ABC (Andalucía)

R. N. El triunfo de la voluntad

El tenis no se juega sólo con una raqueta y los brazos, sino también con la mente. Y ahí hay pocos, si alguno, que gane a Rafa Nadal

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

H Eescrito varias veces sobre Rafael Nadal. No llevo la cuenta, pero deben de andar entre la media docena y la completa, siempre a la sombra de uno de sus grandes triunfos en las pistas de tenis, que han sido muchos. No pensaba hacerlo en esta ocasión, pero cuando comenzaron a llegar llamadas de Estados Unidos y Alemania, de amistades y familiares, alborozada­s todas ellas por la victoria en el Abierto de Australia, como si fuera la de alguien próximo y querido, me dije que no tenía más remedio que volver a escribir sobre el mallorquín universal.

Lo malo es que nada más ponerme a la faena me doy cuenta de que este artículo va a ser una repetición de los anteriores. Sobre Rafa Nadal está dicho todo, al ser un libro abierto, como atleta y como persona. No es el mejor tenista de la historia, pero ha logrado lo que ninguno alcanzó: veintiún títulos de Grand Slam, grandes torneos, a cinco mangas, que pueden hacerse interminab­les. Si a ello se une que su rival en este caso, el ruso Daniil Medvedev, es nueve años más joven que él y que Rafa ha sufrido una larga serie de lesiones, en rodilla y pie especialme­nte, con rotura de uno de sus huesos, se comprende que muy pocos le dieran como ganador de este torneo australian­o. Ya el que alcanzase la final iba a ser difícil, pues tenía que dejar por el camino a chicarrone­s rondando los dos metros y con saques en torno a doscientos kilómetros por hora. Pero a trancas y barrancas fue dando cuenta de todos ellos.

La final fue uno de esos partidos que nunca se olvidan. Medvedev se adjudicó las dos primeras mangas sin mayores problemas, pero al llegar a la tercera, que esperaba ganar de igual manera, se encontró con un Rafa Nadal con unos caños imposibles de devolver. Adjudicánd­osela. Como la cuarta. El gran drama llegó con la quinta, con un Rafa ya dominante y un Daniil sacando todo su tenis, que es mucho, aunque no suficiente ante un Nadal inspirado. Porque el tenis no se juega sólo con una raqueta y los brazos, sino también con la mente. Y ahí hay pocos, si alguno, que gane a Rafa Nadal. Es lo que vengo diciendo en todos mis artículos sobre el tenista balear: sin tener un físico extraordin­ario ni la habilidad de otros con la pelota, no se da nunca por vencido, y luchará hasta la última bola con la misma entrega que la primera. En una palabra: es un profesiona­l del tenis al 110 por ciento. Si todos los españoles, o al menos la mayoría, fuésemos tan responsabl­es como él, no tendríamos los problemas que tenemos. De ahí que espero tener que seguir escribiend­o sobre Rafa Nadal, no ya por los triunfos que nos traiga en adelante, sino por el ejemplo que nos ofrece. Gracias, Rafa.

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