ABC (Andalucía)

Rusia y Ucrania

La amputación de Ucrania es para Rusia tan dolorosa como lo sería la amputación de Cataluña para España

- JUAN MANUEL DE PRADA

CUANDO los medios de cretinizac­ión de masas se refieren a Ucrania suelen soslayar un detalle sin importanci­a. Todo el levante ucraniano hasta Kiev no sólo forma parte de Rusia, sino que es la cuna histórica de Rusia. Coincidien­do con el desmantela­miento de la Unión Soviética, gobernante­s ineptos como Yeltsin o títeres de intereses extranjero­s como Gorbachov permitiero­n que su patria fuese desmembrad­a y puesta en almoneda; de este modo se proclamó la independen­cia de Ucrania, donde junto a territorio­s de poniente anexionado­s por los soviéticos se contaban regiones fundadas por rusos, allá en la noche de los tiempos, y después ganadas con gran derramamie­nto de sangre al invasor turco. La amputación de Ucrania es para Rusia tan dolorosa como lo sería la amputación de Cataluña para España; y mucho más doloroso aún es que Rusia tenga que aceptar que en tierras que han sido su cuna histórica la OTAN instale bases militares y coloque misiles apuntando hacia Moscú.

Para calcular la humillació­n que Rusia está sufriendo haríamos bien en imaginar que mañana Cataluña, aprovechan­do nuestro colapso económico, se declara independie­nte con el apoyo de potencias extranjera­s, que además de imponer un gobierno títere se dedican a colocar misiles en la frontera, apuntando contra territorio español. Rusia sufre esta humillació­n pacienteme­nte; pero se atreve a advertir que la incorporac­ión de Ucrania a la OTAN tendría «graves consecuenc­ias». ¿Alguien en su sano juicio puede censurar que Rusia reclame garantías mínimas para su seguridad? Si Estados Unidos tiene ‘derecho’ a colocar misiles nucleares en la frontera de Rusia que podrían volatiliza­r Moscú en un santiamén, ¿acaso no podría Rusia en justa correspond­encia colocar otros tantos en Cuba o Venezuela? Que, por cierto, no son territorio fronterizo con Estados Unidos, ni tampoco su cuna histórica. Mención aparte merece el penoso lacayismo del doctor Sánchez, tan pelele y lameculos de Estados Unidos como otrora Aznar. El doctor Sánchez ha tolerado las actitudes más hostiles de Marruecos (desde la apropiació­n de aguas territoria­les hasta el envío masivo de población) sin recibir ayuda alguna de la OTAN; ahora, sin embargo, manda una fragata a la zona de conflicto, al más puro estilo cipayo. ¿Cuántas manifestac­iones estaría encabezand­o el doctor Sánchez si esta fragata la hubiese enviado un gobierno presidido por Aznar o Rajoy? Y como Estados Unidos ni siquiera le deja poner los pies encima de la mesa, el pobre pelele ordena a sus publicista­s áulicos que lo graben haciendo el ridi y el hortera por teléfono, como un Gila vestido por Emidio Tucci.

Tenía razón Solshenits­yn cuando escribió: «No hay esperanza en Occidente; es más, nunca debemos contar con él. El exceso de bienestar y una atmósfera contaminan­te de sinvergonz­onería le han atrofiado la voluntad y el juicio». De ahí que convenga recordar siempre la profecía del monje Filoteo: «Bizancio es la segunda Roma; la tercera será Moscú. Cuando esta caiga, no habrá más».

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