Colau y amigos
Visto a la distancia, el Cobi no fue tan mal alcalde
AInmaculada Colau Ballano la Historia la recordará como al Fandi del municipalismo tocomocho: rodillazo, circo mediático y banderillas. O no la recordará. Colau, Inmaculada como la de Murillo, tiene también sus fobias con los cuadros. Concretamente con los del jefe del Estado, que fue otra de esas polémicas de su Ayuntamiento: donde la nada hacia sororidad con ella misma y luego nos decía lo de ‘parlem’ toda vestida de blanco como una novia ‘juanramoniana’ en aquel otoño catalán.
Con sus ‘performances’ meonas y todo, irse a la Barceloneta tenía su no sé qué de Caracas en taxi en castellano: aún no había llegado la peste china y en Barcelona los manteros tenían previsto –o montado– un sindicato interclasista, con bolsos de Dior falsos y ya sin CD de Falete en el puesto. Pasa que ahora, presuntamente, Colau ha montado un enjuague a los suyos más suyos y ella, tan digna y tan ecuánime para lo que le interesa, ha dicho que no tiene constancia de tal macutazo.
Que un togado la llame Inmaculada en marzo es lo de menos; lo de más, como decía Pemán de la Feria de Jerez, es el jaleíllo, la compraventa, el ‘aqué’. Y es que a Colau la habíamos olvidado; a ella, paloma/coloma blanca de su esperanza. Tenía razón Umbral cuando decía que la desesperanza siempre derivaba de una «triste razón consistorial». Como la vida misma. Como Colau con su chiringuito que esconde al Rey, convierte a Barcelona en el peor Tánger, y encima habrá quien la aplauda.
En tanto que todo Cristo mete la mano en la caja, lo de Colau y amigos va pasando y sufriendo esa enfermedad que es el olvido. Colau fue y es; y en esto de la cocapitalidad hay que ver con quién se juega uno los cuartos. Antes de la mascarilla, una noche de San Juan, recorrí Barcelona en sandalias y era el puro desastre. Luego subí al Carmelo, donde el Pijoaparte, y me reconcilié desde las alturas con una ciudad en la que el Cobi – otro que tal– fue su mejor alcalde visto a la distancia. Colau la cuela (sic) y nos cuela a los suyos.
Musa de los primeros desahucios, vio que del megáfono, al Cielo.