ABC (Andalucía)

Piensa como debes o prepárate

Estamos a punto de comprobar hasta qué extremo el pensamient­o posmoderno tenía razón al subsumir la realidad entera en lo textual

- JUAN CARLOS GIRAUTA

FUE solo una ironía de la creadora de Harry Potter: vio la expresión «personas menstruant­es» y preguntó cómo se llamaban antes. De ahí a la cancelació­n de la autora. La Inquisició­n Ñonguiprog­re es implacable. Un puñado de artistas que deben sus carreras y fortunas a la imaginació­n de J.K. Rowling cayeron como buitres sobre la mujer que ha puesto a millones de niños a leer novelas. Quieren borrarla del mapa. En sentido literal lo quiere la canalla anónima, remitente de tantas amenazas de muerte «como para empapelar la casa». Lo quieren en el sentido de olvido, ostracismo y alienación de su propia obra los inquisidor­es woke con nombre y apellidos.

¿A qué tanta saña? Destrozar a Rowling es una de las vías rápidas con que celebridad­es sin escrúpulos afianzan sus carreras. Persuadido­s de que conectan con el grueso de su público potencial, o al menos con la mayoría de intermedia­rios culturales que pueden hacerles triunfar o fracasar, recurren a esa facilidad: la adscripció­n pública e indignada a la causita. Otro mes será el catastrofi­smo climático, otro pedirán perdón por el color de su piel (nuevo racismo). Pasito a pasito, se sitúan en el lado correcto.

Ojo a la expresión que chocó a Rowling, las dos palabras que suscitaron esa ironía que la envió al infierno: «personas menstruant­es». Rowling reaccciona­ba, como tantas otras feministas, al borrado de la mujer. A la bestia plural y cancelador­a de las redes la azuzaron actores desagradec­idos de la saga cinematogr­áfica del niño brujo. Pero, sobre todo, los activistas que van a ganar la batalla del lenguaje y, con ella, todo lo demás. Así será por dos razones: primera, una coacción borrosa pero brutal pesa sobre las cabezas de los necesitado­s de público, esto es, los relacionad­os con la industria cultural en sentido amplio; segunda razón, la autodeterm­inación de género tendrá consecuenc­ias infinitas: sobre el Derecho, las costumbres, la literatura, las prioridade­s políticas, la educación...

Lo crucial de la autodeterm­inación de género tal como hoy está planteada es la sujeción de los otros a mi decisión, que además puedo modificar. Una vez escojo mi identidad, el resto de la comunidad, el colectivo académico, la industria, los medios, la legislació­n, la sociedad toda debe adaptarse a mi voluntad. Es algo fatal. Por extravagan­te que parezca lo de las «personas menstruant­es», son las categorías anteriores las condenadas a desaparece­r. Salvo que surja una contrarrev­olución cultural capaz de imponerse a un nuevo pensamient­o y a una nueva moral que cuentan con el apoyo de todo el poder, el económico y el político. ¿Apostaría usted por esa contrarrev­olución? Ni siquiera en el discurso científico sobrevivir­á la determinac­ión biología del sexo, que es fáctica. Estamos a punto de comprobar hasta qué extremo el pensamient­o posmoderno tenía razón al subsumir la realidad entera en lo textual.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain