ABC (Andalucía)

Rendido al Café Bretón

Aquí se empeñan en servir un café excelso y la mejor cultura, la del libro leído

- AGUSTÍN PERY

Subes la escalera y la vista se te va a la columna central del Café Bretón, donde lucen los ganadores de su premio literario, que vio la excelencia de De Prada antes de que fuera Don Juan Manuel o atrapó el genio de Jabois, ese chico de provincias que se niega a dejar de serlo por mucho que deslumbre que a uno lo encumbren en la capital. En el Bretón se sirve un café excelso y se habla de literatura, se escucha a su último ganador leer unas páginas hermosas de ‘El plagio’ y te recreas en el silencio solo roto por el tintineo de una copa de vino. En el Bretón seguro que se porfía sobre la España vacía, la falta de oportunida­des y de comunicaci­ones, que es el tumor que trae un morir lento a la capital de provincias. Allí la parroquia variopinta abjura de las subvencion­es que acaban en freno y no acicate y el madrileño que soy cae otra vez en el estereotip­o de que a trasmano de la gran urbe, el tiempo dura más, cuando ocurre solo que tiene otro compás.

En este Logroño que visito por la generosida­d de mi editor (sí, aquí también se alumbran libros como hace Julián Lacalle con su pasión de orfebre en Pepitas de Calabaza) te caes felizmente del caballo, fabulas y envidias la vida que no tienes, conoces jóvenes que componen música electrónic­a o estudiaron en Londres, París y Nueva York para volver luego al terruño a poner en práctica su conocimien­to. Todo eso ocurre en el Bretón, donde premian la buena literatura y se empecinan en bombear cultura, porque no es cosa de que crean que en el alejado Logroño está todo muerto. Quizás ocurre que viven la vida que tienen sin aspirar a la del otro, con ese saber que nada hay peor que creer que la globalizac­ión es lo bueno, esa uniformida­d que nos ataja hacia un pensar único, crear y creer que fuera, siempre, es donde habitan los anhelos. No lo creo, lo veo en el Bretón, donde soy yo el que envidio que en mi año el premio quedara desierto. Acertaron, seguro, porque fui páramo en un oasis de conocimien­to.

Pido otro café, escuchando a Daniel Jiménez leer lo que bien merece ser escuchado, allí donde no se para el tiempo, sólo discurre con otro tempo. Sí, había políticos pero, eso también lo da el Bretón, todos callados, sabedores de que en este templo se expulsa a los mercaderes.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain