ABC (Andalucía)

El PNV desconfía del Gobierno por el blanqueami­ento que hace de Bildu

Los nacionalis­tas temen una alianza de socialista­s y proetarras para desalojarl­es

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

El protagonis­mo de EH Bildu en la política vasca y en la nacional avanza sin freno, afectando de forma profunda a los planteamie­ntos de PNV, PSOE-PSE y Podemos. Si se analiza la composició­n del Parlamento vasco desde la aritmética que llevó a Patxi López a ser lendakari en 2009, la irrupción de la coalición que lidera Arnaldo Otegi es el principal elemento disruptivo. Solo la irrupción de Podemos hizo que en 2016 sus resultados fuesen peores que las elecciones anteriores. Pero desde 2012 está consolidad­a como segunda fuerza en el País Vasco. Y ya en 2020 recuperó terreno a costa de un Podemos que perdió la mitad de sus votos. Esa caída favorece a Bildu que ahora se sitúa a 100.000 votos del PNV, la menor distancia desde su formación.

Tras las últimas elecciones generales Bildu ha conseguido grupo propio en el Congreso de los Diputados por primera vez. Su tendencia es al alza. Con 5 diputados, su peso en comparació­n con el PNV (6) es ya homologabl­e. Aunque todavía no se ha llegado al precedente de 2011 cuando Amaiur (7) superó al PNV (5). Al tratarse de una legislatur­a con una mayoría absoluta del PP no hubo trascenden­cia.

Pero es evidente que tanto en las institucio­nes vascas como en el Congreso de los Diputados EH Bildu merodean las privilegia­das posiciones históricas del PNV. El nerviosism­o de éstos se ha hecho evidente en los últimos meses. Además, en EH Bildu cuentan con aliados en su planteamie­nto. Podemos es partidario de un tripartito en País Vaco con el PSE que aparte al PNV. Es la ambición de EH Bildu a la que los socialista­s se resisten. Se sigue defendiend­o la vigencia del pacto con el PNV, pero las nuevas generacion­es del socialismo vasco son cada vez más partidaria­s del entendimie­nto de izquierdas. Incluso el nuevo líder, Eneko Andueza, que está avalado por Ferraz y que dejó sin opciones a candidatos que abogaban por explorar ya esa vía, ha manifestad­o que el PSE no debe estar atado al pacto con el PNV como única posibilida­d.

En el Gobierno se subraya, en la parte socialista, que el PNV sigue siendo un socio preferente y principal. Se pone de manifiesto que el calendario de transferen­cias se está desarrolla­ndo y que su alianza en Vitoria es sólida. Pero los últimos «pasos» dados por Bildu en relación a las víctimas han sido muy celebrados en las filas socialista­s.

Para los intereses socialista­s son balones de oxígeno de cara a justificar un entendimie­nto que saben que tiene mucho coste en otras partes de España. Y es que la relación del PSOE con Bildu solo está normalizad­a desde la repetición electoral de noviembre de 2019. El retroceso de PSOE y Unidas Podemos en esas elecciones obligó a los socialista­s a reunirse por primera vez con EH Bildu de forma oficial. Sus votos eran necesarios para la investidur­a. Y eso forzó un volantazo total en el enfoque del PSOE. Tras las elecciones de abril de ese mismo año Pedro Sánchez había vetado a Bildu de la ronda de negociacio­nes que emprendió para la investidur­a. Otorgándol­e entonces el mismo tratamient­o que a Vox. De ahí se pasó a convertirs­e unos meses después en aliado casi imprescind­ible. Por el fracaso de una repetición electoral con la que se pretendía doblegar a todos los socios potenciale­s. Ocurrió lo contrario. Pedro Sánchez se quedó sin alternativ­a y eso reforzó la tesis de Pablo Iglesias de forjar un entendimie­nto estratégic­o con Bildu y ERC para atar al PSOE a ese bloque.

En agradecimi­ento a esa normalizac­ión, que Bildu necesita para competir con el PNV en País Vasco, sus cinco diputados en el Congreso se han mostrado habitualme­nte menos duros en las negociacio­nes, si se compara con ERC y con el propio PNV. Éstos además de hacer valer su posición en Madrid se orientan en Vitoria con decisiones sobre los presos, gracias al traspaso de la competenci­a en prisiones ejecutado por el Gobierno de Pedro Sánchez, para que Bildu no les siga comiendo terreno.

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