La teoría de la negatividad
El Gobierno andaluz debe tener en cuenta errores de estrategia como el cometido por Casado
Dicen que el último gran error de Pablo Casado no es su pelea celotípica con Isabel Ayuso, que también, sino su negativa reacción a la firma del acuerdo de reforma laboral al que se ha opuesto con un no irreflexivo, instantáneo, de fábrica.
Casado ha perdido la oportunidad de resaltar en positivo que la clave de esa reforma está precisamente en que sigue siendo aquella del PP que sacó adelante Fátima Báñez, contra la que se movilizó la izquierda, que fue la herramienta para la recuperación económica y que Europa ha defendido frente a la promesa inicial de derogarla del sanchismo.
Con su no, Casado permite que la ministra Yolanda Díaz acapare todo el protagonismo de un acuerdo que firman sindicatos y patronal y que señala entre sus objetivos la lucha contra la temporalidad y la precariedad laboral. Casado, además, impide que el PP se proyecte en el consenso en tiempos difíciles cuando la sociedad los está reclamando a gritos.
Sumarse a un acuerdo con este Gobierno genera lógica urticaria y da a Vox una baza en su teoría sobre la similitud de los grandes partidos nacionales, pero negar por sistema algún acierto en la gestión gubernamental afecta a la salud democrática en general.
El Gobierno andaluz, que lleva a gala su moderación, debe tener en cuenta estos errores de estrategia, porque evidenció los mismos síntomas cuando se anunció por el Ministerio de Hacienda un borrador para esa reforma de la financiación autonómica que Andalucía lleva años demandando mientras pierde 4 millones de euros al día por el sistema vigente. La primera reacción fue rechazarlo con desconfianza. Moreno perdió la oportunidad de hacer valer que tras su exitosa estrategia de frente común con Ximo Puig el Gobierno había atendido la primera reivindicación andaluza, anteponer a otros el criterio de población. Luego habrá tiempo de analizar las trampas del documento, que las tendrá. Para ello, la Junta de Andalucía tiene todo el mes para redactar sus consideraciones y, con datos objetivos, hacer valer sus razones para mejorarlo o desmontarlo con una propuesta mucho mejor.
Solo desde la humildad se puede llamar al consenso. Esa máxima vale para todos. Por eso el modelo de negociación chantaje que propone Espadas, antes sobre los presupuestos ahora sobre la sanidad, carece de credibilidad.
Después de lo pasado en estos dos últimos años, lo negativo no va a estar de moda. La confrontación es un arma política que se desgasta con el uso y este tiempo requiere de consensos difíciles y de propuestas positivas que no estén basadas en la propaganda partidista sino en la evidencia científica del sentido común.
Después de lo pasado en estos dos últimos años, lo negativo no va a estar de moda. La confrontación es un arma política que se desgasta con el uso