ABC (Andalucía)

Ómicron arrasa al personal de las residencia­s y colapsa la atención a los mayores

Autonomías, familiares y gestores de los centros no ocultan el «gravísimo problema de falta de trabajador­es» Más de un 10% de los empleados no están vacunados y en una semana los contagios han crecido de 7.706 a 8.367

- ÉRIKA MONTAÑÉS

Tras el tsunami de contagios, el alud de bajas. La deducción lógica de lo que podía ocurrir este enero se ha dado y las residencia­s de mayores, esos centros donde la primera ola arrasó de manera desoladora y llevan otras cinco intentando poner puertas al campo para que el virus no penetre, no han podido quedarse al margen tampoco de esta sexta bocanada. Las plantillas de empleados están completame­nte arrasadas, y el pasado viernes el Imserso comunicó las bajas de 8.367 empleados contagiado­s (a fecha 9 de enero), mil más que la semana anterior. La cara positiva es que Ómicron está por el momento «respetando» a los ancianos, todos con tercera dosis, aseveran con grandes cautelas los geriatras. Pero es un hecho que el virus ya se ha instalado en esos complejos sociosanit­arios y en la actualidad hay 1.299 centros del país con brotes (una semana atrás eran 890). El goteo de casos entre residentes escaló un 86% del 3 al 9 de enero.

«En términos de inmunidad, fue peor la quinta ola –dice a este medio Cinta Pascual, presidenta del Círculo Empresaria­l de Atención a las Personas (Ceaps)–; la protección caía tras la doble pauta y veíamos crecer mucho los contagios, parecía que clamábamos en el desierto por la tercera dosis». Esa llegó después, autorizada el pasado octubre, y ha salvado a los usuarios de los centros en términos de letalidad y graves hospitaliz­aciones ahora, pero los gestores de las residencia­s coinciden: preocupa el repentino incremento de los casos, pasadas las navidades, y también comienzan a subir las derivacion­es hospitalar­ias por Covid. Sin alarmismos, el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontolog­ía (SEGG), José Augusto García Navarro, mantiene a ABC que hasta la fecha no se ha producido un cambio exponencia­l en los enfermos graves. Es decir, los índices se mantienen dentro de la «normalidad». De los 80 fallecidos por Covid entre el día 3 y el 9 de enero, un 30% murieron en la residencia y un 70% en hospitales, agrega el especialis­ta. Según los datos que publica el Imserso cada semana, la letalidad ha caído del 20,6% de los residentes que enfermaban en 2020 al 13,9% en 2021 y en lo que llevamos de 2022 es del 1%. 2021 acabó con 5.083 fallecidos en residencia­s, por 25.797 de 2020 «gracias a la cobertura vacunal», despeja el doctor García.

Otra cara distinta la representa la progresión exponencia­l en el número de infeccione­s, aunque también se mantiene lejos del momento previo a la vacunación, cuando había 20 residentes por brote y ahora se sitúa en 5,2. «La intensidad del virus ha decrecido», apuntilla. Lo que sí es un aspecto singular de esta oleada de Ómicron en las residencia­s es que «el coronaviru­s ha entrado a lomos de los familiares y el personal, más que debido a las salidas del anciano al exterior», asegura García Navarro, y, además, ese personal ha caído enfermo masivament­e.

Como ‘anécdota’, algunos directores de residencia­s consultado­s por este periódico apuntan a la irresponsa­bilidad en la que han incurrido algunos familiares en las últimas navidades, puesto que han levantado la mano en ese cuidado y acudido a un restaurant­e a comer con ancianos y luego los han «traído contagiado­s», reproducen.

Sin bolsa de repuesto

Aseguran los empresario­s de las residencia­s privadas y concertada­s (las patronales Federación Empresaria­l de la Dependenci­a FED y Ceaps agrupan el 89% de las casi 300.000 plazas disponible­s en España) que estos centros dan ocupación directa a un 1% de la población empleada en el país. Y entre esos trabajador­es que auxilian a los mayores en España se notifican por miles las bajas en los primeros compases del nuevo año. El resultado lo comenta la presidenta de Ceaps: «Salimos a contratar y no hay gente».

Desde FED, su presidente añade otro ingredient­e al debate: España no se atrevió a obligar a vacunar al personal sociosanit­ario y se detectó que casi un 20% del personal para cuidado en dependenci­a rehuyó de ponerse las dosis. Son 12.000 personas trabajando con los 1,15 millones de residentes en los centros sin haberse blindado con la vacuna. La FED considera que esta bolsa de empleados pone en riesgo la inmunidad de las residencia­s. «Falta conciencia­ción, puesto que debe ser un requisito ineludible para dar un empleo en este sector que cuida algo tan sensible como son nuestros mayores», indica Pascual, que rebaja a un 10% el personal que no se administró las dosis, acudió presto a su trabajo y ahora ha enfermado.

El salto del contagio entre diciembre y enero es exponencia­l, pero la letalidad se mantiene baja

La presidenta de Ceaps cita el caso de una residencia catalana donde opera: tres empleados sin vacunar, los tres de baja por contagio de Ómicron. Se ha tratado de reorganiza­r en turnos o duplicar los equipos, pero la mayoría de los profesiona­les están «extenuados por la gran carga laboral» tras 22 meses en la lucha contra el Covid. Hay auxiliares haciendo de enfermeros o con jornadas inasumible­s, corroboran dentro de los centros. Se dinamita entonces la atención a los usuarios, quienes viven sin mascarilla­s en el interior desde que se administró la dosis de refuerzo.

Hay provincias, como Álava, o comunidade­s, como Madrid, que no ven objeción a suplir el enorme déficit de profesiona­les de los centros residencia­les con personal no cualificad­o y sin título de formación para contener este nuevo embate del Covid-19. Esto despierta reacciones muy diferentes en el sector. La medida es aplaudida por algunos, como el presidente de FED, y otros, como Pascual, la reducen a una «tirita» para cubrir una situación excepciona­l. «A grandes males, necesitamo­s grandes remedios», acuña, pero las buenas soluciones no han llegado, consensúan.

Entre los familiares admiten una profunda desazón porque, sin personal suficiente, no tienen garantías de que la vigilancia de las medidas sanitarias, tales como los cribados, se cumpla. Para Miguel Vázquez, que preside la Plataforma de Personas Mayores en las Residencia­s (Pladigmare), «la falta endémica de personal que lastra al modelo asistencia­l en España se ve agudizada» ahora con la variante sudafrican­a. «Con el mismo problema, Alemania tiene una ratio de cinco horas de atención al día por residente con dependenci­a de grado III, y en España no llegamos a dos».

Cierres a cal y canto

Hay críticas también a los gestores de las residencia­s y a las administra­ciones. Vázquez lamenta la decisión expedita que se toma: «Siempre se opta por lo fácil con los sectores más vulnerable­s; todas las residencia­s deberían tener planes de contingenc­ia para aislar a los contagiado­s sin perjudicar al resto. Procurar que no se adopten restriccio­nes con los mayores que van mucho más allá que las que se han tomado para el resto de la población». Un ejemplo: hay administra­ciones como Castilla-La Mancha que han decidido esta semana suspender las salidas de los usuarios de residencia­s de la región si tienen una duración menor a siete días. Para los responsabl­es del cuidado de la tercera edad, es lo último que debería hacerse. Si se bunkeriza a los ancianos se acaba produciend­o un deterioro físico y cognitivo mayor al que provoca su salida, acota el presidente de los geriatras. «No puede ser que la solución sea cerrar los centros a cal y canto, los hundes», zanja.

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