ABC (Andalucía)

Caso ‘Macedonia’: indigesta trama de corrupción policial por un confidente

► Asuntos Internos señala a un subinspect­or por su supuesta colaboraci­ón con narcotrafi­cantes

- ELENA BURÉS

Una macrocausa contra la corrupción policial vinculada al tráfico de drogas. Entre los investigad­os, agentes de los Mossos d’Esquadra, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Así arrancó la investigac­ión del caso ‘Macedonia’, pero doce años después al juicio han llegado 17 imputados entre los que solo hay un uniformado: un subinspect­or de la policía catalana, Josep R., para quien la fiscal Ana Gil pide once años de cárcel por colaborar con una red de narcos que tenía a la cabeza a Manuel Gutiérrez Carbajo, confidente de los tres Cuerpos.

Gutiérrez Carbajo, apodado ‘abuelo’ o ‘viejo’, fue el mismo que delató otra trama corrupta de mandos policiales que cobraban sobornos por prevenir de inminentes redadas en los prostíbulo­s Saratoga y Riviera de Castelldef­els (Barcelona). Aunque cuando comenzó el juicio, en 2012, este se desdijo parcialmen­te de su declaració­n inicial, por esta causa acabaron condenados el comisario jefe de la Brigada de Extranjerí­a de la Policía Nacional, Luis Gómez, y otros dos inspectore­s jefe.

El inicio del caso ‘Macedonia’ se remonta a un chivatazo que recibió la Guardia Civil en mayo de 2009. Un presunto traficante, Juan Miguel B., alias ‘el gafas’, debía recoger un cargamento de droga en Barcelona. Cuando los agentes acudieron al punto señalado, vieron como éste recogía varios paquetes del maletero de un coche. El atestado recogía que el contenido del cargamento eran unos 54 kilos de cocaína, pero días después se comprobó que solo uno era de droga. El resto estaba compuesto de azúcar y yeso. Esto llevó al titular del Juzgado de Instrucció­n 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, a investigar un supuesto entramado criminal entre agentes y traficante­s.

Las distintas investigac­iones generaron conflictos entre los tres Cuerpos, con el punto común de compartir a Gutiérrez Carbajo como confidente. Fue este, según la fiscal, «en la cúspide del entramado criminal» que ahora se juzga en la Audiencia de Barcelona, el que llevó a los Mossos, en unas pesquisas que entonces dirigió Josep Lluís Trapero –cuando estaba al frente de la División de Investigac­ión Criminal–, a descubrir la implicació­n de algunos policías nacionales con los burdeles, pero a su vez, el CNP siguió la pista a varios mossos por su supuesta colaboraci­ón con la trama de narcos. De hecho, el juez Aguirre llegó a presentars­e en Egara, complejo central de los Mossos, para buscar documentac­ión que, sospechaba, le habían ocultado. Finalmente solo un subinspect­or de la policía catalana se sienta en el banquillo. El Ministerio público apunta que el mando, por aquella época destinado en Vilanova i la Geltrú, habría recibido pagos de 1.000 euros mensuales por su colaboraci­ón con el entramado criminal –y también una videoconso­la–.

Entre las evidencias que esgrime la Fiscalía contra Josep R. , y que ayer corroboró en la sala el jefe de Asuntos Internos de la policía catalana, se encuentra el uso que el subinspect­or hizo de las bases de datos policiales para facilitar informació­n a la red de narcos, con la que mantenía «un fluido contacto telefónico» y también en varios encuentros. Entre estos, una cena en el restaurant­e La Parrilla de Vilanova, donde tanto el mosso como dos de los supuestos narcos detectaron la presencia de una furgoneta con los cristales tintados. Tras ello, el mando llamó a comisaría para averiguar la titularida­d del vehículo, y al día siguiente fue él mismo quien accedió a la base de datos del Cuerpo, donde comprobó que se trataba de un coche de la Policía Nacional.

Al confirmar el seguimient­o, los investigad­os cambiaron de números de teléfono –ya lo hacían con regularida­d– y aumentaron sus medidas de seguridad, mientras que el mosso dio cuenta a su superior del encuentro, bajo el pretexto de haberse reunido con confidente­s. A este extremo se agarró ayer su abogado, José María Fuster Fabra, tratando así de desmontar la acusación contra el policía. Además, reprochó que la División de Asuntos Internos (DAI) no incluyera en los informes que entregó al juzgado la transcripc­ión de las conversaci­ones intervenid­as que así lo demostrarí­an.

«¿Tiene dudas de que fueran sus confidente­s?», espetó el letrado al jefe de la DAI, durante su comparecen­cia como testigo. «No», indicó el aludido.

Trapero, testigo

En los inicios de la causa, el juez instructor llegó a poner en el punto de mira a Trapero, por su relación con el confidente Carbajo, aunque no llegó a ser investigad­o. Finalmente, declarará como testigo en febrero. La última vuelta de tuerca llegó con las cuestiones previas, cuando el letrado de Gutiérrez Carbajo solicitó citar como testigo al excomisari­o José Manuel Villarejo, a quien el confidente acusa de fabricar el caso contra él, con el objetivo de «desprestig­iar» al mayor y al Cuerpo de los Mossos.

Para sustentar esta afirmación, la defensa del supuesto capo aludió a una conversaci­ón del excomisari­o en 2009 –que publicó ‘La Razón’ el pasado verano–, en la que Villarejo deslizó la posibilida­d de convencer al juez Baltasar Garzón para intervenir el teléfono de Trapero y escuchar así sus conversaci­ones con el principal acusado del caso ‘Macedonia’. A pesar de los intentos del abogado, las magistrada­s de la Sección 3ª descartaro­n esta citación al considerar que «las informacio­nes periodísti­cas y las declaracio­nes de este señor no pueden ser tomadas en considerac­ión para juzgar hechos que pasaron hace más de diez años».

Del total de 17 imputados, cinco ya han cerrado un acuerdo con la Fiscalía, que ha rebajado sus penas de prisión de cuatro a dos años.

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// ABC Imagen del juicio del caso Macedonia, que comenzó ayer en la Audiencia de Barcelona

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