El ‘factor ERE’ planea sobre las elecciones
Los andaluces podrían ir a votar sabiendo si el Tribunal Supremo confirma o revoca la condena a Chaves y Griñán. Éste se enfrenta a 6 años de cárcel
El juez ponente Ortiz de Urbina estudia desde octubre los recursos de los 19 excargos condenados
Cuando los andaluces acudan a votar a su Parlamento –en junio u octubre, según las fechas de las elecciones autonómicas que baraja el presidente Juanma Moreno– es harto probable que lo hagan sabiendo qué destino depara el Tribunal Supremo a los exmandatarios socialistas Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Los exdirigentes que gobernaron Andalucía durante 23 años han recurrido la sentencia de la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla que los condenó por el sistema «ilícito» de ayudas casi un año después de las elecciones que desalojaron a los socialistas del poder.
Los 19 ex altos cargos sancionados penalmente han pedido su absolución al Alto Tribunal. Diez de ellos se enfrentan a penas de prisión. Entre ellos, Griñán, cuya condena firme sería un duro golpe para el PSOE. El magistrado ponente del Supremo, Eduardo de Porres Ortiz de Urbina, empezó en octubre a estudiar los 20 recursos presentados –en el caso del fallecido Guerrero han recurrido su hija y su mujer– y los escritos de la Fiscalía y el PP. El juez tendrá que contestar a cada motivo de impugnación en los recursos –el más breve tiene 200 páginas– contra una sentencia de 1.821 folios y localizar los documentos citados en un sumario de 350 tomos.
La fecha de resolución no se conocerá hasta que el Supremo dicte una providencia fijando la fecha de la deliberación y de la vista –si la hay–. De celebrarse, como piden las defensas, los letrados y acusaciones leerán un resumen de sus argumentos jurídicos. Fuentes del Supremo creen que la fecha se conocerá en breve, a lo largo de 2022, pero no se aventuran a facilitar un plazo.
En el Palacio de San Telmo tampoco juegan con la baza del ‘factor ERE’ a la hora de fijar el calendario electoral. Creen que la corrupción ya no es un elemento determinante. Al menos, no tanto como en los comicios de 2018. Entonces, el PP arrancó su campaña en la puerta del prostíbulo donde el exdirector de la extinta fundación Faffe se iba de fiesta a costa del dinero público. Hoy la corrupción no está en su agenda.