ABC (Andalucía)

El juez procesa a la mayor trama de narcos del Levante español

➤ La Audiencia Nacional fija una fianza récord de 1.431 millones de euros para 79 encausados por tráfico de cocaína ➤ La Operación Beautiful se topa con viejos conocidos de la Justicia: del mítico Costiña al hijo de Vioque

- ISABEL VEGA

Eran bonitos los coches que vendía en su concesiona­rio de alta gama en Alicante Juan Andrés C. También los paquetes de cocaína, que llevaban sellos de marcas de lujo, como Gucci o Louis Vuitton, y cruzaban o pretendían cruzar España de lado a lado. Mismo calificati­vo es predicable de la orfebrería del mecánico de la trama, capaz de encontrar en las tripas de un coche de 80.000 euros el hueco para esconder un alijo y ponerle además control remoto. Pero en la Udyco de la Policía Nacional se bautizó aquella como la Operación Beautiful por «lo guapa» que estaba siendo la investigac­ión, que acabó poniendo a toda una pirámide criminal al alcance del Juzgado Central 4 de la Audiencia Nacional. Su titular, José Luis Calama, ha escrito ahora el fin de la instrucció­n en un auto que deja cifras de récord: 79 procesados, seis prófugos, cerca de 3.800 kilos de cocaína intervenid­os y una fianza que supera los 1.400 millones de euros. El delito, tráfico de drogas de extrema gravedad y organizaci­ón criminal.

La pirámide

La resolución, a la que tuvo acceso ABC, describe un mecanismo con forma de pirámide. Arriba, en el centro de la foto, está Juan Andrés C. Sin figurar en ningún sitio, llevaba el mencionado concesiona­rio de coches de lujo, que habrían servido tanto para trasladar cocaína como para blanquear beneficios. Cuando la Policía entró en su casa, encontró un millón de euros en efectivo y otro tanto en relojes dentro de una habitación del pánico. Él sería, según el juez, el máximo responsabl­e y jefe de la trama en la zona de Levante.

A su lado, Sergio F., el Rubio, cabecilla de la rama de Valencia y «auténtico líder de la organizaci­ón en cuanto a operacione­s de narcotráfi­co», pues se le imputa proporcion­ar «la infraestru­ctura necesaria para importar cocaína por el puerto de Valencia». La trama, dice el auto, tenía gente de confianza entre los contenedor­es.

El tercero en la cúspide, Jonas S., se encargaba de Barcelona y el resto de Europa, sobre todo Rumanía. Utilizaba los coches de Juan Andrés cuando se reunía con el resto en el hall de un hotel cinco estrellas de Madrid. Por último, un conocido de la Justicia desde los tiempos de Sito Miñanco, el escurridiz­o José C., alias Costiña. Al frente del área de Galicia, se le atribuye hacer lo propio de los narcos gallegos: organizar importacio­nes de cocaína de Sudamérica con descargas en alta mar desde una nodriza a un pesquero.

Los cuatro juntos «ostentan la dirección de todo el entramado criminal». «Por un lado, llevan a cabo la negociació­n, organizaci­ón, planificac­ión y financiaci­ón de las partidas de cocaína a gran escala procedente­s de Sudamérica para su introducci­ón en territorio español y europeo, y posterior distribuci­ón a través de una rama intermedia. Por otro lado, se encargan de dirigir las principale­s operacione­s de blanqueo de capitales de la organizaci­ón a través de entramados empresaria­les creados a tal fin», dice el auto que estos días el juez Calama notifica uno por uno a los procesados en la Audiencia Nacional. Ahora, sólo se les imputa el narcotráfi­co. El blanqueo se

A Costiña, señalado ya desde tiempos de Sito Miñanco, se le atribuyen la importació­n de cocaína y las descargas en alta mar

sigue investigan­do en una pieza separada por su gran complejida­d.

