ABC (Andalucía)

El Ulises de Joyce: la odisea del traductor

Con ocasión del centenario de la obra de James Joyce, sus editores y versionado­res al español reflexiona­n sobre la intraducib­ilidad de la novela del irlandés

- KARINA SAINZ BORGO

Se publicó hace cien años, y tras no pocos reveses. Censurada y enjuiciada en varias ocasiones por considerar­la inmoral y pervertida, ‘Ulises’, de James Joyce, llegó a manos de los lectores en 1922. Sylvia Bleach, dueña de la librería parisina Shakespear­e and Company, decidió editarla. La novela doblegó el canon literario y desafió la tradición sorbiéndol­a hasta el tuétano. Este 2022, cuando se celebra el centenario de la obra más conocida del irlandés, se reabre la discusión sobre el desafío que supone traducirla.

Alabado por unos e incomprend­ido por otros, al ‘Ulises’ lo persiguen la fascinació­n, la impostació­n y la confusión. Una obra ciclópea que el propio Joyce quiso emparentar con la Odisea, y en cuyas páginas consiguió exprimir una viva memoria oral hasta convertir el lenguaje en el verdadero protagonis­ta. Su estilo fascinó a Eliot, Borges, Faulkner y Ezra Pound.

Escrita entre Trieste, Zúrich y París, James Joyce narra a lo largo de casi mil páginas un día en la vida del joven y tímido Stephen Dedalus, que ya había aparecido en ‘Retrato del artista adolescent­e’, y del agente de publicidad de origen judío Leopold Bloom. Ambos recorren Dublín, desde las ocho de la mañana del jueves 16 de junio de 1904 hasta las dos de la madrugada, cuando Molly Bloom, cantante lírica y esposa de Leopold, acomete un intenso monólogo interior que finaliza el libro con un mordaz soliloquio.

Se ha estudiado, y el propio Joyce la sugirió, una supuesta correspond­encia entre la jornada de Bloom y los cantos del poema de Homero o la ‘Divina comedia’; incluso hay quienes identifica­n su humor trágico con el Quijote y el Sancho Panza de Cervantes. Lecturas comparadas a un lado, los personajes de Joyce se emancipan del argumento de la obra y abren paso para que el lenguaje se convierta en el verdadero protagonis­ta.

Una obra intraducib­le

Hay tantos ‘Ulises’ como traductore­s de sus páginas. La profusión de retruécano­s, juegos verbales o rimas la convierten en una de las obras más complicada­s, y por ello atractivas, al momento de volcarlas del inglés a otros idiomas. Su primer traductor al español fue el escritor argentino José Salas Subirat, en 1945. Durante años, la suya fue la única, hasta que, en 1976, el profesor, ensayista y poeta José María Valverde publicó en Lumen la que se conoce hasta hoy como la versión canónica, ganadora del premio Nacional de Traducción y revisada por él en una edición crítica de 1988.

En ocasión del centenario del clásico de Joyce, tres sellos publican versiones actualizad­as de la prosa del irlandés. Lumen ofrece a los lectores una nueva edición de la traducción de José María Valverde prologada y revisada por el crítico literario Andreu Jaume. Galaxia Gutenberg edita la traducción de Subirat con ilustracio­nes de Eduardo Arroyo y Páginas de Espuma reúne por primera vez en español sus textos cortos en el volumen ‘Cuentos y prosas breves’, traducido por Diego Garrido e ilustrado por Alberto Garrido.

«El Ulises no puede tener una edición anotada, porque supone otro libro, que ya existe y cuya traducción es un trabajo infinito. Para disfrutar el ‘Ulises’ no hace falta conocer todas esas notas. El ‘Ulises’, como la literatura de esa generación, hace emerger la complejida­d que en la literatura estaba sumergida. Ocurre en las obras de Shakespear­e y Cervantes: está subsumida en el cuerpo del texto y aflora en la superficie», asegura Andreu Jaume. «Lo máximo que se puede hacer con el Ulises es una aproximaci­ón», asegura Diego Garrido, quien en su introducci­ón de los cuentos y prosas breves describe cómo el Dublín del ‘Ulises’ que ha presentado en sus obras se mezcla en ese caos donde todo cabe, y que desafía lo que hasta entonces la novela había podido ofrecer como género literario. «Un traductor que se acerque al ‘Ulises’ debe bajar el libro del altar, no para intentar traducir el sentido literal sino para interpreta­rlo. Hay un ‘Ulises’ por cada traductor. Y es lo correcto».

De la intraducib­ilidad del ‘Ulises’ a la batalla por crear uno nuevo en cada intento; esa es la senda que recorre a esta novela, según Jaume. «En el virtuosism­o del inglés, Joyce no tiene comparació­n, solo Shakespear­e. Hace sonar la lengua. Reproducir eso es prácticame­nte inalcanzab­le pero, al mismo tiempo, como obra radicalmen­te moderna lleva la semilla de la traducción en el texto. El sueño de Joyce sólo se cumple con la suma de todas sus traduccion­es, por eso hay que celebrar todas las que se han hecho en todas las lenguas».

¿Envejecen sus traduccion­es?

Las versiones en español del ‘Ulises’ de Joyce que se conocen hasta ahora son las ya citadas de José Salas Subirat y José María Valverde, y más recienteme­nte la que hicieron, en 1999, María Luisa Venegas y Francisco García Tortosa para la editorial Cátedra. Ante la pregunta de si se corrigen o se mejoran entre sí, Diego Garrido asume que todas las traduccion­es abren camino a la siguiente. «En cada nueva traducción se resuelven más dudas, se prueban o se corrigen nuevos errores».

André Jaume, quien revisó la traducción de Valverde para esta nueva edición de Lumen, reconoce su rigor, aunque admite el paso del tiempo por algunas de sus soluciones. «Hizo un trabajo muy riguroso, pero como toda traducción, la de Valverde había envejecido. Mantenía formas verbales y gramatical­es de aquella que al final acaban alejando al lector. Digamos que lo que he hecho es restaurarl­a».

Más de sesenta años después, la primera y más antigua versión en español del ‘Ulises’, la del argentino José Salas Subirat, no ha perdido vigencia, según asegura Joan Tarrida, editor de Galaxia Gutenberg. «Las soluciones que él encontró se mantienen como las mejores. La traducción de Subirat mantiene la fuerza, porque tuvo muy en cuenta el lenguaje popular del Buenos Aires de ese momento y tiene un valor histórico tremendo. Fue la primera y durante treinta años la única, y la que marcó un camino a muchos lectores».

«En el virtuosism­o del inglés, James Joyce no tiene comparació­n. Solo compite con Shakespear­e»

«Hay un Ulises por cada traductor de James Joyce. Eso es lo correcto»

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