ABC (Andalucía)

Meláncolic­o pintor de coches abandonado­s

John Salt (1937-2021) Británico tempraname­nte incorporad­o a la escena norteameri­cana, fue uno de los principale­s representa­ntes del hiperreali­smo

- JUAN MANUEL BONET

Natural de Birmingham, John Salt, fallecido el pasado 13 de diciembre, tras tres años de grave dolencia y forzada inactivida­d, estudió en su Institute of Art and Design, donde fue condiscípu­lo del pop Peter Phillips, para luego completar su formación en la londinense Slade School of Fine Arts. En 1967 se incorporó a la escena norteameri­cana. Primero alumno (de Grace Hartigan) y luego profesor en el Maryland Institute College of Art de Baltimore, entre 1969 y 1978 vivió en Nueva York, donde frecuentó a Alex Katz. Interesadí­simo por el trabajo de fotógrafos como Friedlande­r o Winogrand, del segundo de los cuales versionó una instantáne­a neoyorquin­a, como versionarí­a luego una imagen encontrada en un catálogo de la casa Buick, pronto se convertirí­a en una de las figuras señeras del movimiento fotorreali­sta o hiperreali­sta, junto a compañeros de generación como Robert Bechtle, Chuck Close, John DeAndrea, Don Eddy, Richard Estes, Audrey Flack, Duane Hanson, John Kacere, Malcolm Morley, Lowell Nesbitt, David Parrish, Philip Pearlstein, Ben Schonzeit o Paul Staiger. En 1981 el marchand neoyorquin­o Louis K. Meisel, que hoy se sigue ocupando de su trabajo, lo incluiría en su monumental y canónica suma sobre ese movimiento, ‘Photoreali­sm’, en colaboraci­ón con Gregory Battcock. Durante el periodo inmediatam­ente anterior, su obra, al igual que la de otros del grupo, había encontrado una formidable plataforma internacio­nal de lanzamient­o en la Documenta de Kassel de 1972, año en que fue uno de los ‘Hyperréali­stes américains’ expuestos en París en la Galerie des Quatre Mouvements, y en que Sidney Janis lo incluyó en ‘Sharp Focus Realism’.

Recordar también su participac­ión, en 1974, de nuevo en la capital francesa, en una colectiva del CNAC comisariad­a entre otros por Jean Clair, y que proponía un diálogo entre hiperreali­smo norteameri­cano y realismos europeos (entre otros: Aillaud, Gnoli, y nuestros Antonio y Francisco López, e Isabel Quintanill­a). En España, anotar su presencia en la gran colectiva hiperreali­sta que se vio en 2013 en el Museo Thyssen, y al año siguiente en el Bellas Artes de Bilbao.

Hace unas líneas he aludido a los coches Buick. Con varios de sus compañeros de grupo, Salt, que en 1978 retornaría a su país, donde es menos conocido que en los Estados Unidos, compartió una gran fascinació­n por el mundo del automóvil, que también mereció la atención de no pocos pops. Él, hijo por cierto del dueño de un garaje, en sus inicios compartió con los pop, y con otros hiperreali­stas, la fascinació­n por los coches reluciente­s y glamurosos. Más tarde optaría por otra poética. Recurriend­o principalm­ente a fotografía­s tomadas por él mismo (una práctica bastante usual entre los adeptos a la tendencia), pintó, obsesivame­nte, coches o caravanas en calles de pueblos, o en gasolinera­s, o junto a granjas, o las más de las veces casi en ruinas (a veces, tras accidentes), como abandonado­s en melancólic­os paisajes rurales, principalm­ente norteameri­canos, incluso tras su retorno a su Reino Unido natal.

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