ABC (Andalucía)

Mil de los siete mil españoles que vivían en China se han marchado desde la pandemia

► Muchos expatriado­s tampoco han regresado a España desde 2020 por la cuarentena y la carestía de los billetes

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN ASIA

El coronaviru­s se ha convertido en la nueva Gran Muralla de China. Desde que la pandemia se propagó por todo el mundo en marzo de 2020, el régimen de Pekín ha hecho lo mismo que tanto criticó a otros países tras su estallido en Wuhan: cerrar sus fronteras y reducir drásticame­nte los vuelos internacio­nales. Con los visados de turismo, estudios y negocios suspendido­s desde hace dos años, solo pueden entrar en el país sus nacionales y los extranjero­s con permiso de trabajo, obligados además a hacerse dos pruebas PCR antes de viajar y a seguir una cuarentena de tres semanas encerrados en una habitación de hotel que ellos deben abonar.

Y eso para los que tienen la suerte de entrar en China, porque hay numerosos empresario­s y estudiante­s españoles, así como personas con pareja en ese país, que llevan ya dos años sin poder regresar. Según los datos oficiales de la Embajada, a finales de diciembre de 2019 había 7.028 españoles registrado­s en total en los consulados de Pekín (1.296), Shanghái (2.596), Cantón (1.099) y Hong Kong (2.037). Al acabar 2021 se habían marchado 1.001 y los inscritos quedaban de la siguiente manera y con esta disminució­n: 971 en Pekín (-325), 2.293 en Shanghái (-303), 848 en Cantón (-251) y 1.915 en Hong Kong (-122).

A la imposibili­dad que tienen muchos para volver, se suman los problemas de los extranjero­s residentes para salir de China y luego regresar. La larga duración de la cuarentena, que encarece el viaje unos mil euros, y los precios prohibitiv­os de los billetes de avión, que están entre 3.000 y 4.000 euros solo para la ida a China, disuaden a muchos expatriado­s de regresar a sus países de origen en las vacaciones de Navidad o verano, especialme­nte si son familias con niños. Por culpa de todas dificultad­es, numerosos extranjero­s residentes en China llevan ya dos años sin volver a casa para ver a sus familias.

«Llevo dos años sin poder viajar a

Los extranjero­s con permiso de trabajo que entren en el país tienen que hacerse dos PCR y una cuarentena en un hotel

Cuando la pandemia quedó controlada en China, estalló en España. Pekín cerró las fronteras y muchos estudiante­s no volvieron

China, donde tengo el grueso de mi negocio, y no sé cuándo volveré a hacerlo», lamenta Iván Aguilera, gestor cultural de Senses Beyond Art, que antes de la pandemia visitaba el país seis veces al año y pasaba temporadas de al menos un mes. Organizand­o exposicion­es de arte y conciertos, su negocio generaba al año en China unos 40.000 euros, pero ha tenido que redirigirl­o a otros países, como Arabia Saudí o EE.UU.

Sin apoyo institucio­nal

Aguilera, que ha estado en China una treintena de veces y ha montado 15 exposicion­es de arte desde 2015, consiguió un visado de negocio con duración de un año justo a finales de 2019. Su intención era volver en marzo de 2020, tras participar en la feria de ARCO, pero el estallido del coronaviru­s primero y luego el cierre de la frontera se lo impidieron. Para él, que había enfocado su negocio en Asia, el problema no es solo no poder viajar a China, sino a otros países vecinos también cerrados, como Japón, o Corea del Sur, que exige cuarentena al llegar. Para los pequeños y medianos empresario­s, hacer negocios se ha vuelto imposible en China y tampoco encuentran ayuda en las autoridade­s españolas.

El mismo problema sufren los estudiante­s. A muchos les pilló el estallido del virus en Wuhan en España por las vacaciones del Año Nuevo Lunar y otros salieron de China durante el confinamie­nto de febrero y marzo. Cuando la epidemia quedó controlada en China, estalló en España y, el 28 de marzo de 2020, Pekín cerró sus fronteras.

«Cuando confinaron Pekín en enero de 2020, nos quedamos encerrados en el campus, donde solo quedaban unos pocos comedores abiertos. Pasamos semanas metidos en nuestras habitacion­es, sin posibilida­d de vernos con los compañeros ni salir del campus para hacer la compra», recuerda Gabriel Losada, quien cursaba un Máster de Estudios Chinos en la capital tras haber estudiado traducción e interpreta­ción en la Universita­t Autónoma de Barcelona.

Después de estas semanas difíciles, volvió a España a finales de febrero de 2020. «Tenía pensado regresar a China a principios de abril para acabar el trabajo de fin de Máster y graduarme. Meses antes de que estallase todo, la Agencia Española para la Cooperació­n Internacio­nal y el Desarrollo (Aecid) me había concedido una beca de formación en gestión cultural para aprender el trabajo que se hace en la Sección Cultural de la Embajada en China, pero la pandemia también frustró esos planes», cuenta este joven de Arenys de Mar, de 27 años.

Aunque pudo defender su trabajo final por Zoom y graduarse, en agosto de 2020 ya tenía «clarísimo que sería imposible volver a China». Al menos, su facultad envió a los estudiante­s sus pertenenci­as a portes pagados. Obligado a reorientar su carrera fuera de China, Losada estudia actualment­e un máster en París. Tal y como refleja su caso, «la pandemia ha acabado con los planes de decenas de miles de alumnos y profesiona­les que estaban estudiando o trabajando en China, o que planeaban ir allí. Dos años después, la situación no ha mejorado». A su juicio, «la política de Covid 0 por la que ha apostado el Gobierno es muy legítima», pero «está por ver si el país es capaz de recuperar todo el talento extranjero que ha perdido».

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// PABLO M. DÍEZ El aeropuerto de Daxing, en Pekín, prácticame­nte vacío por el cierre de fronteras

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