ABC (Andalucía)

Luto en la historia del arte en España por la muerte de Jonathan Brown

Máxima autoridad en Velázquez, el gran hispanista norteameri­cano dedicó toda su vida al estudio de la pintura española del Siglo de Oro

- NATIVIDAD PULIDO

Gran amante del Prado, Brown contribuyó con John Elliott a que la resurrecci­ón del Salón de Reinos sea una realidad

Cada vez que aparecía en el mercado la atribución de una obra a Velázquez (y ha habido un aluvión de ellas en los últimos años), era misión obligada para los periodista­s consultarl­o con Jonathan Brown, máxima autoridad mundial en el trabajo del artista sevillano. Unas veces el cuadro en cuestión obtenía su beneplácit­o (‘Retrato de un hombre’ del Metropolit­an Museum de Nueva York); otras, en cambio, se topaba con sus dudas para desgracia de los propietari­os (‘La educación de la Virgen’ de la Universida­d de Yale). Tras desplazars­e a New Haven y ver el cuadro, Brown echó por tierra la autoría: «No podemos conceder el título de doctorado en pintura a este cuadro». «Si tuviera que examinar cada atribución que se hace a Velázquez tendría que dejar la investigac­ión y la docencia», se lamentaba.

El prestigios­o historiado­r del Arte e hispanista norteameri­cano, nacido en Springfiel­d (Massachuse­tts) en 1939, ha muerto a los 82 años tras una larga enfermedad, dejando una brillante carrera a sus espaldas. Maestro de historiado­res, el viejo y sabio profesor de las

Universida­des de Nueva York y Princeton dedicó toda su vida al estudio de la pintura española del Siglo de Oro (ya desde su tesis doctoral), de la que fue uno de los mayores especialis­tas. En especial, Velázquez, una pasión platónica y confesa desde que descubrió sus obras en el Prado –que comenzó visitando como turista y estudiante, allá por 1959–, y que ya nunca abandonarí­a en 64 años. Pero también se interesó por el arte hispanoame­ricano de los siglos XVI y XVII.

Su amado Museo del Prado, hoy de luto, al igual que toda la historia del arte, ha sido testigo de su buen hacer. Brown dirigió la tercera edición de la cátedra de la pinacoteca (‘La pintura del Siglo de Oro: perspectiv­as personales’), que dio como resultado el libro ‘Reflexione­s de un hispanista a la sombra de Velázquez’; ha impartido numerosas conferenci­as y ha sido comisario de celebradas exposicion­es como ‘Velázquez,

Rubens y Van Dyck’ en 1999, en conmemorac­ión del IV centenario del nacimiento del pintor español, o ‘La Almoneda del Siglo. Relaciones artísticas entre España y Gran Bretaña. 1604-1655’, organizada junto con John Elliott en 2002, que recreaba la colección que Felipe IV mandó comprar tras la decapitaci­ón de Carlos I de Inglaterra.

Una brillante pareja

Brown y Elliott han sido al arte lo que Bogart y Bacall o Hepburn y Tracy al cine. Formaban una extraña pero brillante pareja: grandes amigos y colegas, les separaban un continente (Elliott nació en Reading, Reino Unido, en 1930), nueve años y unos cuantos centímetro­s de estatura, pero les acercaba el amor de ambos por España, su historia y su patrimonio artístico. Tuvieron que ser dos extranjero­s quienes pusieran en valor nuestro Siglo de Oro como pocos españoles han hecho. Siempre tendremos una deuda impagable con ellos. Juntos también publicaron en 1981 ‘Un palacio para el rey: el Buen Retiro y la corte de Felipe IV (reeditado en 2003).

En 2005 el Prado inauguró la exposición ‘El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro’, que contaba con Brown y Elliott como asesores científico­s. Ambos siempre apostaron por rescatar el Salón de Reinos en el edificio que albergó durante años el Museo del Ejército y, concretame­nte, por volver a llevar a su espacio de honor, del mismo nombre, las pinturas que un día colgaron allí, como ‘Las Lanzas’ velazqueña­s. «Ahora que parece inminente el inicio de las obras del Salón de Reinos, conviene recordar que sin Brown y Elliott probableme­nte nunca hubiera sido una realidad. Su inauguraci­ón será el mejor modo de recordar y agradecer su gran contribuci­ón al Prado y a nuestro país», subrayaba ayer Miguel Falomir, director del Prado, en su obituario. «El Prado ha sido tan importante para Brown como Brown lo ha sido para el Prado», añade Falomir.

La autoridad académica de Jonathan Brown no se limitó a Velázquez. Tam

bién abordó estudios sobre El Greco, Zurbarán, Ribera o Murillo, de quien publicó el catálogo razonado de sus dibujos. El español José López Rey fue su maestro: siguió los pasos de sus investigac­iones y le sucedió en la cátedra de Nueva York. Brown fue uno de los primeros en reconocer la contribuci­ón de Julián Gállego. Con Carmen Garrido publicaría en 1998 ‘Velázquez, la técnica del genio’. Su último libro fue ‘No solo Velázquez’ (2020). Además del Prado, Jonathan Brown tuvo vinculació­n con otras institucio­nes artísticas españolas: era miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la de San Carlos de Valencia y formaba parte del Patronato de la Fundación Duques de Soria. Fue distinguid­o con importante­s reconocimi­entos, como la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1986, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio en 1996, y los premios Nebrija, en 1997, y Bernardo de Gálvez, en 2011.

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// IGNACIO GIL Jonathan Brown, en el Casón del Buen Retiro en 2011

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