ABC (Andalucía)

El Estado audita a los partidos con más de cuatro años de retraso

- ROBERTO PÉREZ

La acumulació­n de auditorías pendientes en el Tribunal de Cuentas (TCu) hace que la fiscalizac­ión de los partidos políticos arrastre más de cuatro años de retraso. El atasco suma y sigue. La limitación de recursos técnicos y humanos de este organismo, unido a los trámites que impone su normativa de funcionami­ento y los protocolos de fiscalizac­ión, hacen que la inspección de las contabilid­ades de los partidos salgan con preocupant­e y abultada demora.

De esas auditorías depende el control de legalidad financiera y contable de formacione­s que, de media, manejan más de 300 millones de euros al año. Y eso contando solo a la treintena de partidos con representa­ción institucio­nal, que es a los que alcanza en la práctica el Tribunal de Cuentas. Hay unos 4.900 partidos más, pero su escasa o nula relevancia pública hace que queden al margen del TCu. Obligado a dar prioridad a sus limitados recursos, este organismo se limita solo a los partidos que reciben subvencion­es públicas.

Fuentes de la cúpula del TCu han reconocido que la demora con la que fiscaliza a las formacione­s con presencia institucio­nal es un problema. «Estamos en vías de buscarle solución», indicaron ayer. Son consciente­s de que es preciso agilizar estas fiscalizac­iones, que tienen por objeto velar por el cumplimien­to de la legalidad contable y, por tanto, detectar las irregulari­dades cuanto antes.

Las últimas contabilid­ades de partidos políticos que ha auditado el TCu son las de 2016. Su informe de inspección vio la luz en julio de 2020. La fiscalizac­ión de las cuentas de los partidos del año 2017 aún no se ha llevado a cabo. A estas alturas, sigue en proceso. Mientras, aguardan turno en los cajones del TCu las contabilid­ades de los partidos de 2018, 2019 y 2020, a las que en breve se acumularán las de 2021.

Las mismas fuentes han indicado que, ante la falta de medios, optan por dar prioridad a la fiscalizac­ión de las cuentas electorale­s, los fondos manejados por las formacione­s que concurren a comicios y perciben subvencion­es públicas por ello. Es un ámbito que el TCu considera más sensible y urgente, porque esas auditorías no solo son necesarias para velar por el correcto abono de las subvencion­es electorale­s sino, también, para vigilar que los partidos respetan los límites de gastos y la legalidad contable en las campañas. Es decir, supervisar el juego limpio en la competició­n electoral.

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