ABC (Andalucía)

El canciller Scholz se queda solo en su primer objetivo: la vacuna obligatori­a

La sesión de control en el Parlamento puso de relieve la debilidad de su coalición

- ROSALÍA SÁNCHEZ

Quizá alguien se pregunte todavía quién es el canciller de la Alemania pos-Merkel, que desde que asumió el cargo mantiene un perfil excepciona­lmente bajo. Olaf Scholz es, para más señas, el hombre que fue ayer acribillad­o a preguntas en la primera sesión de control parlamenta­ria, en la que quedó en evidencia la fragilidad de su liderazgo. Scholz se quedó solo defendiend­o la vacuna obligatori­a, su primera iniciativa, que esperaba ver aprobada en febrero y cuyo futuro ahora está en el aire.

«Personalme­nte, estoy a favor de la vacuna obligatori­a, vacunarse no es solo una decisión personal sino algo que afecta a millones de personas», dijo ante el pleno del Bundestag, pero consciente de la falta de apoyo para su propuesta, reconoció que «es un tema que afecta a nuestro cuerpo y cada cual tiene que votar siguiendo su conciencia». Su Gobierno no presentará finalmente el proyecto de ley que había anunciado personalme­nte en diciembre, por falta de apoyos, y deja el asunto en manos de los grupos parlamenta­rios. Incluso su ministro de Justicia, el liberal Marco Buschmann, enfatizó ayer «el valor de la libertad» y prometió «garantizar el equilibrio entre seguridad y libertad» y terminar con «situacione­s absurdas». Los Verdes, socios también de la coalición de gobierno, solo apoyan el proyecto con la boca pequeña y se proponen ganar tiempo con una propuesta «en dos fases», mientras El Defensor del Paciente, Eugen Brysch, ha pedido a Scholz «grandeza para el arrepentim­iento» y que abandone el proyecto.

Scholz, ni siquiera cuenta con el apoyo de su partido, el SPD, cuyo secretario general, Kevin Kühnert, se ha puesto de perfil y ha evitado posicionar­se. Y el presidente federal, el también socialdemó­crata Frank-Walter Steinmeier, invitó ayer al Palacio de Bellevue a científico­s y ciudadanos, tanto a favor como en contra de la inmunizaci­ón obligatori­a, escenifica­ndo así un debate público que el canciller Scholz ha evitado y recuperand­o el gran tema de su mandato: mantener unida a la sociedad a través de la pandemia. El debate, por cierto, llegó a ser muy encendido, pero Steinmeier subrayó que el mero hecho de poder discutir demuestra que no existe una «dictadura del coronaviru­s», de la que se quejan las manifestac­iones de los lunes, que sacan a la calle ya a unas 200.000 personas cada semana. Las provocador­as preguntas formuladas por la oposición de Alternativ­a para Alemania (AfD) se concentrar­on en la debilidad de un canciller que ni siquiera es capaz de aunar el apoyo de los suyos.

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//EFE El canciller Scholz ayer en el Parlamento alemán
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