La última batalla del banquero enrocado
► Don Braulio, cuestionado en Málaga por su postura en la guerra interna que vive Unicaja Banco tras su fusión con Liberbank
Logró levantar una de las cajas de ahorros más solventes de toda España. Resistente a todos los terremotos financieros que engulleron a buena parte de sus competidoras. Y la condujo nada menos que a su conversión, ahora, en el quinto banco del país. Cualquiera podría pensar que el ‘creador’ de Unicaja podría pasearse por las calles de Málaga como un héroe. Sin embargo, a sus 74 años, Braulio Medel, el secular monarca de las finanzas andaluzas, casi ha de andar con casco en sus escasas apariciones por la ciudad de sus éxitos, a la que tiene levantada en su contra. ¿Qué ha pasado? Por abreviar: a Medel, ahora presidente de la Fundación Unicaja, principal accionista del banco (mantiene un 30%), se le culpa en Málaga de haber subvertido el lógico principio de que el pez grande ha de comerse al chico y de abandonar de paso los intereses del ‘puerto base’ malagueño. ¿Y por qué? Todo viene a cuenta del intrincado matrimonio consumado entre Unicaja y Liberbank el año pasado (la primera aportó el 60% al casorio, por el 40% de la otra), que si bien ha permitido al banco malagueño cobrar una dimensión mucho mayor que posibilita vislumbrar su supervivencia en el proceloso mundo financiero, ha generado una guerra de poder inusitada en este paralelo.
El encaje para compartir la sala de mando está costando más de lo deseado. Y a don Braulio, como se le sigue llamando, se le señala por haberse encariñado supuestamente con el principal directivo de la entidad asturiana, Manuel Menéndez, y haber traicionado a quien venía siendo su mano derecha, Manuel Azuaga, al que dejó como presidente. En el horizonte, el pánico a que los principales despachos de Unicaja (no tanto la sede social, que la Fundación ya ha dejado claro que no quiere mover) dejen de estar en Málaga. «El Sabadell tiene gente en Madrid, pero su nudo gordiano sigue estando en Barcelona; aquí puede ocurrir todo lo contrario», manifiesta una fuente.
Son las cuitas habituales en cualquier proceso de fusión. «Es simplemente un ‘quítate tú para ponerme yo’ que no se compadece con la creación de una gran entidad cotizada y profesionalizada, como se ha hecho», dice otro actor. El miedo a perder la silla de directivos no acostumbrados a compartirla. Lucha de egos y celos territoriales. Pero aquí la pelea, que ya preocupa por el daño reputacional, ha trascendido de los despachos. Especialmente ha llegado al ámbito político local, que defiende una Unicaja malagueña y andaluza.
Para tratar de evitar esa temida descapitalización, en la capital de la Costa del Sol se ha desatado una auténtica guerra en la que la cabeza de Medel es el objetivo a batir. Al viejo catedrático de Hacienda Pública se le cuestionan ahora más que nunca los mismos modos que lleva usando desde hace décadas, le presentan denuncias por casos pasados (supuestos pagos a Ausbanc para librarle del caso de los ERE, cobros supuestamente ilegales por asistencia a demasiados consejos de administración hace años...) y hasta el PSOE, el partido que cuando mandaba en la Junta fue su principal sostén, le ha puesto la proa. Economía tiene sobre su mesa la impugnación que los patronos críticos de la Fundación han presentado por la última reunión que convocó en plena Navidad. El órgano de gobierno de esta institución, que ha dirigido siempre con mano de hierro, está ahora más dividido que nunca y no le perdona que, como ha ocurrido esta misma semana, la Fundación envíe un comunicado a la prensa para defenderle sin que haya sido aprobado por todos sus miembros.
En esta guerra, que comienza a llegar a la calle, a Medel no le ayuda tampoco su personalidad. Es verdad que hay quien lo defiende. Sus hagiógrafos dicen que quiere dinamitar la Unicaja actual, su obra, es como pensar que Gehry pudiera pretender cargarse el Guggenheim de Bilbao. Pero, introvertido y orgulloso, cuentan que con sentido del humor, aunque lo preste con la misma precaución con la que daba hipotecas, no se puede decir precisamente que en Málaga se esté haciendo querer. Nunca fue de actos públicos ni copetines, pero su presencia aquí (trasladó a Sevilla su residencia hace ya muchos años) se ha reducido exponencialmente. De manera paralela a determinados ‘golpes’ en zonas extremadamente sensibles que ha sufrido la ciudad por parte del organismo que preside. Por ejemplo, quitarle el año pasado la asignación económica al Unicaja de baloncesto, todo un emblema. «Como tampoco se entiende que el teatro del Soho de Antonio Banderas lleve el apellido ‘Caixabank’ en lugar del de Unicaja», añade otra fuente.
Algunos creen que puede ser el mate definitivo. Pero eso habrá que verlo. Medel, de mente extraordinariamente analítica y cuya afición al ajedrez es proverbial, maneja el enroque mejor que Magnus Carlsen. Y las alianzas, a pesar de todo. Cuando fue nombrado máximo directivo de la Caja de Ronda (una de las que fundaron Unicaja) en 1987, la ley establecía un máximo de dos mandatos de cuatro años. Tendría que haber recogido sus cajones en 1995. No dejó la presidencia hasta 2016, tras 25 años liderando la entidad. Y, cuando parecía que iniciaba el camino hacia su jubilación, decidió quedarse manejando los hilos del banco desde la Fundación Bancaria.
Esta su ¿última? batalla no ha de tardar en dirimirse. El resultado de la contienda puede que empiece a vislumbrarse en abril, de no haber novedades antes en torno a las denuncias e impugnaciones. Entonces habrá de renovarse gran parte del consejo de administración del banco. Las cartas quedarán sobre la mesa. Por esas fechas saldrá en procesión, Covid mediante, el Señor de la Humildad y Paciencia de Marchena, del que Medel, oriundo de este pueblo de Sevilla, es fiel devoto. Quizá a él también se encomiende.