Cartas marcadas
En cierta medida, este año jugamos con las cartas marcadas. Lo que estamos viendo estos días en los mercados ya lo vimos a finales de 2020 y primera parte del año pasado. La subida de tipos de interés de la mano de las perspectivas de reapertura económica es una situación que ya vivimos y que se torció en mayo del año pasado cuando irrumpió la que en España fue la quinta ola. A lo anterior se sumaron las dudas de las eventuales consecuencias de los cuellos de botella y repunte del precio de la energía en la economía, lo que provocó que el mercado, con la curva de tipos de interés a la cabeza, desandara parte del camino andado. Hoy parece que se están volviendo a superar los miedos, y aunque se ha retrasado algo la meta volante parece que la estamos alcanzando.
Con independencia de que no sabemos si esta es o no la buena, sí sabemos lo que va a hacer el mercado de serlo, porque lo vimos en primera persona hace unos meses.
Subidas de la curva de tipos de interés poniendo en precio la vuelta a la normalidad son malas para la renta fija en general. Como se produce por las razones buenas –recuperación de la economía– no debería trasladarse a la ampliación de los diferenciales del crédito, aunque es difícil que mejore en un entorno en el que la salida de los bancos centrales se va a traducir en general en retirada de dinero del sistema.
En lo que respecta a la Bolsa, lo harán mejor los sectores más ligados a la economía real frente a los llamados de crecimiento, cuya valoración depende mucho de las tasas de descuento que van de la mano de la evolución del tipo libre de riesgo. De hecho, y aunque pueda haber pasado desapercibido por el buen comportamiento en general de las Fang, una parte importante del Nasdaq ha caído bastante desde los máximos de hace unos meses.
El mercado se seguirá moviendo a golpe de titular interpretado en clave macro. Pero si al final esta es la buena, ya sabemos cómo se van a comportar los distintos activos.