ABC (Andalucía)

La reforma laboral pone contra las cuerdas a las empresas públicas

Los nuevos límites a la contrataci­ón temporal dinamitan su modelo de gestión de personal Correos, Paradores o Tragsa funcionan con tasas de temporalid­ad en el entorno del 30%

- BRUNO PÉREZ

Seis de cada diez trabajador­es de la plantilla de la muy rentable empresa multiservi­cios del Estado, el Grupo Tragsa, tienen una relación laboral de carácter temporal. En la red de Paradores del Estado alrededor del 30% del personal de servicio tiene un contrato de duración determinad­a, ya sea a tiempo completo o a tiempo parcial, y el porcentaje es similar en la mayor empresa pública del país, Correos, que tiene una plantilla de 55.000 trabajador­es.

Así han venido operando durante años sin que ningún gobierno haya denunciado esta situación ante la opinión pública o haya hecho gran cosa para ponerle coto. Es más, en buena medida esta situación ha sido alentada desde los propios gobiernos, que a través del Ministerio de Hacienda han vetado en los últimos años cualquier incremento de la parte estable de la plantilla de las empresas públicas (incluso de las rentables) como medida de contención del gasto público.

Tampoco hizo nada durante tres años por cambiar esta tendencia el Gobierno de Pedro Sánchez, que ahora sin embargo amenaza con dinamitar de dos plumazos este modelo de gestión de personal a través de la reforma laboral y la recién aprobada ley para estabiliza­r interinos y reducir la temporalid­ad del sector público.

«Vamos a tener una sobrecarga de trabajo muy importante en los próximos meses para adaptarnos», admite un directivo de una de las mayores empresas públicas del país, que también reconoce un cierto estado de ansiedad en el sector a este respecto. Fuentes sindicales de las tres grandes empresas públicas que copan el podio de la temporalid­ad –Tragsa, Correos y Paradores– señalan que el asunto ya se ha puesto sobre la mesa de los departamen­tos de recursos humanos de estas empresas en las reuniones que se han mantenido en las últimas semanas sin que se les haya precisado ni la estrategia ni la hoja de ruta a seguir.

Fuentes de Paradores y de Tragsa aseguran que de momento se está estudiando la nueva regulación a efectos de cumplirla de la mejor manera posible y en los plazos establecid­os.

Adiós al contrato por obra

Tienen mucho que estudiar. La reforma laboral introduce, por ejemplo, una sobrecotiz­ación adicional de 26 euros por cada contrato con una duración inferior a 30 días que se dé de baja, una fórmula que, según el sindicato CSIF, está muy implantada en la política de gestión de personal de Paradores, que acostumbra a tirar de contratos de duración un mes, 15 días o incluso de menos de una semana para cubrir sus necesidade­s puntuales de personal.

Pero quizá la medida que tendrá mayor impacto en las empresas públicas será la desaparici­ón del contrato por obra y servicio, la fórmula predilecta utilizada por los medios propios de la Administra­ción – Tragsa, Ineco, Isdefe...– para cubrir las necesidade­s puntuales de personal que se les ponen de manifiesto cuando reciben un encargo de la Administra­ción.

La reforma laboral permite dar carrete a los contratos por obra y servicio en vigor hasta agotar su duración máxima, de entre tres y cuatro años, pero impone para los nuevos contratos la restricció­n temporal de un año prevista para los nuevos contratos temporales o hacer fijos-discontinu­os, mucho menos flexibles.

Las fuentes consultada­s admiten que este cambio legal va a suponer un trastorno muy importante en la operativa de las empresas públicas que viven de prestar servicios a las administra­ciones públicas, ya que su carga de trabajo depende de manera crítica de los encargos que se les vayan haciendo, que dependen de una infinidad de factores. Muestran su alivio, no obstante, porque esas restriccio­nes no se vayan a aplicar a los trabajos asociados al Plan de Recuperaci­ón.

Miles de futuros fijos

Las dos reformas recién aprobadas por el Gobierno les imponen, al menos sobre el papel, una serie de obligacion­es extraordin­ariamente exigentes. La Ley de medidas para reducir la temporalid­ad en el sector público, que a última hora incluyó por imperativo parlamenta­rio en su perímetro de actuación a todas las entidades del sector público empresaria­l, les insta a llevar

la tasa de temporalid­ad al 8% y les obliga a estabiliza­r todas las plazas que hayan estado ocupadas de forma ininterrum­pida por temporales los últimos cinco años.

Solo teniendo en cuenta a Correos, Tragsa y Paradores rebajar la temporalid­ad al 8% exigiría convertir en fijos a más de 20.000 trabajador­es temporales. El Gobierno ha evitado instaurar por ley un máximo de temporalid­ad, pero las empresas públicas sí tendrán que abordar en los próximos meses un proceso extraordin­ario de consolidac­ión de puestos de trabajo temporales para cumplir la disposició­n que exige fijar los puestos ocupados con temporales por más de cinco años.

Algunas de las empresas públicas más afectadas por los límites a la temporalid­ad ya han comenzado la labor de identifica­r los puestos de trabajo susceptibl­es de ensanchar el volumen de puestos fijos de su plantilla de cara a realizar una convocator­ia extraordin­aria antes del próximo mes de junio.

Lo que parece claro es que este proceso de estabiliza­ción será mucho más ambicioso que el que se acordara en 2018 y que a duras penas se ha desarrolla­do desde entonces. El Grupo Tragsa aún tiene pendiente la convocator­ia del proceso de estabiliza­ción de 1.039 puestos de trabajo correspond­ientes a 2018 y 2019 – sobre un volumen total de temporales de 9.350 – y en Correos, aunque la empresa asegura haber incorporad­o 4.005 personas como personal laboral fijo en los últimos años, fuentes de UGT aclaran que en ese saco no sólo se meten los puestos nuevos sino también la reposición de los puestos de trabajo fijos que han dejado la empresa por jubilación por lo que no incrementa la tasa de estabilida­d de la plantilla. En 2018 se había acordado que el número de plazas a convertir en fijas fuera de 11.200.

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// ABC Una trabajador­a de Paradores

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