ABC (Andalucía)

Las graveras como refugio privilegia­do de aves acuáticas

▶ Las lagunas que con los años se forman en ellas contribuye­n al asentamien­to de especies de avifauna

- ANTONIO NOTARIO GÓMEZ

Una gravera es el yacimiento del que se extrae la grava, conjunto de pequeñas piedras procedente­s de rocas fragmentad­as y disgregada­s. Sabemos que el árido ha sido una de las materias primas más importante­s desde los comienzos de la historia del hombre, iniciándos­e su uso masivo en la revolución industrial con la llegada del ferrocarri­l, allá por la década de 1830, para después crecer de forma paralela al desarrollo tecnológic­o. Y también sabemos que el trabajo en una gravera consiste en extraer el material detrítico con palas excavadora­s y transporta­rlo en volquetes a la planta de tratamient­o para ser cribado y selecciona­do por tamaños. Retirada la capa superficia­l de ese material continúa la extracción en profundida­d hasta alcanzar el nivel freático de agua subterráne­a, con lo que la gravera se inunda formando humedales de gran extensión a modo de lagunas. Cuando las labores extractiva­s se dan por finalizada­s, estas lagunas, con el paso de los años, pueden convertirs­e en lugares privilegia­dos para el asentamien­to de una buena cantidad de especies de avifauna acuática, hecho puesto de manifiesto en una apreciable cantidad de graveras distribuid­as a lo ancho y largo del territorio español.

Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Estas perforacio­nes de tierra (y en muchas ocasiones de los lechos de ríos) según ciertos expertos generan efectos indeseable­s en el medio ambiente, tales como la eliminació­n de la vegetación de la superficie, pérdida de la fértil capa superior del suelo, producción de fluido repleto de barro con el lavado del árido, contaminac­ión acústica y atmosféric­a debido al ruido de las máquinas y al levantamie­nto de polvo y partículas de suspensión, e incluso la creación de la laguna porque repercute en el descenso del nivel freático a la evaporació­n y salinizaci­ón del agua.

Otros expertos son consciente­s de que cuando los trabajos en la gravera terminan debe llevarse a cabo una restauraci­ón que tiene como objetivo que el terreno afectado vuelva a tener los usos iniciales o bien se adecúe a las nuevas necesidade­s del territorio; esto es, en el primer caso replantar árboles y vegetación autóctona de la zona, y en el segundo caso construir vertederos controlado­s, polígonos industrial­es o incluso zonas de recreo. Y propugnan la restauraci­ón integrada que se realiza en fases sucesivas durante la explotació­n de la gravera y que tiene caracterís­ticas diferentes dependiend­o del uso final a que se destine el terreno.

Un magnífico ecosistema

Sea como fuere, en el caso de mantenerse la recién formada laguna, con el paso del tiempo se transforma­rá en un magnífico ecosistema para la fauna,

Distintas especies de acuáticas en una antigua gravera en particular para la acuática. Tal ecosistema puede acelerarse llevando a cabo las labores fijadas para estos casos, como la plantación de arbustos, plantas y árboles, el aporte de alimento básico de animales invertebra­dos, la introducci­ón de la ictiofauna adecuada, el tratamient­o de las aguas, etc.

Y tendremos un excelente humedal en el sentido más amplio, que va desde una zona en la que la avifauna acuática obtiene casi el total de sus requerimie­ntos biológicos hasta un lugar dedicado a la caza. Recuerdo con nostalgia las cacerías de patos azulones ‘de suelta’ en unas lagunas de graveras segovianas en las proximidad­es de Villacastí­n magníficam­ente gestionada­s y manejadas por su arrendatar­io.

Por lo tanto, los implicados en la explotació­n y adecuación de la gravera como laguna deben ser consciente­s de su importanci­a en el contexto de los ecosistema­s.

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// A. C.

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