Los cerebros españoles que están creando el nuevo mundo virtual
▶ El metaverso promete reformular nuestra vida en los próximos años gracias al uso de tecnología inmersiva ▶ ABC ha hablado con algunos de los profesionales más buscados para que cuaje esa nueva realidad digital
Cuando Edgar Martín-Blas comenzó a pensar en reventar la pantalla de su ordenador para entrar dentro de Internet corría el año 2013. Por entonces, ocupaba el cargo de director creativo en esa primera red social llamada Tuenti, y la realidad virtual —la tecnología que ahora amenaza con reformular la forma en la que nos relacionamos— se encontraba, prácticamente, en pañales. Investigando por foros de Internet, el toledano, que apenas había entrado en la treintena, se encontró con el primer prototipo de las gafas Oculus Rift, con las que comenzó el ‘boom’ de la realidad virtual a inicios de la década pasada. «Tenían mucho sentido, simplificaban lo que no había funcionado hasta la fecha en realidad virtual. Tuve la suerte de que se enviaron pocas unidades y muy pocos nos subimos al carro. Cuando las probé, lo tuve claro, lo que venía lo iba a cambiar todo», recuerda ahora, cerca de una década después, en conversación con ABC.
Realizado el hallazgo de lo que él vio como «la gran ola del futuro», se juntó con un grupo de amigos de otras tecnológicas y comenzaron a trastear con el dispositivo y a probar lo que podía dar de sí desarrollando aplicaciones, la mayoría videojuegos. «Cuando creamos las primeras experiencias mis contactos del mundo del marketing y la publicidad empezaron a interesarse por lo que estábamos haciendo. Inmediatamente, empezamos a realizar trabajos para empresas como Disney y Ferrari», comenta.
En 2015, acompañado por unos pocos amigos, creó Virtual Voyagers, una de las pocas empresas en el mundo que están dedicadas a la creación, en concreto, de aquello que hoy se conoce como metaversos: esos submundos virtuales en los que el usuario igual trabaja que queda con amigos gracias al uso de tecnologías como la realidad virtual y la realidad aumentada. Es también el nuevo empeño que persiguen las grandes empresas de Silicon Valley. Especialmente Zuckerberg con Meta (la compañía conocida anteriormente como Facebook), pero también Microsoft, Google y, más pronto que tarde, Apple. Su desarrollo moverá cientos de miles de millones de euros para finales de esta década. O, al menos, eso es lo que esperan inversores y analistas.
De seis a sesenta
Durante los últimos siete años, la empresa dirigida por Martín-Blas ha tenido tiempo para desarrollar, aproximadamente, 230 proyectos. Algunos, además, de gran calado, como la plataforma de realidad virtual para conciertos en la herramienta propiedad de Meta Horizon Venues, por la que ya han desfilado artistas como Steve Aoki o Major Lazer, o el metaverso de Vodafone, presentado por la compañía hace unas semanas. «Es un metaverso completo, hemos estado colaborando unas seis o siete empresas colegas lideradas por nosotros», explica el director ejecutivo. Y es que la compañía funciona así, a base de colaboración. En función del proyecto el equipo se transforma gracias a los contactos con otras firmas y autónomos. En un solo día puede pasar de ser una empresa de seis trabajadores a una sesenta.
A diferencia de la mayoría de profesionales que, a día de hoy, están creando el metaverso, Martín-Blas no realizó estudios en ingeniería infor
mática. Su primer contacto con la tecnología a nivel profesional llegó en 1999, a la finalización de sus estudios de Diseño en la Escuela de Arte de Toledo. Un proyecto, del que formaban parte empresas como Disney y el parque temático holandés Efteling, le permitió ponerse en contacto con algunas de las mentes más agudas del panorama tecnológico. Experiencia distinta, en todo caso, de la que tuvieron en sus inicios el resto de españoles que ahora están poniendo los cimientos del nuevo mundo virtual.
