ABC (Andalucía)

Ni el mejor Oblak es ya suficiente

El meta reconoce que el equipo no halla solución a sus errores a balón parado

- JAVIER ASPRÓN

Son ya incontable­s las ocasiones que el Atlético se ha dejado remontar esta temporada un partido después de ir por delante en el marcador. Son también numerosas, cada vez más, las veces que los rojiblanco­s se ven superados en las jugadas a balón parado. Así llegaron los dos goles que metieron al Athletic en la final y mandaron a casa a los rojiblanco­s, de nuevo sometidos por sus errores defensivos y su poca ambición.

Llegó al Atlético por delante al minuto 75, soñaba ya con una final ante el eterno rival y la posibilida­d de lograr su tercera Supercopa. Y en apenas cuatro minutos, tembloroso como un pegote de gelatina, echó todo por tierra.

No mereció mejor suerte un Atlético donde el mejor volvió a ser Oblak, autor de cuatro paradas milagrosas, de esas que convirtió en rutinarias y que tanto ha echado de menos el Atlético en los últimos tiempos. Pero ya ni eso es suficiente ante su poco carácter atrás.

Oblak, relativame­nte tranquilo en la primera mitad, salvo por un potente disparo de Iñaki Williams, se creció en la segunda mitad, especialme­nte tras ponerse el Atlético por delante. Pero su varita alcanza lo que alcanza. Nada más marcar Joao Félix salvó un cabezazo a quemarropa de Íñigo Martínez. Después, consiguió retrasar el empate unos minutos tras salvar otro latigazo de Iñaki. Y por último evitó el tanto de Nico justo antes de que los leones sellarán la remontada. «Son muchos goles encajados este año. Es la pregunta que tenemos que resolver», admitía el esloveno nada más acabar el partido. «Muchos son por fallos propios, no por el mérito del otro equipo. Es un momento complicado. Que te marquen dos veces a balón parado es difícil de explicar. Tenemos que encontrar una solución, porque seguir así hasta el final de la temporada...».

Junto a la actuación del esloveno, por destacar algo más, quedó el partido completo de Joao Félix, que ya es novedad, y su cuarto gol de la temporada, un tanto que ponía por delante a su equipo y que por unos minutos devolvió la sonrisa a un equipo poco dado a alegrías desde que arrancó la temporada. Joao aparecía en ese once extraño pergeñado por Simeone instalado junto a Correa en una punta de ataque inédita. El técnico argentino, que solo había confiado en el portugués como titular en siete de los 17 partidos disputados hasta ahora, le daba una nueva oportunida­d de sobresalir, siempre reclamado su talento sobre el campo porque en los dos años y medio que lleva vistiendo la camiseta rojiblanca apenas lo ha mostrado con cuentagota­s. Siempre en el punto de mira por sus intermiten­cias, sus desajustes defensivos o sus desaires y enfados al ser sustituido, pero pocas veces, demasiado pocas, por derrochar algo de su indiscutib­le calidad.

Arranque explosivo

El arranque de Joao fue esperanzad­or. A los nueve segundos se había plantado ante la portería de Unai Simón para fusilar el balón a la red, aunque en un claro fuera de juego. Y a los dos minutos disparó alto una buena asistencia de Lemar en la que, a la postre, fue la mejor ocasión de los suyos en toda la primera mitad. Joao se mordía la camiseta de pura desesperac­ión por la ocasión fallada. Colocado en punta, de inesperado nueve y con Correa escorado a la derecha, demostró haber salido al partido con ganas de ser protagonis­ta. Pero los destellos no fueron más allá. Luego se fue desdibujan­do al mismo ritmo que lo hacía el choque, un duelo jugado al trantrán, como de amistoso de pretempora­da. Poco a poco los centrales le fueron engullendo.

Siguió el partido con la misma tónica cansina y desesperan­te a la vuelta de los vestuarios. Joao cada vez bajaba más metros para intentar tocar algo de balón, conectar con sus compañeros y dar algo de vidilla a un partido moribundo, pero tampoco tenía demasiado éxito. Fue justo cuando Cunha y Suárez saltaron a calentar en la banda, dando a entender que el tiempo del portugués en el partido se agotaba, cuando llegó el gol. Joao Félix brincó más que De Marcos en el segundo palo y su remate ajustado sorprendió a Unai Simón. Una alegría efímera.

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// EFE Oblak, durante el partido

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