Sueldos tuneados
Los sueldos fantasma del Parlament son el símbolo de una época a la que algunos siguen aferrados
ESTALLABA esta semana en Cataluña el escándalo de los sueldos fantasma del Parlament. Hasta 21 funcionarios de la cámara vienen cobrando el cien por cien de su retribución por hacer nada. Catorce generosas e íntegras pagas por mirarse los plenos desde casa. Tal cual. La justificación técnica es un régimen especial bautizado como «licencia por edad», un privilegio sin parangón entre el resto de funcionariado –qué les voy a decir de la empresa privada–, y que, desde 2008, podía solicitar un trabajador de la cámara cuando cumplía los 60 años y llevaba más de quince en la administración pública. Pim pam.
Quien presidía la cámara en 2008 cuando se aprobó la medida destapada por el ‘Ara’ era Ernest Benach (ERC) –el mismo que ese mismo año se gastaba 10.000 euros en ‘tunearse’ el coche oficial–, y que, en modo justificativo, ha asegurado que esa concesión no se aprobaría ahora, que fue fruto de la época, cuando, en el inicio de la crisis que se lo llevó todo por delante, este país era jauja. No le falta razón a Benach: 10.729 euros de sueldo medio para los dos letrados del Parlament ‘jubilados’ de manera anticipada; 3.834 para los dos telefonistas; 3.823 para los cinco ujieres auxiliares... Sumen ahí a técnicos, lingüistas, jefes de departamento... todos con unos sueldos que, una década después, muestran de manera descarnada el abismo entre cierta élite funcionarial –y la que no es élite también– y la media de una población que sigue trampeando con retribuciones capadas. El mismo abismo que va de un viejo diésel vetado por las restricciones ambientales de Barcelona o Madrid al A8 con reposapiés de caoba al que por vergüenza tuvo que renunciar Benach en 2008.
Como pasó en su momento con el tuneo del coche del presidente del Parlament –escándalo que desveló ABC teniendo que soportar de inicio el habitual desdén cuando es la prensa de Madrid la que destapa corruptelas catalanas–, el caso de los sueldos fantasma no ha caído nada bien en Cataluña, donde siempre se lleva con incomodidad cualquier marrón cuya responsabilidad no se pueda endosar al Estado. Sueldos tuneados, lecciones de una época.