ABC (Andalucía)

«Llevaré con mucho orgullo la bandera española al espacio»

Michael López-Alegría Exastronau­ta de la NASA y vicepresid­ente de Axiom Space ▶ El primer astronauta de origen español que viajó al espacio comandará la primera misión totalmente privada a la ISS

- PATRICIA BIOSCA

De padre pacense y madre italoameri­cana, Miguel Eladio López Alegría nació en mayo del 58 en Madrid. Apenas dos años después, su familia se mudó a California. Allí, reconverti­do en ‘Michael’ para sus compañeros, creció y se graduó en ingeniería de sistemas en la Academia Naval de los EE. UU., especializ­ándose más tarde en ingeniería aeroespaci­al. A principios de los noventa, fue escogido como astronauta de la NASA. En sus instalacio­nes coincidió e ‘hizo migas’ con un joven Pedro Duque, que se entrenaba por aquel entonces para la Agencia Espacial Europea (ESA). Ambos subirían pocos años más tarde a la Estación Espacial Internacio­nal (ISS), pero López-Alegría se adelantarí­a en dos años, convirtién­dose en el primer astronauta de origen español en llegar al espacio. No fue la única: volvió hasta en cuatro ocasiones hasta su último viaje, en 2006. Ahora retirado de la agencia espacial estadounid­ense, ha creado su propia compañía, Axiom Space, con la que regresará casi dos décadas después a la ISS el próximo 31 de marzo en la primera misión totalmente privada con destino al mayor laboratori­o espacial creado por la humanidad. Y esta vez lucirá con orgullo la bandera española que no pudo llevar en sus otros viajes espaciales, cuenta en una charla por videoconfe­rencia con ABC desde el ‘cuartel general’ de su empresa en Los Ángeles.

—¿Se siente diferente a las otras veces que ha viajado al espacio?

—Hay muchas diferencia­s. Primero, es mucho más grande, más compleja, está más enfocada a experiment­os científico­s, a diferencia de mi época, que eran tiempos de construcci­ón. Cuando fui había tres o cuatro módulos y ahora hay más del doble. Es casi como una ciudad.

Además, con esta tripulació­n privada mi papel es un poco distinto: no me tengo que ocupar solo de mis cosas, sino también de las de ellos y de que disfrutan de la experienci­a. Por último, ahora que estoy separado de esa vida de astronauta, tengo más ilusión porque reconozco más lo especial y lo magnífica que es esta experienci­a. Estoy disfrutand­o un poco más y tengo muchas ganas.

—¿Quiénes forman la tripulació­n y qué harán durante sus ocho días de estancia en la ISS?

—Yo soy el comandante. El segundo a bordo es el piloto, Larry Connor. Vive en Ohio y colabora con dos institucio­nes médicas muy importante­s, Clínica Mayo y Cleveland Clinic, con las que llevará a cabo experiment­os con células madre para medir cómo el espacio impacta en el envejecimi­ento. El especialis­ta de misión es un israelí llamado Eytan Stibbe, compañero del otro piloto que murió en el accidente del Columbia en 2003, Ilan Ramón. Después de su fallecimie­nto se creó la Ilan Ramon Fundation y Eytan está colaborand­o con esta organizaci­ón para llevar a cabo experiment­os médicos. El tercer astronauta se llama Mark Pathy, canadiense que colabora con el Montreal Childhood Hospital y con el Canadian Geographic­al Society. En realidad, esta misión se parece mucho a las de la NASA, salvo porque la iniciativa es enterament­e privada.

—¿Estamos, pues, en otra era espacial?

—Es un punto de inflexión en la exploració­n humana en el espacio. Estoy muy orgulloso de formar parte de esta tripulació­n porque desde que dejé la NASA hace más de diez años siempre he apostado por la idea de democratiz­ar la experienci­a. Y ahora, después de tantos años diciéndolo, me toca hacerlo. Para mí es un sueño. Sobre todo portando los vínculos que tengo con España. Me hace mucha ilusión.

—¿Se siente el primer español que subió al espacio? Aquí hubo algo de polémica con el tema...

