Frankenstein gruñe
Frankenstein creó un monstruo formado con órganos de distintos cadáveres, y a veces el corazón y el cerebro no coordinan
NO teníamos bastante con un polémico Garzón, y tenemos dos. El primero fue suspendido como juez por prácticas irregulares y el segundo se ha metido en tal fregado que si sobrevive como ministro es porque hoy en política vale todo si eres imprescindible para que el Gobierno se mantenga.
Alberto Garzón, ministro de Consumo por el cupo de Unidas Podemos, cometió dos graves errores en la entrevista concedida a ‘The Guardian’. La primera, dudar de la calidad de la carne española, que atribuyó a las macrogranjas. La segunda, no chequear la traducción de sus palabras al inglés, que dejaba mal a nuestra ganadería. Un ministro nunca debe criticar los productos de su país, incluso si tiene razón, que no la tiene, pues somos el cuarto exportador de carne de la Unión Europea y el octavo del mundo. Si se le añade que dentro de un mes hay elecciones autonómicas en Castilla y León, centro ganadero desde la Edad Media, se comprende el revuelo armado y que incluso varios de sus compañeros de gabinete hayan criticado sus declaraciones. «Desafortunadas» las califico el afectado más directo, el ministro de Agricultura, Luis Planas, aunque luego admitió que pudiera haber «algún malentendido». Era lo menos que podía decir, mientras Pedro Sánchez no tuvo más remedio que «lamentar» tales declaraciones. Aunque advirtiendo que no va a reemplazarlo, como piden las asociaciones de ganaderos y la oposición. Ni debe ni puede.
El mal está hecho y forzar la dimisión no haría más que aumentar el daño, ya que Unidas Podemos ha cerrado filas tras él y acusa a sus críticos de creer los bulos de la derecha. Tampoco Alberto Garzón piensa dimitir, y alega que critica las macrogranjas. «Que no las hay en España», responden los ganaderos, con un Partido Socialista que acalla sus reproches e incluso respalda al ministro. Mejor desdecirse que se rompa la coalición gubernamental.
Tenemos que acostumbrarnos a estos lances, que serán cada vez más frecuentes. Frankenstein no creó una criatura normal, sino un monstruo formado con órganos de distintos cadáveres, y a veces el corazón y el cerebro no coordinan. Socialistas y comunistas nunca se han entendido, y a menudo han luchado en busca del mismo electorado. Únanle los nacionalistas, que son de extrema derecha sin saberlo, y entenderán que sólo el odio a la libertad los mantiene unidos.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, acaba de recordar a Pedro Sánchez sus condiciones para seguir apoyándole: un referéndum de autodeterminación y la amnistía de los condenados por golpistas. Y estos pueden hacer más daño que los ganaderos.