Fugas de película en los 25 años del penal de Huelva
Desde que abrió como uno de los primeros penales de máxima seguridad de Andalucía, la macrocárcel ha escrito páginas de historia penitenciaria memorables
Una población reclusa que ronda el millar de internos (cifra que de momento no va a subir al estar el penal en obras) contrasta con los años de masificación que siguieron a su puesta en marcha, llegándose a romper el techo de los 1.800 presos en la pasada década, con denuncias constantes por hacinamiento y conflictividad desde los sindicatos penitenciarios.
Durante años, el penal de La Ribera copó asimismo los primeros puestos de las listas negras de las ONG, incluida la Asociación ProDerechos Humanos onubense, por incidencias y supuestos malos tratos denunciados por los internos, mientras la imagen proyectada de seguridad estalló en pedazos en pleno rodaje del centro, con poco más de dos años en funcionamiento.
Un recluso protagonizó una fuga tras saltar un muro desde uno de los patios, recorrer una zona de seguridad sin impedimento alguno y salir al exterior abriendo un portón de una patada. Literal. El sistema de alarmas no funcionó.
Más de una década después, Interior y la Guardia Civil frustraron el plan de evasión —helicóptero incluido— que tenía previsto poner en práctica (2009) la banda terrorista ETA para sacar de la penitenciaría onubense a Jorge García Sertutxa, condenado por intentar matar al Rey en Mallorca, y a Igor Solana, miembro del Comando Andalucía. El módulo 16 de la prisión onubense, que ha visto pasar a decenas de terroristas de ETA, ha quedado vaciado por Interior de miembros de la banda este año, cuando se cumplen los 25 años desde su puesta en marcha, superada la etapa más gris por fugas, conflictividad y amortiguada la masificación del centro.
Mujeres y drogas
En los últimos años, las luces tienden a ganar el pulso a las sombras, con planes y programas pioneros en Huelva que sirven de referente a nivel nacional. Por primera vez, en este 2021, las mujeres han podido acceder a una Unidad Terapéutica Educativa (UTE), un modelo para la rehabilitación de población reclusa con problemas de drogadicción y adiciones que comenzó a funcionar en 2007 en Huelva y estaba hasta ahora vetado a la mujer. El penal onubense destaca por una amplia implantación de los módulos terapéuticos, que llegan casi a la mitad de la población reclusa. El 33% de los internos cumplen condena en alguno de los módulos de respeto y el 13% están en una unidad terapéutica, lo que supone el 46% del total. Más de 3.300 internos han pasado por el programa educativo.
Frente a estos datos, solo un 1,5% se encuentran en primer grado, el régimen más restrictivo, considerado como un fracaso del sistema penitenciario. La educación se considera como otro «pilar fundamental», afirma el director del centro onubense, Raúl Barba, con una media de matriculaciones de entre 300 y 400 personas al año y la apertura del bachillerato hace tres cursos.
El penal de Huelva destaca también por las salidas programadas, con la consolidación de la peregrinación al Rocío que anualmente realiza un grupo de internos, un programa pionero que se inició hace 20 años y que «ha resultado un éxito». A este plan le seguiría después el de las salidas para participar en el campeonato nacional de fútbol de centros penitenciarios, del que el equipo onubense lleva ganadas cinco de las nueve ediciones que se han desarrollado hasta el momento.
Entre las próximas metas, Barba tiene como prioridad la atención a los internos que padecen alguna enfermedad mental, a los que considera «se deben dirigir más recursos y un programa específico» y el refuerzo de la seguridad. La puesta en marcha de la unidad canina ha conseguido reducir la entrada de sustancias estupefacientes y prohibidas en el penal, por lo que se pretende reforzar la seguridad en este aspecto para «un entorno óptimo».