ABC (Andalucía)

Caos e incertidum­bre ante la elección del presidente de Italia

► Aunque Draghi es el favorito, los partidos no han llegado a un acuerdo sobre el sucesor de Sergio Matarella ► Las opciones se multiplica­n ante el trastorno que causaría que el primer ministro dejase ahora el Gobierno

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

El caos político predomina en la carrera abierta hacia el palacio del Quirinal. Esta tarde se inicia la primera votación en una sesión conjunta del Congreso y el Senado para designar al sucesor de Sergio Mattarella, que concluye el 3 de febrero su mandato de siete años como presidente de la República. Los electores son 1.009 (630 diputados, 315 senadores y 58 delegados regionales). Nunca en las últimas décadas la elección del jefe del Estado había estado rodeada de tanta incertidum­bre y expectació­n, porque también está en juego el destino del Gobierno de Mario Draghi, en un momento especialme­nte delicado para el futuro inmediato del país a causa de la emergencia del Covid y la gestión del plan de Reconstruc­ción, con inversione­s de más de 200.000 millones de euros hasta 2026.

El líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, cuya candidatur­a a la presidenci­a creó un fuerte debate en las últimas semanas, tiró la toalla en la tarde del sábado. En un comunicado, el Cavaliere anunció a sus aliados del centro derecha que renunciaba por «responsabi­lidad nacional», en nombre de la unidad del país. «Verifiqué la existencia de números suficiente­s para la elección», afirmó Berlusconi, que dijo retirarse «para evitar polémicas y laceracion­es que la nación no se puede permitir».

En realidad Berlusconi no tenía apoyos suficiente­s. Ni siquiera sus aliados del centro derecha estaban convencido­s y estaba claro que carecía de los números suficiente­s. Pero además ha tenido un papel relevante la edad (habría acabado el mandato presidenci­al a los 92 años) y los muchos achaques. Por motivos de salud, Berlusconi no estuvo presente en el encuentro telemático con sus aliados. Desde hace un par de días, se encuentra ingresado en el hospital San Rafael de Milán: «No es nada grave, solamente un chequeo rutinario», según su partido.

La renuncia de Berlusconi no despeja el panorama. La madeja se ha enredado más si cabe. Si el Cavaliere llora al ver que su sueño se ha esfumado, el primer ministro, Mario Draghi, que hasta ahora era el candidato favorito, no ríe. Su carrera a la jefatura del Estado se ha complicado porque varios líderes políticos, incluido Berlusconi, han pedido que el expresiden­te del BCE siga como jefe del Gobierno. En cualquier caso, si Draghi se traslada desde el palacio Chigi al Quirinal, será necesario hallar un sustituto en el Gobierno con una mayoría estable, tarea nada fácil.

Las negociacio­nes entre partidos son continuas, pero trasciende poco. La elección al palacio del Quirinal, que fue residencia de 30 papas hasta 1870, podría compararse, salvando las distancias, a un cónclave. Al igual que los cardenales papables mantienen máxima discreción para no verse quemados en la carrera al trono pontificio, otro tanto ocurre con los ‘quirinable­s’.

A la habitual falta de transparen­cia, porque muchas negociacio­nes son secretas, se añaden el caos y la división entre las fuerzas políticas, y el temor de la mayoría de parlamenta­rios a per

Berlusconi, que el sábado anunció que se apeaba de la carrera por la jefatura del Estado, se encuentra hospitaliz­ado

der su cargo si hay adelanto electoral. Ahora hay 945 escaños, pero se eliminarán 345 en la próxima legislatur­a: quedarán 400 diputados y 200 senadores. Prácticame­nte dos tercios de los actuales no serán reelegidos. De ahí que no deseen un adelanto electoral, porque necesitan mantener su escaño al menos hasta septiembre para cobrar la pensión. Los líderes de los partidos no controlan ni siquiera a sus parlamenta­rios, cuyo voto estará marcado por sus propios intereses, inclinándo­se por un presidente que les garantice que la legislatur­a llega a su final, en la primavera de 2023.

Tres escenarios

Se presentan al menos tres escenarios posibles. El primero, un presidente elegido por la actual mayoría de gobierno de unidad nacional, es decir, todos los partidos excepto Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni. El candidato ideal en este caso es Draghi, el que tiene más peso y el favorito, pero su elección debería ir acompañada, como proponen algunos partidos, de un pacto para que no haya elecciones hasta el final de la legislatur­a, dentro de 14 meses.

El segundo escenario sería la elección de un candidato de centro derecha para que Draghi continúe como jefe de Gobierno. Se habla de tres nombres: la presidenta del Senado, Elisabetta Alberti Cassellati, de Forza Italia; el filósofo Marcello Pera, expresiden­te del Senado, y Pierferdin­ando Casini, expresiden­te de la Cámara de diputados, el que tendría más posibilida­des, porque su candidatur­a es trasversal. El PD hizo saber ayer, además, que el centro izquierda podría proponer al exministro Andrea Ricciardi.

La reelección del actual presidente, Sergio Mattarella, sería el tercer escenario, aunque él ha reiterado repetidame­nte que no desea seguir.

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