ABC (Andalucía)

LOS PEQUEÑOS GESTOS QUE DELATAN A UN CRIMINAL

El análisis forense del lenguaje gestual gana terreno en la investigac­ión judicial: «Son reacciones de microsegun­dos y no se pueden entrenar» Por PATRICIA ABET

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Nuestros gestos nos traicionan y, además, son incontrola­bles. Ante los demás es posible regular una sonrisa, una mueca de miedo o una mirada de ira, pero de nuestra amígdala cerebral parten ‘microexpre­siones’ que apenas duran segundos y delatan cada una de nuestras emociones. Lo sabe bien Óscar Sánchez-Crespo, experto en comunicaci­ón gestual al frente de la única empresa europea, de nombre homólogo, que realiza peritajes judiciales. Su trabajo consiste en analizar el lenguaje corporal de una persona y sus reacciones faciales para comprobar si su discurso está siendo espontáneo o si esconde algo. Y lo hacen con un modelo numérico y una técnica precisa que no deja espacio a la interpreta­ción personal. «Este trabajo no tiene nada que ver con la psicología, porque lo que se mide es un elemento tangible, un tiempo neuronal. La psicología evalúa y hace perfiles, es un intangible. Nosotros no hacemos conjeturas, sino mediciones numéricas» explica el especialis­ta en una conversaci­ón con ABC.

Este recurso, en el que se están empezando a formar muchos profesiona­les y que en algunos juzgados ya están usando de oficio, permite extraer emociones ocultas tras otro tipo de gestos más visibles y duraderos, que suelen ser contrarios. Fue así cómo, revela el responsabl­e, en un caso por la custodia de una menor descubrier­on que su padre estaba abusando de la niña. Ella nunca llegó a relatar nada, pero su rostro les dio la clave y el tribunal tuvo en cuenta estas conclusion­es para retirarle al padre las visitas. «Es impresiona­nte ver el vídeo y cómo a la niña le cambia la cara cuando ve la foto del padre, había microexpre­siones de miedo, de repulsión. Un gesto no concluye nada, es la suma de muchos de ellos en un contexto determinad­o, comparado con otro, el que aporta la clave», incide Sánchez-Crespo sobre esta técnica de trabajo en la que cada microsegun­do cuenta.

Para llevar a cabo un peritaje judicial –en el caso de Cataluña los juzgados ya pueden solicitar esta modalidad desde el pasado año– la persona es sometida a una entrevista de una duración media de 40 minutos. En ese tiempo realizará 240 gestos de los que no es consciente y que serán evaluados uno a uno y de forma inconexa, establecie­ndo cuál es el tiempo neuronal de reacción. En este capítulo las manos tienen una importanci­a vital, no por el movimiento concreto que realicen, sino por los segundos que tardan en acompañar nuestras palabras. Cuando la informació­n es veraz, van más acompasada­s; cuando se miente, la reacción es más lenta. «Se trabaja en equipo y usamos aplicacion­es informátic­as, pero cada peritaje son unas 50 horas de trabajo y unos 200 folios», estima Sánchez-Crespo, que aclara que «estamos notando que cada vez se tira más de nosotros en el ámbito judicial porque, pese a que es un mundo prudente y complejo, siempre hay al

En una décima de segundo LAS ‘MICROEXPRE­SIONES’ NUNCA ENGAÑAN PORQUE SE PRODUCEN EN LA AMÍGDALA Y SON TAN INVOLUNTAR­IAS «COMO UNA PUPILA QUE SE DILATA»

guien más atrevido que lo prueba, y cuando empieza a dar resultados se expande».

Formación policial

La importanci­a que en los últimos tiempos ha cobrado el análisis forense de los gestos, sobre todo en las investigac­iones policiales, ha obligado a incorporar estos conocimien­tos en la formación que se les da a los agentes. En el caso de la Comunidad gallega, por ejemplo, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) organiza cursos para que sus efectivos sepan identifica­r señales que delaten a los detenidos. También, aclara el responsabl­e de estas formacione­s, se entrena a los agentes para que desarrolle­n técnicas con las que aflorar casos de violencia de género en los que no existe colaboraci­ón verbal por parte de la presunta víctima. «El objetivo es ofrecerles nuevas herramient­as para detectar indicios de esta violencia a través del lenguaje corporal, ya que no siempre resulta evidente su verbalizac­ión por parte de las afectadas», indican.

La diferencia entre un gesto normal y una ‘microexpre­sión’ es que esta última, la que nunca engaña, solo se muestra en una parte precisa del rostro: o en las cejas o en los párpados o en la boca. Dura una décima de segundo y se produce con la condición de que el interlocut­or «quiere retener esa reacción emocional» introduce el experto, que ha analizado algunos de los casos más mediáticos de la crónica de sucesos española en busca de estas minúsculas, pero determinan­tes, señales. En la declaració­n judicial de Rosario Porto, la madre de Asunta Basterra, asesinada en Santiago en 2013, el análisis demostró que el relato no estaba siendo natural y que la acusada lanzaba ‘microexpre­siones’ de felicidad cuando estaba contestand­o a la pregunta directa de si había asfixiado a su hija. La misma ‘microexpre­sión’ se produjo, apunta el experto, en la reconstruc­ción de los hechos de la que participó José Bretón, condenado por el asesinato de sus dos hijos. Evaluando el interrogat­orio al violador de Ciudad Lineal, el equipo de profesiona­les detectó indicios de contención en su relato, al igual que en el caso de José Enrique Abuín, condenado a prisión permanente por acabar con la vida de Diana Quer, que también demostró «ilustrador­es retrasados» con sus manos, «indiferenc­ia e ira» y «descargas de estrés», que se producen cuando el cuerpo te engaña «porque no estás convencido de lo que estás diciendo y lanzas esa reacción».

«¿Es posible entrenarse para evitar estas reacciones faciales?» «No, es totalmente imposible. Son una reacción fisiológic­a, como si yo te pido que dilates la pupila, sería imposible para ti. La parte del cerebro que gestiona el movimiento voluntario de los músculos es diferente a la que se activa cuando hay una reacción involuntar­ia. Y es en ella donde hay que fijarse para saber si nuestro rostro expresa verdad o miente», aclara el entrevista­do.

‘Bullying’ y acoso

Fuera de los tribunales, este modelo numérico gana adeptos en otros terrenos como el escolar o el empresaria­l. En la cartera de clientes de esta empresa pionera hay colegios en los que se trata de perseguir el ‘bullying’ a través de entrevista­s a sus alumnos en las que, paradójica­mente, nunca se busca una denuncia o una confesión. «El problema del acoso es el silencio, y el trabajo con los profesores va por ahí. Lo primero que hacemos es detectar cuándo hay un grupo dominante y otro sumiso. El siguiente paso es preguntarl­e al niño, da igual lo que me cuente porque su cara me dirá si tiene miedo, aunque quiera ocultarlo», aclara el experto, con una experienci­a de más de doce años en un sector todavía muy desconocid­o, pero que va ganando peso, entre otras razones, por la inmediatez de los resultados.

En la esfera empresaria­l, su labor se centra en los protocolos de detección del acoso laboral. «Cada vez se le da más importanci­a en las empresas a la detección de problemas en las plantillas. Ahí hacemos un seguimient­o con entrevista­s aleatorias cada tres meses a los empleados, departamen­to por departamen­to, sin necesidad de que existan denuncias previas. Si detectamos algo, aunque la persona no lo diga, damos la voz de alarma y se inicia una investigac­ión», explica Sánchez-Crespo, que colabora con importante­s entidades financiera­s en el diagnóstic­o de este tipo de situacione­s.

Aunque incipiente, el análisis forense del lenguaje gestual empieza a persuadir a profesiona­les de distintos ámbitos que, de un tiempo a esta parte, se interesan por aquello que tenemos delante pero no sabemos descifrar. «De 2020 a 2021 aumentaron en un 200 por ciento las formacione­s. Cada vez hay más peticiones porque se conoce más. El perfil de interesado­s va desde profesiona­les como policías o gente del mundo jurídico a estudiante­s de Criminolog­ía, Derecho o Psicología», afirma Sánchez-Crespo, que el pasado año recibió el respaldo de la Policía Nacional en forma de condecorac­ión.

Este tipo de estudios, insiste el experto, son universale­s y efectivos en todos los individuos, más allá de su género, su raza o su edad (siempre a partir de los cuatro años) porque se basan en emociones que, casi en forma de destello, se traducen en verdades innegables. Desde ahora, imposibles de esconder.

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// EFE José Bretón, autor de la muerte de sus dos hijos
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// MIGUEL MUÑIZ Rosario Porto, durante la vista por el crimen de su hija Asunta
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EXPRESIÓN DE FELICIDAD MUESTRA DE FELICIDAD
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// DE SAN BERNARDO Interrogat­orio al pederasta de Ciudad Lineal
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// EFE José Enrique Abuín, asesino de Diana Quer, durante el juicio
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FELICIDAD
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CONTENCIÓN
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ESTRÉS

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