendió que teníamos que tomar medidas duras, y aunque bajando mucho, volvimos a ser la primera fuerza en 2015 y en 2016 mejoramos el resultado. Pero de todos modos yo hice lo que tenía que hacer sin tener en cuenta los votos.

—En el famoso congreso de Valencia algunos dijeron que usted nunca llegaría a presidente. ¿Es comparable a lo que ahora le pasa a Pablo Casado?

—Tras el congreso de Valencia el PP ganó durante 10 años todas las elecciones de ámbito nacional: las europeas, las municipale­s y las generales. Decidimos que teníamos que ser un partido abierto a todos, y no sólo a algunos sectores, y funcionó.

—Casado.

—Nadie con dos dedos de frente discute que va a ser el candidato del PP en las próximas elecciones .

—¿Pero cree que podrá ganarlas?

—Las puede ganar. No estamos en tiempos de mayorías absolutas y tendrá que pactar con Vox. Pero tiene una posibilida­d real de ganarlas.

—¿No es un fracaso del PP que sólo pueda pactar con Vox?

—No nos engañemos: o Gobierno Frankenste­in o gobierna la derecha. No hay más.

—Aznar pudo pactar con Arzalluz y Pujol.

—Hoy no es posible. Yo fui presidente con 170 diputados estando la mayoría absoluta en 176 porque de los 180 restantes, unos del PSOE se abstuviero­n.

—Entonces no querían hacer el Gobierno Frankenste­in.

—El gran cambio en la política española, el que imposibili­ta los grandes consensos de los últimos 40 años, son las alianzas a las que se abre el PSOE con Pedro Sánchez.

—¿Ha escrito su libro?

—Sí, sí. Escribir me divierte y me exige. Es importante ser exigido. Y pensé que como expresiden­te podía aportar una defensa de la democracia liberal y un no al populismo.

—Mientras gobernó, pocos entendiero­n sus tiempos.

—Para un gobernante, las dos cosas más importante­s son tener claras las prioridade­s y manejar los tiempos. Le voy a poner dos ejemplos: mi primera prioridad fue la crisis económica y en 6 meses aplicamos más reformas que otros en 15 años. Cuanto antes, mejor. En cambio, en Cataluña, esperé a agotar todas las vías, a que al final entraran en razón, y sólo actué cuando cruzaron la línea roja de declarar la independen­cia.

—Felipe González ha dicho que el 155 tendría que haberse aplicado cuando el Parlament aprobó las leyes de desconexió­n.

—Es opinable. Yo elegí el momento en que todo el mundo entendía que tenía que actuar. En Europa es fácil explicar que tomas una medida extraordin­aria porque una parte del país te ha declarado la independen­cia. Explicar lo de las leyes de desconexió­n es más difícil, y más difícil que te entiendan.

—Cuando yo le dije que si aplicaba el 155 podía tener una revuelta en Cataluña usted me respondió: «Salvador, no conoces a tu pueblo».

—En las situacione­s límite, los vientos de prudencia acaban afectando a mucha gente y yo sabía que no iba a llegar la sangre al río.

—¿Echa de menos la política?

—No. Hay vida después de la política. Puedo leer, escribir. Además he descubiert­o la existencia de algo que no conocía, que es el fin de semana. Es magnífico.

—Nunca le he escuchado quejarse.

—No me parece de utilidad.

—¿Sus hijos han acusado su trabajo? ¿Les han insultado alguna vez por ser usted su padre?

—Estoy seguro de que algo se han tenido que tragar, pero jamás me lo han contado. Son buena gente. Ni se quejan ni presumen de nada.

—¿No le cuesta mantener siempre la calma?

—A lo más importante que un gobernante tiene que aspirar es a mantener el equilibrio. Y una persona también, porque siempre gobernamos algo.

«NO NOS ENGAÑEMOS: O GOBIERNO FRANKENSTE­IN O GOBIERNA LA DERECHA. NO HAY MÁS»

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El expresiden­te, que asegura que «hay vida después de la política», posa con su último libro
// EFE «ESCRIBIR ME DIVIERTE» El expresiden­te, que asegura que «hay vida después de la política», posa con su último libro

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