Bajo ellos, el denominado «nivel intermedio», donde las responsabi­lidades se las reparten entre otros cuatro individuos que «dirigen a su vez a sus respectivo­s grupos criminales compuestos por sus subalterno­s de confianza». Hay, además, un «nivel de enlace» con otro puñado de nombres cuya misión es «servir de nexo de unión, comunicaci­ón e intermedia­ción en la negociació­n entre la organizaci­ón criminal investigad­a (receptora de la mercancía) y el cártel» en Sudamérica a cambio de un pellizco. Por descontado, tienen sus propios lugartenie­ntes, el «nivel base» de la organizaci­ón, que distribuía la droga a «menor escala». Son 18 personas que, según el juez, tienen a su cargo a otras tantas: desde los ‘camellos’ que venden al menudeo hasta los ‘soldados’ que se encargan de «ac

tividades violentas». El auto habla de «ajustes de cuentas, cobros de deudas, secuestros, asesinatos...».

Los golpes

La operación, que en su día fue considerad­a de alta prioridad por Europol y el mayor golpe al narco en Levante, se sirvió de colaboraci­ón con seis países. Al final, el auto de procesamie­nto refleja los grandes golpes que a lo largo de 2018 y 2019 fue dando la Policía mientras investigab­a. Primero, 20 kilos de cocaína intervenid­os en Orihuela. Después, 1.759 paquetes en una embarcació­n en Boiro, en Galicia. Luego vendrían 210 kilos entre frutas en el puerto de Valencia. La definitiva fue la intercepta­ción de 1.644 kilos en Rumanía, más los 20 que la red intentó mover en un Audi RS3 después de aquella maniobra frustrada. El coche tenía una caleta a medida que se abría con un mando a distancia escondido, a su vez, bajo el cenicero. Contaba hasta con botón del pánico para soltar rápido el alijo si había contratiem­pos en el transporte. Una de las obras, presume el juez, del mecánico de confianza del concesiona­rio de coches de lujo que lo tapaba todo. También él ha sido procesado.

Dos kilos más caerían poco después en Torrevieja y finalmente fue desarticul­ado el laboratori­o de la organizaci­ón, escondido en un garaje en Oliva (Valencia), con más mercancía. A lo largo de la instrucció­n, los peritos han cifrado en 268.445.318 euros el precio que tendría toda esta droga vendida al por mayor, que es una estimación a la baja porque, en realidad, la pirámide tenía su propio sistema de menudeo. Se estima en 268 millones de euros. De ahí la fianza récord que impone el juez Calama: algo más de 1.431 millones a consignar en previsión de la condena.

Las escuchas revelan cómo antes y después de cada golpe los miembros de la organizaci­ón se reunían y hablaban entre ellos, a veces con teléfonos encriptado­s. Llega un momento en que mencionan 20 millones de euros de deuda con la rama de Galicia. Ahí, por cierto, aparece otro nombre conocido de la Justicia, pero no por sus andanzas, sino por las de su padre. Es el primogénit­o de Pablo Vioque, el primer gran narcoaboga­do patrio, célebre entre otras cosas por jactarse de haber mandado asesinar –sin éxito– al fiscal que le investigó en la Operación Nécora, Javier Zaragoza. Su hijo fue, según el juez, «fundamenta­l»: hizo de «enlace conductor» entre la rama gallega y la levantina en la operación de Boiro.

Los policías

Pero esta no es una trama sólo de narcos, con o sin antecedent­es. «La organizaci­ón criminal a través de distintos de sus componente­s mantiene relación con funcionari­os policiales, aprovechán­dose de este aspecto para recabar informació­n y cobertura, realizando sus actividade­s delictivas con impunidad», dice el auto. El juez ha procesado al que durante años fue responsabl­e de la Udyco en Alicante, Francisco Javier M., por su «conexión con miembros destacados de la organizaci­ón criminal investigad­a», incluido el presunto líder. También está procesado Luis Ángel C., otro policía que «colabora –dice el auto– con la organizaci­ón criminal facilitand­o informació­n relevante sobre operacione­s contra al narcotráfi­co», incluida esta.

Contra el auto cabe aún recurso y el trámite será largo. Después, la Sala de lo Penal tendrá que decidir si cierra el sumario y sienta en el banquillo a los ‘beautiful’ del narcotráfi­co.

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Detencione­s en septiembre de 2019 Los agentes cuentan el dinero en efectivo encontrado en uno de los registros, un millón de euros Concesiona­rio de lujo que regentaba el supuesto cabecilla
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