Aquí nunca fue fácil
Por ejemplo, a Luca Mefisto, de 33 años, natural de Granada e ingeniero de Meta desde hace poco más de un año, el gusanillo de la nueva ola virtual le picó estudiando ingeniería informática en la Universidad de Granada a finales de la primera década de los 2000. Ahora, tantos años después, se ríe recordando su proyecto de fin de carrera basado en realidad aumentada, la tecnología que permite sobreponer elementos digitales sobre el entorno real. Algo que, a día de hoy, está bien presente en juegos como ‘Pokémon GO’ o en los filtros de Instagram, pero que por entonces sonaba a cuento chino: «Ninguno de los profesores que tenía sabían nada al respecto». Como tantos otros, tuvo que emigrar al terminar los estudios para poder dedicarse a lo que realmente le apasiona. En concreto, a Manchester. «En cuanto salieron las gafas Oculus Rift me empecé a meter en serio. Fue mi primera experiencia digna con realidad virtual. Estaba empezando y estaba seguro de que iba a ser algo gordo», cuenta el granadino. No pasó mucho tiempo antes de que Mefisto comenzase a asumir trabajos para varias empresas. La oportunidad de entrar en Meta, donde está muy contento y trabaja a tiempo parcial, le llegó gracias al desarrollo de una herramienta para agarrar objetos en entornos virtuales en la que sigue trabajando junto a neuropsicólogos. El objetivo es demostrar que la realidad virtual puede ayudar en la rehabilitación de quienes sufren un ictus. «El trabajo que realizo en Meta es similar, aunque destinado a desarrolladores de ‘apps’ para que ellos no tengan que crear la herramienta», explica el ingeniero.
Si Mefisto tuvo que salir del país y trabajar para compañías del extranjero para medrar, Cynthia Gálvez, ingeniera informática por la Universidad de Zaragoza de 35 años, y una de las mayores expertas en realidad aumentada de nuestro país, tampoco lo tuvo fácil: «Mi primer proyecto estaba enfocado en educación y en personas con diversidad, en donde nunca ha habido mucha inversión. Si a eso le unes que era mujer y tecnóloga, nos quedamos con que aprendí mucho y disfruté, pero también me encontré con la realidad del sector».
Con una década de experiencia a las espaldas, la zaragozana ha liderado proyectos tan punteros como la operación realizada con realidad aumentada en el hospital Gregorio Marañón en 2017. «Fue una experiencia brutal, fuimos pioneros en meter unas gafas dentro de un quirófano», recuerda. Durante los últimos meses, Gálvez ha compatibilizado sus trabajos como autónoma con la investigación y la realización de pruebas en los metaversos que están desarrollando grandes compañías, como el de Niantic, la firma detrás de ‘Pokémon GO’. En España explica que creadores como ella siempre lo han tenido más difícil: «A veces no vemos el futuro. Aquí hasta que no ves que el vecino lo tiene y funciona no nos interesa. Es lo que está pasando ahora mismo, por ejemplo, con los metaversos».
Creando tecnologías clave
Albert García, ingeniero informático de 28 años por la Universidad de Alicante, también tuvo que salir del país para buscarse el pan. Tras acabar la carrera hizo una estancia en un centro de supercomputación en Alemania, donde se puso en contacto con trabajadores de Nvidia, tecnológica para la que estuvo trabajando en 2016. El despegue de la inteligencia artificial le convenció para rehacer las maletas, volver a España y continuar con los estudios, en este caso, para realizar un doctorado en inteligencia artificial aplicada a visión por computador. «Es una temática que trata de procesar imágenes de cámaras y de interpretarlas, por ejemplo, para que un ordenador pueda reconocer y reconstruir objetos en 3D», explica. Su trabajo en este campo llamó la atención de Meta que le ofreció hacer una estancia de tres meses dentro de su equipo de investigación en Washington y, algo después, en Zúrich. Desde 2020 forma parte de la plantilla y está volcado en el desarrollo de una de las tecnologías clave del popular visor Oculus Quest, el ‘passthrough’. «Intentamos que los videojuegos fusionen lo que ves en tu casa con contenido virtual. Trabajo en potenciar esa tecnología y en intentar hacerla mejor», dice el alicantino.
Todos son visionarios y supieron ver el potencial del mundo virtual cuando pocos lo veían
Lamentan la miopía como país para ver el futuro. «En España solo queremos algo nuevo cuando lo tiene el vecino y funciona»