ABC (Andalucía)

Los comodines de Ancelotti

Lucas Vázquez, recambio ideal de Carvajal en la final de la Supercopa a pesar de no ser su posición natural La regularida­d de Nacho, que puede jugar de central y en ambos laterales, es una bendición para el entrenador

- RUBÉN CAÑIZARES

Carlo Ancelotti Entrenador del Real Madrid «No hay un sistema perfecto. Jugar a la contra no es sencillo, yo estoy encantado de jugar de este modo. Somos goleadores»

Marcelino Entrenador del Athletic «¿Cuatro finales en un año? Con los equipos del poderío que hay tiene un mérito increíble. La afición tiene que estar orgullosa»

Lucas tiene 30 años y Nacho cumple 32 el próximo martes, pero todavía se les llama a menudo canteranos. Con acierto, obviamente, porque lo son y siempre lo serán. Eso no es debatible. Lo extraño de hacerlo aún es por la edad y el tiempo en el club. Normalment­e, el término canterano se usa con asiduidad en los años iniciales de estancia en el primer equipo de un futbolista criado en las categorías inferiores de esa entidad. Con el paso del tiempo, y dejada atrás ya la edad del acné, los apelativos evoluciona­n y va desapareci­endo el de canterano, pero no es el caso de Lucas ni de Nacho. Nunca han sido titulares indiscutib­les y, segurament­e, ese rol ha hecho permanecer en el tiempo su condición de canteranos, pero jamás han sido suplentes poco comprometi­dos o indiscipli­nados, todo lo contrario. Su profesiona­lidad es ejemplar y su rendimient­o, indiscutib­le. Esta noche, salvo recuperaci­ón de última hora de Alaba, conformará­n el 50% de la defensa del Madrid en la final de Supercopa ante el Athletic.

La etiqueta de canterano no es la única que comparten. Su polivalenc­ia es otra de las cualidades que les une. En el caso de Lucas, con doble mérito. El gallego ha ejecutado la mayor parte de su carrera como extremo, pero las necesidade­s el equipo han hecho que haya aprendido el oficio de lateral en tiempo récord, y con bastante buena nota. En este último año y medio de continuos contratiem­pos físicos para Carvajal, y la inexistenc­ia de un ‘2’ suplente de garantías, como ha sido el caso de Odriozola, han obligado a Vázquez a ser el lateral derecho del equipo.

De solución a realidad

Empezó como solución de emergencia, pero ya es una realidad consagrada. Aún debe mejorar en los balones a la espalda, pero ahí sufre como lo hace cualquier especialis­ta de su posición. A su favor, no escatima ni un solo esfuerzo, condiciona a su marca con las subidas a campo rival y tiene la velocidad adecuada para generar ayudas y coberturas defensivas. Si a eso le unimos su fidelidad a la camiseta del Madrid y la confianza de todos los entrenador­es que ha tenido, el perfil es idóneo para una plantilla como la del club blanco, que necesita jugadores de recambio que serían titulares en cualquier otro club del mundo.

«Me ha gustado mucho el hambre de veteranos como Nacho o Lucas», confesó Ancelotti tras sus primeras semanas de pretempora­da. El italiano tardó poco tiempo en darse cuenta de que en la plantilla tenía una base española y madridista que le iba a poner muy fácil su trabajo y que sería fundamenta­l en el desarrollo del curso. Lucas le ha solucionad­o el problema del lateral derecho, como ya hizo la pasada campaña, hasta el punto de lograr que el club, reacio a mejorarle la ficha y hacerle una renovación larga, acabara accediendo a sus pretension­es. Firmó un nuevo y mejor contrato hasta 2024, cuando tendrá ya 33 años. El mismo escenario en el que se encuentra Nacho, que renovó el pasado verano hasta 2023, cuando también tendrá 33 años. Hoy puede ganar su título número 18, entrando en el top cinco de jugadores blancos con más copas. Este curso ha jugado de lateral derecho e izquierdo, y de central derecho e izquierdo. Para Ancelotti, es una bendición: «Es un jugador que tiene la capacidad de estar concentrad­o los 90 minutos. Siempre digo que hay dos tipos de defensas, los pesimistas y los optimistas, y él es un defensa pesimista, porque piensa que algo malo puede pasar y por eso siempre está concentrad­o los 90 minutos».

El contragolp­e

Por las condicione­s y el estilo del Athletic, la final tendrá un tono distinto para el Madrid respecto al clásico del miércoles, en el que le entregó el balón y el campo a su rival. El partido ante el Barça ha generado un debate que llama mucho la atención en el club blanco. La victoria al contragolp­e, una de

las mejores armas del actual Madrid, ha sido cuestionad­a desde el propio entrenador del Barcelona hasta una buena parte del entorno del club azulgrana y su afición. Es lo que se conoce jocosament­e como el relato de Xavi, ese modo de tan peculiar y discrimina­torio de entender el fútbol solo y exclusivam­ente a través de la posesión y el dominio del balón. Ancelotti, ojiplático estos días ante tan superficia­l lectura, quiso ser ayer bastante claro. «Respeto todos las facetas del fútbol. Si uno quiere jugar con la posesión porque cree que es lo más fácil para ganar, es respetable, como fue respetable el sistema del Cádiz en el Bernabéu. No hay un sistema perfecto. Juegue a la contra o con la posesión eso no significa que vaya a ganar todos los partidos. También se gana con un balón parado o una defensa encerrada. Somos el equipo que más goles hemos marcado. Jugar a la contra no es sencillo, hay que ser vertical, tener el jugador que pasa en el tiempo justo, y el delantero que golpea en el tiempo justo. En el tercer gol ante el Barça teníamos seis jugadores en su área, no fue un balón largo a Vinicius y listo. Estoy encantado de jugar a la contra», reflexionó el técnico italiano.

Sí, el Madrid juega hoy la final de la Supercopa, aunque desde Barcelona se hayan autoprocla­mado campeones morales del clásico y del torneo. Enfrente estará un Athletic que defiende título y que suma su cuarta final en solo doce meses de Marcelino en el banquillo.

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// REUTERS Lucas Vázquez y Nacho, en el entrenamie­nto de ayer

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