«Con esta incertidumbre, la hostelería consiste ahora en ‘ir salvando’ limitaciones»
Los restaurantes lamentan las pérdidas tras haber confiado en una Navidad «normal»
Eli Pérez y José Manuel Manzano decidieron hace seis años embarcarse en un proyecto «muy de moda» junto al Laboratorio de las Artes de Valladolid, un emplazamiento perfecto para una oferta que mezcla gastronomía y cultura. Así nació GastroLava y lo que comenzó con muy buenos augurios, «por la novedad», acabó convirtiéndose en una lucha constante de casi 22 meses contra la «incertidumbre» que ha provocado que la hostelería consista en «ir salvando» obstáculos. A pesar de la serenidad con la que Eli relata los casi dos años, es difícil no imaginar el caos que está siendo abrir cada jornada.
Esta pareja de vallisoletanos optó por cerrar el negocio durante dos largos periodos, los de mayor incertidumbre, entre marzo y junio de 2020 y de octubre a junio de 2021. «Por los siete trabajadores, no podíamos estar metiéndolos y sacándolos del ERTE, eso nos pareció tremendo para ellos, así que decidimos que, hasta que estuviese claro, no abriríamos», explican. Y así lo hicieron, aunque con muchas dificultades, sobre todo durante el tiempo que duró el toque de queda a las 22.00 horas y, peor aún, el que estuvo vigente en Castilla y León hasta las ocho de la tarde. Luego el verano «fue correcto, aunque tampoco una locura porque la gente tenía miedo, pero nos salvó bastante la terraza».
Alud de cancelaciones
Ahora, cuando confiaban en una Navidad más o menos normal, ha llegado otra vez «la incertidumbre total», relata Eli y explica cómo en dos de los eventos que tenían programados estos días, las reservas se han anulado en más de un 60%.
En GastroLava no han parado de hacer reformas desde que comenzó la pandemia y, lo primero, fue anular la barra y ampliar espacios entre las mesas. José Manuel dice que poder acogerse a los ERTE ha sido fundamental, como también acogerse a ayudas de la Junta y el Ayuntamiento, lo que no ha evitado que pierdan dinero con tantos meses sin actividad. Se reconocen cansados de «estar otra vez así y que no se pueda planificar nada», sobre todo porque en verano «veías la luz» y, de nuevo, ahora toca Ómicron. Así que sólo queda la esperanza de que la situación cambie la próxima primavera y, poco a poco, se pueda recobrar una normalidad que ya casi nadie recuerda.