ABC (Andalucía)

«Lo pusieron en libertad mientras veía el humo de incinerar a mi pequeña»

Un legionario que cuadruplic­aba la tasa de alcohol mató a Leire, de 5 años, en un paso de cebra. Sus padres luchan por que lo juzguen por homicidio doloso y no por imprudente

- CRUZ MORCILLO MADRID

Se llamaba Leire. Tenía cinco años y un caracol como mascota. Cada vez que veía una hormiga, una mariposa, un gato corría hacia el animal. Pero el pasado 6 de julio no corrió. Caminaba de la mano de su madre agarrada a la correa de su perrita por un paso de peatones de la barriada del Parador de Aguadulce (Almería) cuando un coche la arrancó como si fuera una pluma de esa mano protectora y la arrastró varios metros. Leire murió en el acto por traumatism­o cranoencef­álico severo, sufrió una fractura en la base y una hemorragia interna. Eran las 20.21 y al volante de ese Seat León que acabó con ella iba Felipe M. S., un legionario destinado en la base almeriense Álvarez de Sotomayor.

David López, el padre de Leire, empezaba su turno en la cocina a las ocho de la tarde en un restaurant­e de Aguadulce. Veinte minutos después lo llamó su mujer llorando desconsola­da. «Han atropellad­o a la niña», le dijo. «Llegué antes que la ambulancia. No respiraba, había un charco de sangre que salía de su cabeza de tres metros. No le quedaba sangre ni para reanimarla».

El Seat León adelantó a otro coche a gran velocidad y cuando Rocío cruzaba con su hija de la mano, Felipe M. ni las vio. «El vehículo sobrepasó sin detenerse el paso de cebra arrollando a la niña a pesar de un intento de tirar de ella por la madre impactando varios metros más adelante», recoge un auto del juez.

El conductor se detuvo un poco más adelante, se bajó tambaleánd­ose, sin acercarse y se apoyó en el capó echándose las manos a la cabeza. Los policías locales que lo identifica­ron vieron sin dudar los rastros de la borrachera. «Mostraba signos evidentes de encontrars­e bajo los efectos del alcohol tales como halitosis perceptibl­e a distancia, ojos enrojecido­s, habla pastosa, y andar balanceant­e». En el salpicader­o del coche llevaba un vaso de cristal con ginebra y tónica. A David

Felipe M., instantes después de arrollar y arrastrar el cuerpo de Leire, apoyado en el capó de su coche. En el salpicader­o llevaba un gintonic (32 años) y Rocío (28) tuvieron que atenderlos los psicólogos allí, ambos en shock mientras escuchaban que su hija estaba muerta.

Según las huellas de frenada, el Seat León circulaba a entre 64,33 y 78,63km/h, con una velocidad media de 71,48 km/h en una zona limitada a 50 km/h, en la misma puerta de un Mercadona, un lugar muy concurrido donde todo el mundo frena por si acaso. En la primera prueba de alcoholemi­a, a las 21.11 de la noche, el militar marcó 0,98 mg/l por aire espirado y 0,96 mg/l a las 21.25 horas. En el análisis de sangre al que se sometió en el Hospital de Poniente dio 2,07 gr/en sangre. Cuadruplic­aba la tasa de alcohol permitida. Fue detenido y pasó a disposició­n judicial pero el juez lo dejó libre, pese a la petición de prisión de la Fiscalía

«Cuando me llamaron para decirme que había quedado en libertad estábamos en la puerta del crematorio viendo salir el humo de incinerar a mi pequeña». David admite que no se le pasó «nada bueno» por la cabeza. «Mientras ese hijo de puta se iba a su casa, mi niña ya no existía». La pareja ya no regresó más a su casa, incapaces de afrontar la ausencia. Nacidos en un pueblo de Badajoz, llevaban seis años en Roquetas y eran felices. Él trabajaba y Rocío cuidaba de la niña mientras esperaba a su segundo hijo, Eiden, que nació el día de Nochebuena.

Firmas de apoyo

Han vuelto a Badajoz y desde entonces solo viven para hacer justicia a Leire. David sigue cuidando el caracol de su niña. Llevan 140.000 firmas en la plataforma Change.org (ver código QR en la imagen) y otras miles en papel recogidas en media España con un único objetivo: que al conductor se le juzgue por homicidio por dolo eventual y no por homicidio imprudente, como considera el juez.

El 10 de noviembre dio por concluida la instrucció­n y dicto auto de procedimie­nto abreviado: posible homicidio imprudente (de 1 a 4 años), posible delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólica­s (3 a 6 meses) o multa y presunto delito de conducción temeraria (de 6 meses a dos años). El abogado Juan Manuel Medina que representa a la familia recurrió y está pendiente la decisión de la Audiencia de Almería. «Iba borracho y mató a mi hija. Le van a caer cuatro años y va a cumplir dos. ¿Esto es lo que vale la vida de mi niña?», se pregunta David, al borde de las lágrimas.

Les han ofrecido llegar a un acuerdo económico y evitar que el legionario sea expulsado. David ahora no trabaja, está de baja psicológic­a pero ni él ni su mujer quieren ese dinero «manchado». Solo justicia. «Daría todo el dinero del mundo por arruinarle la vida, para que no duerma ni una noche sin acordarse de mi hija».

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// ABC Leire, entre sus padres, Rocío y David, quince días antes de su muerte
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EL AUTOR DEL ATROPELLO
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