El chófer de Guerrero, el único que ha cumplido condena en la prisión
Trujillo ha estado encarcelado tras ser sancionado por no pagar los impuestos de las ayudas que le dio su antiguo jefe Ningún excargo de la Junta ingresará en la prisión hasta que los fallos sean firmes
El exconductor oficial suma condenas de más de dos años y medio de prisión por no declarar a Hacienda las subvenciones
Al Capone sólo dio con sus huesos en la cárcel por evadir impuestos. Como le sucedió al gánster más conocido de todos los tiempos, el único acusado del caso ERE que ha sido encarcelado para cumplir una condena lo ha hecho por fraude fiscal. Y no ha sido ninguno de los diez ex altos cargos socialistas de la Junta de Andalucía penados con la prisión por crear un sistema ilegal con el fin último de repartir, sin control, 680 millones de euros entre empresas y personas afines, según la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla. Los acusados han presentado recursos de casación ante el Tribunal Supremo. La Audiencia rechazó encarcelarlos hasta que la resolución sea firme.
Hasta ahora, el único condenado que ha purgado dos años y medio de prisión ha sido Juan Francisco Trujillo Blanco, antiguo chófer del ex director general de la Junta de Andalucía Javier Guerrero (1999-2008), fallecido en octubre de 2020. Ha sido condenado dos veces por no pagar un solo euro de los impuestos derivados de dos de las tres subvenciones que le concedió su exjefe con cargo al fondo de los ERE.
A cambio, el conductor compraba cocaína y regalos para Guerrero con el dinero público, según la confesión del propio conductor tras su arresto en 2012. Sin embargo, no ha pisado la prisión por beneficiarse de las ayudas irregulares, sino por no declararlas a la Hacienda Pública. El juicio sobre las subvenciones que recibieron las empresas «tapadera» del chófer, que ascendieron a 1,47 millones de euros, no tiene aún fijada fecha en la Audiencia.
Pero Trujillo ya ha pasado en dos ocasiones por el banquillo de los acusados. En septiembre de 2016 el Juzgado de lo Penal número 2 de Jaén lo condenó por un delito contra la Hacienda Pública. Durante la vista, el chófer acató su responsabilidad y aceptó la pena de año y medio de prisión y una multa de 660.000 euros solicitadas por la Fiscalía y pactadas entre la Abogacía del Estado y su defensa. Se declaró insolvente para librarse de la sanción, pero no prosperó su estrategia. Como no hizo frente a la multa ni a los 164.000 euros en concepto de responsabilidad civil, se ejecutó la sentencia, lo que lo llevó a la prisión desde el 6 de noviembre de 2018 hasta el 1 de julio de 2020, los 18 meses con los que fue castigado y dos meses adicionales por no abonar la sanción.
En la prisión de Morón
No salió en libertad hasta hace poco, según fuentes judiciales, porque tuvo que cumplir otra condena posterior del Juzgado de lo Penal número 1 de Jaén, que le impuso otro año de prisión y 150.860 euros de multa por defraudar a la Agencia Tributaria los impuestos derivados de otros 450.000 euros que le dio su jefe Guerrero. Ha expiado su culpa dentro del centro penitenciario de Sevilla II, en Morón de la Frontera.
Trujillo, que ha declinado contar su versión a ABC, ya estuvo durmiendo en un penal entre marzo y octubre de 2012 como medida preventiva durante la instrucción de una de las causas de corrupción con mayor impacto social, político e institucional de la democracia. Como el antiguo conductor autonómico, al que sus paisanos apodaron ‘El ministro’ porque solía pasearse por su pueblo con traje y corbata, su propio jefe estuvo encarcelado en dos ocasiones por la juez Mercedes Alaya y también pisó la cárcel el exconsejero de Empleo Antonio Fernández, pero ninguno lo hizo para cumplir condenas. La magistrada acordó dichas medidas cautelares alegando que podrían fugarse y destruir pruebas.
Juicio por las ayudas
El chófer volverá a sentarse en el banquillo por los 1,47 millones en subvenciones que Guerrero le concedió entre 2004 y 2005 sólo porque eran amigos. En su auto de procesamiento, la juez María Núñez Bolaños sostiene que el exdirector de Trabajo le «sugirió» que creara dos empresas porque «tenía facultades para conceder subvenciones y que no tenía que justificar nada», según relató su subordinado.
Siguiendo su consejo, constituyó Iniciativas Turísticas Sierra Morena y Lógica Estratégica Empresarial, dos sociedades sin actividad que recibieron sendas ayudas de 450.000 euros. Una tercera subvención por la misma cuantía fue a parar a la empresa Ave Nueva, de la que el conductor era administrador solidario y que tenía como «testaferro» a Isidoro Ruiz Espigares,
exalcalde socialista de la pedanía de Andújar de Llanos del Sotillo. Con la colaboración del exdirectivo de Vitalia Antonio Albarracín, el chófer cobró más adelante otra póliza dotada de 125.028 euros que puso a nombre de su madre tras falsificar su firma.
La Fiscalía Anticorrupción solicita 14 años de prisión para el exchófer y el exdirector general de Trabajo, quien ha visto extinguida su responsabilidad penal tras su muerte, además de 30 años de inhabilitación y el pago de una indemnización de 1,4 millones.
Trujillo aguarda su última cuenta pendiente con la Justicia refugiado en su casa de la pedanía de Llanos del Sotillo. Lejos quedan los tiempos en que fue la sombra de Guerrero. Desde 2002 a 2007 lo acompañaba al volante del coche oficial en todos los desplazamientos que realizaba y a los locales nocturnos que éste frecuentaba una vez acabada la jornada laboral.
Su insólita confesión
Las declaraciones de Trujillo resultaron tan esclarecedoras para Alaya que éste empezó a declarar como investigado por 11 delitos y salió camino de la prisión por el doble de infracciones.
Pocos conocían la agenda de Guerrero mejor que su conductor. Trujillo compartió confidencias con su jefe y noches de fiesta, regadas con alcohol y drogas. De todo ello dio pelos y señales en una comparecencia repleta de declaraciones explosivas ante la juez Alaya en marzo de 2012. Confesó a la magistrada que había llegado a gastar hasta 25.000 euros al mes en la compra de cocaína para consumo propio y de su jefe con el dinero de las ayudas que recibieron irregularmente a sus empresas ficticias, además de un piano y otros caprichos. El exdirector de Trabajo siempre negó esas sórdidas acusaciones. «Ni he sido un putero, como alguien dijo, ni me he dedicado a la drogodependencia», se lamentaba. Sus únicos vicios admitidos, puntualizó, eran los cigarrillos de Marlboro y los gintonics de Beefeater.