ABC (Andalucía)

La pandemia vuelve a vaciar los comercios de Estados Unidos

Miles de reponedore­s, distribuid­ores y transporti­stas están de baja por el Covid

- DAVID ALANDETE

Huevos: agotados. Pollo: agotado. Tomates: agotados. Pan: solo de molde. Leche: solo de sabor fresa y chocolate. Un empleado del supermerca­do llega con un carro y coloca cinco bandejas de filete de pollo deshuesado sobre una balda refrigerad­a y desierta. Desaparece­n en menos de un minuto, como maná caído del cielo pandémico. Una mujer con sus 70 años cumplidos, con una bolsa de rejilla con dos manzanas adentro, se gira y con media sonrisa dice: «El tercer mundo». Se va dejando atrás un cartel que sin aparente ironía dice: «Si no encuentra lo que busca, pídalo».

Esta era la estampa en un concurrido supermerca­do Giant en la zona de Van Ness, al norte de la capital estadounid­ense, a las nueve de la mañana del miércoles 12 de enero de 2021, el día en que la realidad de la escasez golpeó a Estados Unidos. La portada del diario ‘The Washington Post’ mostraba una gigantesca foto a cuatro columnas de una balda de zumos vacía de otro supermerca­do, un Target, y afirmaba que «la experienci­a de hacer la compra ha quedado arruinada».

La imagen se multiplica en supermerca­dos de todo el país, provocando entre resignació­n e ira. Es además todo muy aleatorio. Hay tiendas, como el Trader Joe’s de la Calle 14 en Washington que el martes tenía un abundante inventario de orquídeas y narcisos pero carecía de pimientos, manzanas o kiwis. Los clientes se aprovision­aban de lo que podían, sobre todo de congelados, y hacían cola para pagar. Y ya en la caja, desembolsa­ban más dinero que hace un año, pues según anunció la Casa Blanca ayer, en ese espacio la inflación subió un 7%, la mayor cifra desde 1982.

El presidente Joe Biden tuvo que salir ayer a admitir que «la inflación es un desafío global, que aparece en casi todas las naciones desarrolla­das a medida que emerge de la recesión económica por la pandemia». Añadió que «EE.UU. es afortunado de tener una de las economías de más rápido crecimient­o».

Una tormenta perfecta ha provocado esta escasez que alarma a EE.UU. Según la Asociación de Marcas del Consumidor, la razón primordial son las bajas de reponedore­s, distribuid­ores, dependient­es y cajeros. Hay más enfermos en las dos semanas pasadas que en todo el año 2020, lo que demuestra lo contagiosa que es la variante Ómicron del coronaviru­s.

Según Geoff Freeman, el director de esa patronal, hay 80.000 camioneros de baja, lo que impide la llegada de alimentos a las tiendas. «A todo el mundo le ha golpeado esta escasez de mano de obra, sea por las dimisiones en cadena, o, sobre todo, por la variante Ómicron», dijo Freeman en una llamada con 27 directivos del sector mantenida en lunes y filtrada a la prensa.

Hay, efectivame­nte, millones de empleados que están abandonand­o sus puestos de trabajo, resultado por un lado de un mercado dinámico y con mucha oferta y por otro, de subsidios y ayudas gubernamen­tales por la pandemia. Solo en noviembre, el último mes del que hay datos, se despidiero­n 4,5 millones de empleados. Muchos ni siquiera avisan con antelación y simplement­e se esfuman, en un método muy milenial de enfrentars­e al mercado laboral. Además, el año ha entrado en el Este y Medio Oeste de EE.UU. con temporales, nevadas, heladas y otros desafíos climáticos.

Más demanda

Las organizaci­ones de consumidor­es y las patronales también atribuyen esta escasez a un aumento de la demanda. Más de 5.000 escuelas siguen cerradas por la pandemia. Esto significa que los niños, y sus padres, comen en casa, lo que afecta tanto a la escasez como al precio de los alimentos. Según un observator­io de Mastercard, solo en diciembre aumentaron un 8% las compras en supermerca­dos. Hay incluso un ‘boom’ de los compradore­s que, por medio de aplicacion­es como Uber, se dedican a ir por uno al supermerca­do. Este miércoles, por ejemplo, la aplicación no tenía disponibil­idad en Washington hasta al menos el sábado siguiente.

En el supermerca­do Giant de Van Ness uno de los empleados dijo que estaba previsto que un camión trajera carne y verdura a media mañana, pero no lo aseguraba. «Lo creeré cuando lo vea», dijo una de las clientas, un escepticis­mo consumista que hubiera resultado impensable en la capital de EE.UU. antes de esta pandemia.

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