Las graveras como refugio privilegiado de aves acuáticas
▶ Las lagunas que con los años se forman en ellas contribuyen al asentamiento de especies de avifauna
Una gravera es el yacimiento del que se extrae la grava, conjunto de pequeñas piedras procedentes de rocas fragmentadas y disgregadas. Sabemos que el árido ha sido una de las materias primas más importantes desde los comienzos de la historia del hombre, iniciándose su uso masivo en la revolución industrial con la llegada del ferrocarril, allá por la década de 1830, para después crecer de forma paralela al desarrollo tecnológico. Y también sabemos que el trabajo en una gravera consiste en extraer el material detrítico con palas excavadoras y transportarlo en volquetes a la planta de tratamiento para ser cribado y seleccionado por tamaños. Retirada la capa superficial de ese material continúa la extracción en profundidad hasta alcanzar el nivel freático de agua subterránea, con lo que la gravera se inunda formando humedales de gran extensión a modo de lagunas. Cuando las labores extractivas se dan por finalizadas, estas lagunas, con el paso de los años, pueden convertirse en lugares privilegiados para el asentamiento de una buena cantidad de especies de avifauna acuática, hecho puesto de manifiesto en una apreciable cantidad de graveras distribuidas a lo ancho y largo del territorio español.
Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Estas perforaciones de tierra (y en muchas ocasiones de los lechos de ríos) según ciertos expertos generan efectos indeseables en el medio ambiente, tales como la eliminación de la vegetación de la superficie, pérdida de la fértil capa superior del suelo, producción de fluido repleto de barro con el lavado del árido, contaminación acústica y atmosférica debido al ruido de las máquinas y al levantamiento de polvo y partículas de suspensión, e incluso la creación de la laguna porque repercute en el descenso del nivel freático a la evaporación y salinización del agua.
Otros expertos son conscientes de que cuando los trabajos en la gravera terminan debe llevarse a cabo una restauración que tiene como objetivo que el terreno afectado vuelva a tener los usos iniciales o bien se adecúe a las nuevas necesidades del territorio; esto es, en el primer caso replantar árboles y vegetación autóctona de la zona, y en el segundo caso construir vertederos controlados, polígonos industriales o incluso zonas de recreo. Y propugnan la restauración integrada que se realiza en fases sucesivas durante la explotación de la gravera y que tiene características diferentes dependiendo del uso final a que se destine el terreno.
Un magnífico ecosistema
Sea como fuere, en el caso de mantenerse la recién formada laguna, con el paso del tiempo se transformará en un magnífico ecosistema para la fauna,
Distintas especies de acuáticas en una antigua gravera en particular para la acuática. Tal ecosistema puede acelerarse llevando a cabo las labores fijadas para estos casos, como la plantación de arbustos, plantas y árboles, el aporte de alimento básico de animales invertebrados, la introducción de la ictiofauna adecuada, el tratamiento de las aguas, etc.
Y tendremos un excelente humedal en el sentido más amplio, que va desde una zona en la que la avifauna acuática obtiene casi el total de sus requerimientos biológicos hasta un lugar dedicado a la caza. Recuerdo con nostalgia las cacerías de patos azulones ‘de suelta’ en unas lagunas de graveras segovianas en las proximidades de Villacastín magníficamente gestionadas y manejadas por su arrendatario.
Por lo tanto, los implicados en la explotación y adecuación de la gravera como laguna deben ser conscientes de su importancia en el contexto de los ecosistemas.