«Le tengo pánico a quedarme sin voz, es lo único que puede apartarme»
El artista celebra sus 60 años de carrera con ‘Raphaelismo’, serie documental que estrena hoy Movistar+
❝ Un pionero «Cuando empecé no sabía ni quién era David Bowie, pero es que yo empecé antes que los Beatles»
« Pues esta es mi voz más o menos hablando». Rafael Martos (Linares, 1943) carraspea casi tanto como sonríe, para aclarar esa voz que su alter ego, el cantante Raphael, ha convertido en patrimonio mundial de la música. Artista por vocación y a pesar de «la bofetada» de su madre, el «chico que empezó desenroscando bombillas» cumple 60 años de carrera tan en forma o más que antes de su trasplante de hígado. ‘Crooner’ hecho a sí mismo que a punto estuvo de compartir tablas con Édith Piaf y sí lo hizo con Tom Jones, celebra su gran noche de éxito con ‘Raphaelismo’, serie documental que se estrena hoy en Movistar+. Raphael sigue siendo aquel, un clásico moderno que no solo no pasa de moda sino que lo está más que nunca. Punki antes de que existieran los punkis, con flequillo antes de que los Beatles lo convirtieran en tendencia e ‘indie’ desde la cuna. Nunca está claro si Raphael tiene la costumbre de llegar pronto a los sitios o es que los demás lo hacen tarde. A la entrevista con ABC acude presto, llano en el trato y siempre presumido, con su chaqueta vaquera y sus botas de tacón.
—¿Cómo se convierte el hijo de un albañil en el artista más popular de España?
—Trabajando mucho. No conozco ninguna profesión que sea descansada y en la que te pasen cosas interesantes. Hay que trabajarlas mucho y yo llevo 60 años trabajando. Lo hago con gusto porque soy un enamorado de mi profesión, siempre lo he sido.
—Siempre se ha vendido como un artista diferente. ¿Qué le hace distinto?
—Depende de la gente que me mire y cómo me mire. Siempre he tenido, creo, al público de mi lado porque han visto lo que me cuesta todo, los trabajos que hago, año tras año, los cambios, cosas que antes eran feas las he quitado… He ido mejorando con el tiempo. Luego, tengo la inmensa suerte de tener la voz que tengo. El día que no pueda contar con eso es cuando podré decidir si me voy o no me voy. La voz me está dando muchas alegrías porque se mantiene muy bien. Pensaba que con los años se iba a deteriorar, pero no.
—Prueba de que es único es que se llevó a su madre de gira a Las Vegas.
—(Ríe) Eso no estuvo bien. Pobrecita ella, no tiene la culpa de que yo la metiera en ese berenjenal. No era normal que un chico de 20 años que está en su mundo y sus cosas se lleve a su mamá... Un mes para no recordar, pero bueno, era mi madre.
—Ya solo se habla de usted como Raphael. ¿Ha desaparecido Rafael?
—No, el Rafael auténtico sigue ahí. Cuando se me ocurre hacer una cosa lo paso por mí. Me consulto, pero es una cosa que decide el otro porque el artista es muy arriesgado, le encanta meterse en todas partes y a veces hay que descansar.
En fin, el otro es más listo, el cauto, pone el orden en el asunto.
—Tras la muerte de Franco, se le criticó por ser un artista del régimen.
—He sido el artista de los presidentes y no presidentes, Reyes y no Reyes que ha habido durante mi vida. Nací cuando estaba el régimen que estaba y con él tuve que vivir como todo el mundo. Siempre he tratado de poder hacer lo que he querido bajo el sistema que fuera. Aprovechaba las cosas que podía y las que no, las dejaba pasar. Si me llamaban de un sitio, iba, como todos; tenía que hacerlo. No es que te dijeran: «Por favor, ve». Era orden y mando.
—Iván Ferreiro dice que llegó a ser un David Bowie incluso más atrevido.
—Te juro que cuando empecé no sabía ni quién era David Bowie. Ten en cuenta que empecé antes que los Beatles. No estamos en una carrera de quién empezó antes, pero yo ya hacía mi ‘mise en scène’, mi puesta en escena, como la hago ahora.
—Siempre fue un pionero.
—Fui moderno, pero nunca pensé en ser un adelantado a mi tiempo. No pensaba esas cosas, iba a lo mío: conquistar al público y los escenarios. Lo que soñaba desde chiquito. Canto desde los 4 años y ya venía maquinando lo que quería hacer. Afortunadamente lo he hecho, aún más de lo que pensaba.
—Ahora dicen que es ‘indie’.
—Siempre he sido totalmente independiente. Cuando le pregunté a mi hijo Manuel qué era ser ‘indie’ me dijo que ser yo. Le pregunté que por qué y me dijo que porque soy independiente. Entonces sí, soy ‘indie’ desde que nací.
—¿Qué da más miedo, que el público no aplauda o quedarse sin voz?
—Quedarse sin voz. Le tengo pánico. Es lo único que a mí me puede, en su día, apartar de este mundo. Es normal que una persona vaya perdiendo sus facultades… yo no podría soportarlo. Cortaré ahí, estoy condicionado a lo que mi voz diga. Si se mantiene mi voz, seguiré hasta el final.
—Pero se le quiebra al recordar sus deslices con el alcohol y el trasplante.
—Sí, me cuesta. Me duele mucho haber dado lugar a esa situación. Me salva que lo hacía inconscientemente, lo único que quería era dormir. Si tomaba cosas y bebía era por dormir. Aquella época pasó, todo está en su sitio, con hígado nuevo, maravilloso, y estoy como nunca he estado, fenomenal.
—¿Sin arrepentimientos?
—Sí, porque de lo que me puedo arrepentir es de caer en ciertas pastillas y alcoholes que provocaron mi trasplante pero quedó tan atrás y quedó tan bien que ni me acuerdo. No me tengo que arrepentir de nada, afortunadamente. Una persona que se arrepiente de lo que ha hecho no es feliz y yo soy muy feliz porque hago lo que quiero, siempre lo he hecho. Es maravilloso, estoy en paz.
—¿Le cuesta aceptar la vejez a un espíritu tan joven?
—No me preocupa. Entre otras cosas porque me oigo tan bien que no puedo pensar en eso. Creo que estoy muy lejos. Si vemos de verdad los años que tengo quizás estoy más cerca de lo que me pensaba. Creo que lo voy a llevar muy bien. pero para eso falta mucho.
Antes del trasplante «Me duele mucho haber dado lugar a esa situación, pero si tomaba cosas y bebía era por dormir»