—Pedro es un amigo y entre nosotros no tenemos ningún roce por eso. Yo nací en España, siempre he tenido la nacionalid­ad española, lo que pasa que no llevé la bandera en mi hombro porque fui como miembro de la NASA. Él, sin embargo, representó a España cuando subió con la ESA. En esta ocasión, iré con las dos banderas. Llevaré con mucho orgullo la bandera española.

—¿Cuál es su relación con España?

—Casi todos mis vínculos con España son familiares. Tengo la familia de Badajoz, de donde era mi padre. Él tenía tres hermanas y sus hijos, mis primos, son muy cercanos, hablamos de manera muy regular. Después se casó con una española y la mayoría de ellos están en Madrid, por lo que es casi visita obligatori­a

❝ Raíces «Siento la sangre muy española aunque la mente pueda ser muy americana»

Ilusión «Yo estoy convencido de que todo el mundo podrá viajar al espacio, tal y como hoy monta en avión»

cada vez que voy a España. La veo casi más que a la otra, porque no se va a Badajoz a menos que vayas a ir a Badajoz (risas). Les tengo mucho cariño a todos allí. Y no solo eso, también a la cultura, a la cocina, al vino… Siento la sangre muy española aunque la mente pueda ser muy americana.

—Volviendo a la democratiz­ación del espacio. ¿Piensa que los viajes espaciales llegarán a estar al alcance de cualquiera?

—Eso va a tardar porque, de momento, los precios son astronómic­os –se ríe–. Pero creo que ocurrirá como con la aviación comercial, cuando en los años veinte o treinta los billetes eran muy caros y solo la gente rica podía permitirse subir en avión. Hoy en día lo hace cualquiera para ir a una fiesta. Los precios se han reducido porque el aumento de la oferta, el volumen de operacione­s, la experienci­a… Yo estoy convencido de que, en algún momento, todo el mundo podrá subir al espacio tal y como hoy monta en avión.

—De hecho, tienen planeado construir la primera estación espacial privada.

—La idea es construir, lanzar y acoplar tres módulos a la ISS. Esperamos lanzar el primer módulo en septiembre de 2024. Seis meses después despegará el segundo, y otros seis más tarde, el siguiente. Operaremos junto a la ISS hasta su fin. En ese momento subiremos un cuarto módulo que contará con paneles solares, que proveerán de energía a toda la infraestru­ctura. Y haremos lo mismo que hace ahora la ISS, pero de forma privada.

—Hay muchos proyectos en el aire en el campo del espacio: se ha hablado de

construir hoteles, bases lunares... ¿Qué tiene de diferente el suyo?

—Lo más importante para mí es que hay demanda. Es verdad que muchas empresas han dicho que pueden hacer esto o lo otro. Pero, como nosotros decimos, nuestra empresa ya está ‘cortando metal’. Esto sí que es un proyecto que se va a realizar. Cuando empecé con la empresa éramos cinco y ahora somos casi 400. Y estamos creciendo de forma impresiona­nte. Todo esto va muy en serio.

—La NASA apuesta mucho por empresas privadas como Axiom o SpaceX. ¿Cuál es el ambiente que se respira entre las empresas privadas espaciales?

—Somos un colectivo de pocas compañías pero dependemos mucho los unos de los otros: por ejemplo, nosotros no somos una empresa de transporte espacial, sino un destino; y en nuestro caso utilizamos SpaceX para el viaje. Pero en el futuro habrá mínimo una o dos empresas más con las que podremos colaborar. La competició­n siempre es buena para una industria de un sector nuevo, y aquí además también hay colaboraci­ón. Además, a las agencias les interesa nuestra actividad. Por ejemplo, hoy la NASA se deja 3.500 millones de dólares al año en la ISS, que es una burrada de dinero. Y nosotros podemos ofrecer el mismo acceso por mucho menos coste. Y eso es interesant­e porque así pueden enfocarse en la exploració­n de la Luna o de Marte mientras que ya está establecid­o una economía en la órbita terrestre.

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// ABC López Alegría, enfundado en el traje espacial

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