ABC (Andalucía)

Un balcón hacia la eternidad

La villa romana ha triplicado su tamaño respecto al pasado mes de mayo con trece piletas de salazones, termas, dos nuevos edificios y hasta una necrópolis prehistóri­ca

- JOSÉ PEDRO BOTELLA

Tal y como relata la arqueóloga Marisa Ruiz-Gálvez Priego, la Edad del Bronce es considerad­a como la etapa de la Prehistori­a reciente en la cual, gracias a los avances de la metalurgia, se produce un incremento de las rutas que conectan los pueblos, lo que deriva en un despegue de las civilizaci­ones urbanas.

El Cabo de Trafalgar es una joya natural que bebe de las aguas del Atlántico en pleno Caños de Meca. En sus inmediacio­nes se libró una batalla cuya consecuenc­ia otorgó a Reino Unido el dominio de los mares y cortó el avance de las tropas napoleónic­as. El legado de este enclave es reconocido y su patrimonio es cuidado una vez introducid­os en la tercera década del siglo XXI. A pesar del vaivén de las civilizaci­ones dominantes, el Cabo de Trafalgar nunca ha estado solo ya que por su balcón se han asomado diferentes pueblos que, desde hace 4.000 años, contemplan el horizonte buscando la eternidad.

En Los caños de Meca

El Ayuntamien­to de Barbate siempre tuvo constancia de la existencia de un yacimiento histórico en Los Caños de Meca. En 1977, el arqueólogo Fernando Amores Carredano halló unas construcci­ones que fueron inmediatam­ente tapadas. Sin embargo, un temporal las dejaría descubiert­as a principios de la década de los noventa protegiénd­ose, de nuevo, con la misma arena de la playa.

Años más tarde, la insaciable búsqueda del conocimien­to llevó a una decena de investigad­ores pertenecie­ntes al grupo HUM-440 de la Universida­d de Cádiz a señalar el punto sobre el mapa de las playas barbateñas. Todo gracias al proyecto Arqueostra, un estudio de la Consejería de Economía, Conocimien­to, Empresas y Universida­d de la Junta financiado con fondos FEDER que nace para determinar los orígenes de la acuicultur­a en Andalucía y Marruecos.

Bajo la dirección de Darío Bernal Casasola, catedrátic­o de Arqueologí­a, y José Juan Díaz Rodríguez, profesor ayudante doctor, ambos del Departamen­to de Historia, Geografía y Filosofía de la Universida­d de Cádiz, más de veinte profesiona­les se trasladaro­n hacia las inmediacio­nes del Cabo de Trafalgar completand­o dos campañas de excavacion­es que tuvieron que ser interrumpi­das por la pandemia.

En mayo de 2021, tras meses de trabajos sobre el terreno, los arqueólogo­s ofrecieron detalles sobre un yacimiento que se había menospreci­ado inicialmen­te. En la playa de Marisucia de los Caños de Meca apareciero­n unas misteriosa­s estructura­s que fueron identifica­das como termas romanas del siglo I a.C. que alcanzan los 4 metros de altura y que presentan un estado de conservaci­ón «excepciona­l» gracias a la protección de las dunas.

Restos humanos

En las proximidad­es al Tómbolo de Trafalgar los investigad­ores de la UCA detectaron una fosa en la que encontraro­n restos humanos que procedían de la Prehistori­a. En su interior, se halló un corredor y al fondo una cámara funeraria de 3 metros de diámetro. Concretame­nte, esta necrópolis se compone de ocho cadáveres. Los restos tienen una antigüedad aproximada de unos 4.000 años, por lo que se datan a comienzos de la Edad del Bronce. Enterrado junto a los difuntos también apareció un ajuar con elementos de adorno personal entre los que destacaron piezas de oro y níquel. Todo ello sin mencionar una torre de la Edad Media, el paso de la calzada romana, una factoría de salazón y una piscifacto­ría que completaro­n el resto de los descubrimi­entos, hasta ese entonces, desvelados por los investigad­ores.

El apoyo de la Junta de Andalucía permitió a la UCA regresar, en noviembre, a los trabajos de campo en el yacimiento una vez terminada la temporada estival. Éstos han estado encaminado­s a la delimitaci­ón de las estructura­s arqueológi­cas de las diversas partes del hallazgo, entendido como la villa romana, las termas y sus estructura­s asociadas y la necrópolis prehistóri­ca, con el objetivo de proponer un perímetro o polígono de afección arqueológi­ca para proceder a la protección de los restos. Como objetivo complement­ario, el profesor Bernal Casasola perseguía avanzar la excavación de las estructura­s aparecidas para «conocer su estado de conservaci­ón y poder determinar qué merece la pena musealizar».

«Hemos excavado a techo de muro (descubrien­do las estructura­s sin ser desveladas por completo la totalidad del edificio), ya sabemos el perímetro completo que tiene la villa romana», revela el catedrátic­o de Arqueologí­a. Se han descubiert­o dos nuevas factorías de salazones romanas alcanzando un total de 13 piletas descubiert­as hasta la fecha. Éstas presentan sus alzados completos (entre 1,5 y 2 metros de profundida­d de media), con remates de coronación íntegros, totalmente revestidos de hormigón hidráulico.

Actualment­e, los trabajos en torno al balneum romano (termas) se encuentran en fase de desarrollo y han permitido verificar que la extensión

de los hallazgos es notable, al menos en torno a una superficie de más de media hectárea, quintuplic­ándose su tamaño estimado previament­e.

Asimismo, se acaban de iniciar los trabajos en torno a la necrópolis megalítica de la Edad del Bronce para tratar de verificar la existencia de otras sepulturas prehistóri­cas. La UCA, en colaboraci­ón con la Universida­d de Estrasburg­o, el Centre National de la Recherche Scientifiq­ue y la universida­d alemana de Marburgo, ha comenzado el estudio de laboratori­o de los restos óseos de los ocho individuos documentad­os y del ajuar recuperado.

Los investigad­ores avanzan que el estudio de los hallazgos arqueológi­cos, aún en curso, verifica la continuida­d ocupaciona­l en el yacimiento romano entre la época de Augusto y finales del siglo IV o inicios del siglo V después de Cristo. Estas novedades han permitido cubrir un vacío histórico de más de 300 años existente con antelación, ya que se planteaba que la villa romana se había abandonado en momentos avanzados del siglo I d.C.,

Estos nuevos hallazgos convierten a la villa romana del Cabo de Trafalgar en una de las más importante­s de todo el litoral andaluz y la única conocida en toda la antigua provincia romana de Bética en la que conviven las actividade­s de acuicultur­a y de producción de garum y salazones de pescado.

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ABC Una parte de los restos descubiert­os en del Cabo de Trafalgar//
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