De la ‘Europa de la cooperación’ a la Europa ‘potencia mundial’
Francia presenta sus objetivos para los seis meses en que dirigirá el Consejo Europeo
Como presidente en funciones de la UE, Emmanuel Macron aspira a «confirmar a Europa como potencia mundial plenamente soberana» a través de estas acciones: renovar la financiación del Pacto de estabilidad europeo, reformar la política de seguridad interior, reforzar la lucha colectiva contra la inmigración, crear algo parecido a una Europa de la defensa, compatible con la OTAN, entre otros proyectos de corte numérico y ecologista.
Tras la crisis económica agravada por la pandemia, y el lanzamiento de los créditos y fondos europeos consagrados a la reconstrucción de los Estados miembros de la UE, Macron se propone reformar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que rige la matriz institucional de la moneda única, el euro.
Antes de la pandemia, la UE estaba dividida entre países ‘austeros’, partidarios del rigor presupuestario (Alemania y el Este), y países ‘dispendiosos’, partidarios de gastar y endeudarse con más «alegría» (Francia, España, Italia). Tras la adopción y comienzo del reparto de los fondos europeos de recuperación, esa división quizá sea menos radical. Pero Macron aspira a negociar una gran reforma del PEC, que permita elevar los techos de déficit y deuda pública, haciendo compatible el rigor presupuestario y el crecimiento.
El éxito o fracaso de esa ambición francesa (apoyada por Italia y España) tendrá una importancia mayor para el futuro del euro y las distintas políticas económicas y fiscales europeas. La salida definitiva de la crisis (¿?) requiere al mismo tiempo el rigor presupuestario y líneas de crédito, según nuevas reglas por negociar.
Ante las crisis de la inmigración, en las fronteras del Este (Ucrania, Polonia), el canal de la Mancha (Inglaterra y Francia), el Mediterráneo (Grecia, Italia) y los Pirineos (Francia tiene cerrados una decena de puestos fronterizos con España), Macron se propone reformar y reforzar las reglas políticas, jurídicas y policiales del Espacio Schengen, el espacio de seguridad interior, con varios objetivos estratégicos: mejorar los controles policiales y militares de las fronteras comunes, combatir la inmigración ilegal, reforzar la seguridad interior de la veintena de Estados miembros.
Capítulo mayor de las ambiciones europeas de Macron: avanzar en el terreno tantas veces frecuentado, desde hace décadas, y siempre abandonado, falto de consenso continental, de una ‘política de defensa común’.
Entre 2017 y 2019, Macron insistió en varias ocasiones en el «riesgo de eclipse histórico de Europa», el estado de «muerte clínica» de la OTAN. La retirada norteamericana de Afganistán, la ‘guerra híbrida’ de Rusia en la frontera este de la UE, han agravado esos problemas de inmensa envergadura histórica.
Asumiendo la presidencia rotativa de la UE, Macron ha moderado relativamente su lenguaje, sin modificar su ambición esencial, que él presenta de este modo: «Si tuviese que resumir con una sola frase la ambición de la presidencia francesa, diría lo siguiente: debemos pasar de una Europa de la cooperación anterior a una Europa plenamente soberana, potencia mundial, libre y dueña de sus decisiones y destinos. En una palabra, debemos construir la soberanía estratégica de Europa. Ese concepto podía parecer impensable hace solo cuatro año. Hoy, miembros o no de la OTAN, los europeos debemos afrontar amenazas comunes».
París usará los Consejos de ministros para insistir en una defensa común europea «compatible» con la OTAN
Usar el acelerador
Se trata de una vieja ambición francesa, desde hace décadas: construir el pilar europeo de la defensa militar de Europa, el pilar europeo de la OTAN. Históricamente, Alemania, el Reino Unido, Polonia y los países del este, han sido hostiles en distinta medida a esos proyectos franceses, renovados por Macron. Varsovia, Viena, Berlin, siempre ha considerado que su seguridad nacional y la seguridad europea pasa por el compromiso militar de los EE. UU. con Europa. El abandono de Afganistán a su incierta suerte ha despertado dudas imprevisibles, que Angela Merkel fue la primera en subrayar.
París organizará una o varios consejos de defensa europeos, con el fin de trabajar e intentar avanzar en ese ambicioso proyecto, la pieza maestra de una soberanía europea defendida con mucho brío verbal.
Seis meses quizá sea un plazo de tiempo demasiado corto para consumar esas ambiciones. La campaña de las elecciones presidenciales francesas del próximo mes de abril quizá compliquen unas negociaciones multilaterales muy complejas.